Después del inesperado éxito tanto de crítica como de público que supuso El planeta de los simios (1968, Franklin J. Schaffner), la 20th Century Fox se puso manos a la obra para realizar la continuación. No fue posible contar de nuevo con el brillante cineasta Schaffner puesto que se encontraba rodando Patton (1970), así que se le encomendó la dirección al cineasta Ted Post, conocido por haber dirigido algunos buenos westerns.
Las comparaciones son odiosas, y en ocasiones es muy difícil evitarlas. Si no tratamos de hacerlo, inevitablemente Regreso al planeta de los simios habría que arrojarla al cubo de la basura sin más dilaciones. Pero intentemos analizarla como se merece, esto es, como un film de ciencia ficción de 1970.
Ni el mismo director, ni el mismo protagonista. Charlton Heston fue reemplazado por el desconocido James Franciscus, cuyo parecido físico con aquél es más que razonable. La acción se sitúa inmediatamente al final de la primera parte, con el descubrimiento portentoso por parte de Taylor (Charlton Heston) de que se encontraba en su hogar, en el planeta Tierra (a estas alturas, y en mitad de una crítica de una secuela, ya nadie podrá acusarme de que desvelo nada). Para rescatar a Taylor, una nave es enviada a través del tiempo y del espacio y cuyo capitán es el astronauta Brent (J. Franciscus). Por tanto podríamos afirmar que temáticamente hablando la secuela sigue las riendas de la original: una nave aterriza en un planeta desconocido.
Ni el mismo director, ni el mismo protagonista. Charlton Heston fue reemplazado por el desconocido James Franciscus, cuyo parecido físico con aquél es más que razonable. La acción se sitúa inmediatamente al final de la primera parte, con el descubrimiento portentoso por parte de Taylor (Charlton Heston) de que se encontraba en su hogar, en el planeta Tierra (a estas alturas, y en mitad de una crítica de una secuela, ya nadie podrá acusarme de que desvelo nada). Para rescatar a Taylor, una nave es enviada a través del tiempo y del espacio y cuyo capitán es el astronauta Brent (J. Franciscus). Por tanto podríamos afirmar que temáticamente hablando la secuela sigue las riendas de la original: una nave aterriza en un planeta desconocido.
Brent se topará más adelante con el que debería ser el descubrimiento más aterrador de su vida: un planeta dominado por simios. Pero la actuación de James Franciscus no da más de sí y parece que está viendo llover. Por su parte, Charlton Heston parece obligado a aparecer (por coherencias del guión) en alguna que otra secuencia pero su interpretación ya no tiene la garra ni la fuerza de la predecesora. La que repite y sigue estando espléndida es Linda Harrison, cuyo papel de “Nova” es uno de los grandes mitos eróticos de la historia del cine. En algunos momentos mediocres, parece la única que salva la película con su bello rostro y sus magníficas caderas.
El mínimo hilo argumental en ocasiones no da más de sí, y lo que parece reemplazarlo son unas cuantas secuencias de acción. Al respecto tengo que decir que son brillantes por parte del cineasta Ted Post, cuya experiencia como director de westerns hace que las persecuciones de los simios a caballo y con escopetas gocen de un realismo extremo. Su dirección en el resto de la película es excepcional, todo hay que decirlo. La planificación en CinemaScope es perfecta y sigue la estela de Schaffner en la utilización de zooms. En cuanto al trabajo con los actores ya es otra cuestión, pero bien es cierto que para lograr extraer un buena interpretación de un protagonista como Franciscus era necesario, como mínimo, un milagro.
La primera parte del film se hace más agradable a la vista y a los sentidos que la segunda, probablemente porque se aleja poco estética y argumentalmente del original. Es hacia la mitad, cuando Brent se adentra con “Nova” en la Zona Prohibida cuando la calidad de la cinta se reduce considerablemente. Los decorados están conseguidos, sobre todo las ruinas del Metro de Nueva York, pero cuando hacen su aparición los humanos mutantes que se comunican telepáticamente la cinta causa estragos por todas partes y las absurdas situaciones (recordemos la pelea entre Heston y Franciscus, que parece que están de broma) y las pocas explicaciones al respecto consiguen que la atención por parte del espectador ya no sea la misma. La estética futurista así como el recurso de la bomba atómica, que tan de moda estaba por aquella época debido a la Guerra Fría, dan a la película un tono forzado.
La premisa era buena y el comienzo también, pero la película se va desmoronando poco a poco. Se podría haber sacado más partido de una secuela de esa película de 1968 que para muchos es una obra maestra. Pero tan sólo se logra rozar el aprobado. Como anécdota, si ordenáramos la saga de los simios al completo, cronológicamente hablando ésta es la última. Pongámosle un 6, aunque sólo sea por la nostalgia.
La primera parte del film se hace más agradable a la vista y a los sentidos que la segunda, probablemente porque se aleja poco estética y argumentalmente del original. Es hacia la mitad, cuando Brent se adentra con “Nova” en la Zona Prohibida cuando la calidad de la cinta se reduce considerablemente. Los decorados están conseguidos, sobre todo las ruinas del Metro de Nueva York, pero cuando hacen su aparición los humanos mutantes que se comunican telepáticamente la cinta causa estragos por todas partes y las absurdas situaciones (recordemos la pelea entre Heston y Franciscus, que parece que están de broma) y las pocas explicaciones al respecto consiguen que la atención por parte del espectador ya no sea la misma. La estética futurista así como el recurso de la bomba atómica, que tan de moda estaba por aquella época debido a la Guerra Fría, dan a la película un tono forzado.
La premisa era buena y el comienzo también, pero la película se va desmoronando poco a poco. Se podría haber sacado más partido de una secuela de esa película de 1968 que para muchos es una obra maestra. Pero tan sólo se logra rozar el aprobado. Como anécdota, si ordenáramos la saga de los simios al completo, cronológicamente hablando ésta es la última. Pongámosle un 6, aunque sólo sea por la nostalgia.
EDUARDO M. MUÑOZ
3 comentarios:
En que estaban pensando cuando hicieron esta segunda entrega?,es una película flojísima respecto a lo que se podía sacar de ella.
Lo único interesante cuando descubre el metro de Nueva York.
MIKI. salu2
La primera parte está muy bien. Precisamente a partir de lo del metro la película cae en picado.
La primera parte es una pequeña copia de la anterior, lo que pasa que no le llega a la altura pero se deja ver.
MIKI
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