La columna vertebral del cine de John Ford son los westerns, pero los valores que transmite en ellos son tratados también en el resto de su obra. Por eso, aunque no estemos ante una película de vaqueros, sólo con ver la firma de John Ford enseguida reconoceremos temáticas que le pertenecen. El hombre tranquilo es un film que posee valores conservadores que siempre fueron defendidos por el maestro y expuestos en su obra de un modo u otro. Valores como la religión (incluso el narrador es uno de los curas del pueblo en el que se desarrolla la historia), el matrimonio, la amistad, la familia y la patria son transmitidos en este film de una forma más clara y rotunda que en otras películas suyas. En esta cinta cumplen un importante papel liberador de los demonios interiores.
John Wayne interpreta magistralmente a un boxeador atormentado que huye de su pasado y busca refugio en su patria, su Irlanda natal, en el pequeño pueblo donde creció, Inisfree. Busca sobre todo redimirse por algo que hizo. La película por ello es una completa huída de su pasado. Pero por otro lado no deja de ser una evocación también del pasado ya que retorna al pueblo donde siempre ha vivido hasta que se fue a América. Los recuerdos, por tanto, están presentes (igual que en el film de 1941 Qué verde era mi valle) aunque la narración de Ford no los exponga de manera explícita (exceptuando el flashback que nos desvela el motivo del tormento interior que sufre el boxeador). La excelente fotografía de Winton C. Hoch y Archie Stout recrea una Irlanda que parece más la de un sueño que la de una postal, tiene más de reminiscencia que de realidad. Es una Irlanda idílica en la que todos son buenos y en la que los malos no lo son tanto, probablemente como la recuerde el propio Ford que era de origen irlandés.
La película contrapone a través de esta premisa la vida rural con la vida urbana, representada por el boxeador. La vida del pueblo posee valores sencillos tales como la camaradería, la familia o una ética construida a través de la religión. La cinta juega con la sencillez de un tipo de vida todo el tiempo y se aprecia también en la técnica de John Ford. Por ejemplo, la presentación de la chica no puede ser más simple y a la vez más grandiosa: una bellísima Maureen O' Hara, una mujer temperamental de la que el personaje de John Wayne se enamorará enseguida. Ella es presentada junto con ganado ovino, que recuerda en cierto modo a los personajes de la novela pastoril que con tanta brillantez ha usado Cervantes en más de una ocasión.
Del tándem John Wayne-Maureen O' Hara saltan chispas. Las dos secuencias más emocionales de la película están protagonizadas por ellos, con sendas tormentas de fondo que crean el clímax perfecto. El primer beso que se dan en la película es pura magia, uno de los grandes momentos románticos de la historia del cine. Spielberg usó esta secuencia de forma divertida para homenajear a este film en E.T., el extraterrestre (1982), cuando la entrañable criatura proveniente de otro planeta la está viendo por televisión.
Del tándem John Wayne-Maureen O' Hara saltan chispas. Las dos secuencias más emocionales de la película están protagonizadas por ellos, con sendas tormentas de fondo que crean el clímax perfecto. El primer beso que se dan en la película es pura magia, uno de los grandes momentos románticos de la historia del cine. Spielberg usó esta secuencia de forma divertida para homenajear a este film en E.T., el extraterrestre (1982), cuando la entrañable criatura proveniente de otro planeta la está viendo por televisión.
El hombre tranquilo es una absoluta obra maestra y una de las mejores películas de la historia del cine. No envejece ya que habla de la condición humana y porque es también una gran historia de amor, un regalo para el alma de John Ford. Está dirigida con elegancia, cada plano está construido al detalle y la cámara se mueve nada más que lo necesario, sello del maestro. No se puede alcanzar más perfección y belleza. La exaltación de los valores conservadores que propone en otras manos hubiera parecido un film propagandístico. Pero la maestría con la que está contada hace que no caigamos en ningún momento en ese erróneo sentimiento. Por todo ello gracias, John Ford.
EDUARDO M. MUÑOZ
2 comentarios:
Las grandes peliculas son aquellas que tratan los temas de la vida, las que no envejecen con el paso del tiempo. El colega Ford nos traslada el lejano oeste a irlanda, pequeños detalles de duelos con pistolas pr ahora con las manos, entre otros temas a resaltar.Bonita historia de amor. GRAN PELICULA....Miki
En efecto, una auténtica joya.
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