domingo, 31 de marzo de 2013

Crítica de 'EDIPO, EL HIJO DE LA FORTUNA (EDIPO REY)' (1967) de Pier Paolo Pasolini




Edipo Rey es la película más autobiográfica de la filmografía de Pier Paolo Pasolini. Así lo ha manifestado el director en muchas ocasiones. Las primeras escenas y las últimas representan momentos narrativos que transcurren en la época de Pasolini (1.922-1.975), son acciones que se desarrollan durante el siglo XX y por lo tanto vemos calles y coches y ciudadanos vestidos a la usanza de la urbe. Las primeras escenas, se refieren a sus primeros años de vida y constituyen el prólogo del filme. Las últimas escenas, relativas a sus años de mediana edad, constituyen el epílogo. Entre las primeras y las últimas escenas, entre el prólogo y el epílogo, se abre, -sin transición-, una nueva estructura narrativa desde la que se representa la antigua tragedia griega del Rey Edipo; la vieja y conocida tragedia concebida por el gran dramaturgo de la antigua Grecia, Sófocles, escrita en el siglo V a. C., y laureada por el mismísimo Aristóteles en su Poética al considerarla como la más representativa y perfecta de las tragedias, aquella en que el mecanismo catártico final alcanza su mejor clímax. Pero el interés de Pasolini, .y aquí radica la clave de todo-, no pasa por adaptar al cine una antigua obra de teatro. La cinta no es una adaptación ni lo pretende ser. El discurso que aquí vemos se destila sobre los entramados conceptuales del complejo de Edipo. Y por ende, Edipo Rey es una representación cinematográfica de un concepto científico que se utiliza en el mundo del psicoanálisis.  Sigmund Freud, sostiene, en Totem y Tabú (1.913), la universalidad de lo que ha dado en llamar el complejo de Edipo. Desde entonces han corrido ríos y ríos de tinta que han venido en dar carta de validez a éste concepto de la psicología moderna. Un concepto que se ha demostrado hábil para la curación o comprensión de la neurosis en su más variada tipología, y que hoy en día es ampliamente aceptado en los círculos más elitistas del mundo de la psicología. El complejo de Edipo está íntimamente relacionado con la tendencia sexual de un individuo. La solución del complejo y su adecuada superación posibilitará el mantenimiento de relaciones sentimentales, afectivas y sexuales libres de todo sentimiento de culpabilidad. Pier Paolo Pasolini, decidido homosexual, siempre se vio turbado por lo que él consideraba una resolución defectuosa del complejo. Toda esta problemática se refleja en ésta cinta. Y de hecho y tal como el propio director ha manifestado en más de una ocasión,  el niño que aparece en el prólogo representa su trasunto biográfico; el padre de ese niño es el padre de Pasolini, un oficial veterano de artillería; el prado que vemos en las primeras imágenes es el prado en el que Pasolini paseaba con su madre cuando era niño; algunos complementos de la vestimenta de la madre como el vestido y el sombrero amarillo son reproducciones fieles de los que utilizaba la madre de éste. Pier Paolo Pasolini nos presenta la experiencia íntima y personal más profunda de su vida, su propio complejo de Edipo, el conflicto vivido y la tensión vigente. No obstante y a pesar de los logros intelectuales del filme, la cinta se desenvuelve en el marco de un esquematismo añejo y de una narrativa descarnada, sin densidad, huesuda, despojada de elementos periféricos, sin envolturas, con escasos diálogos, y sin silencios significativos. Mientras que los acontecimientos se suceden con grosera brusquedad, Pasolini reconduce la frescura de los actores hacia los despeñaderos de la razón más empecinada. Pasolini constriñe la espontaneidad de la puesta en escena, y nos ofrece una representación vacía, desprovista de fulgurante vida, desprovista de instinto, y desprovista de la más penetrante intuición poética. Edipo Rey es una película simplona, rancia y cansina cuyo mejor valor reside en recordarnos de qué iba aquella renombrada tragedia de la antigüedad.

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

2 comentarios:

Antolín Martínez dijo...

¡Qué coincidencia! Ayer vi El decamerón y hoy Teorema, preparándome para Saló. Esta no la he visto. Teorema (película difícil) también es escasa de diálogos. Bueno, al menos tuvo la honestidad de presentar su propio complejo de Edipo. Eso dice mucho de su sinceridad y de su desprendimiento de prejuicios para publicar eso. Tengo que ver más de Pasolini. Saludos.

Antonio Martín de las Mulas dijo...

Bueno pues ya nos contarás a ver qué te parecen esas películas. A mí la verdad Pasolini no es un director que me entusiasme mucho. No me acaba de llegar. Me da la sensación de que no acierta a encajar la contenido narrativo, los diálogos, los silencios. Se le quedan vacíos. Creo que es demasiado medido, racional, milimétrico. ES curioso que cuando leo sus textos, sus entrevistas, comunicaciones, me parece un hombre inteligentísimo, interesante, y muy sensible. No tiene desperdicio. Sin embargo como cineasta... no lo veo.