Tras el sonado éxito de filme El exorcismo de Émily Rose (2.005), Scott Derrickson se aventura en la fallida Sinester donde vuelve a contarnos una historia de demonios que actúan bajo el signo del terror y los poderes sobrenaturales. Sinister no tiene un argumento interesante. La trama se deshace por su falta de consistencia. Las escenas presentan artificio. El alargamiento de los tiempos no produce una expectación eficaz. El maquillaje de los niños-demonio es el mismo que llevan los niños españoles en las fiestas de Halloween. No hay nada nuevo en la presencia del bicho. Quizá lo único que se puede salvar de la película es el trasfondo ético que subyace en el desarrollo del argumento: los niños poseídos vienen al mundo para ajustar las cuentas a sus padres egoístas: la fama, el dinero, no lo es todo. En cualquier caso Derrickson rubrica una cinta de terror baratero que no vale ni para el top-manta de los moros. La película aburre y por momentos uno puede responder a algún colega con el Whatsapp.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS
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