domingo, 7 de agosto de 2011

EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (RISE OF THE PLANET OF THE APES, 2011) de Rupert Wyatt



Pierre Boulle dio la vuelta a la teoría de la evolución de las especies de Darwin para su novela El planeta de los simios (1963): ¿Qué pasaría si en dicha evolución se produjera el efecto contrario, es decir, la involución? ¿Qué pasaría si especies animales, consideradas por los humanos como inferiores, pasaran a tomar el control absoluto de la existencia en la Tierra y fuéramos nosotros los sometidos?
Dichas cuestiones, entre otras, son las premisas tanto de la citada novela de Boulle como de una de las sagas de ciencia ficción más famosas y rentables de la historia del cine, que dio lugar a cinco películas entre 1968 y 1973, así como un remake en 2001 cuyo responsable fue Tim Burton. Ahora que tanto está de moda revisitar clásicos y crear nuevas sagas inspirándose en ellos (algunas, o la mayoría, innecesarias) nos llega la precuela, el origen, el porqué los simios llegaron a hacerse con el poder.
De la saga clásica, la película que responde a los interrogantes en torno a los orígenes es La rebelión de los simios (1972, J. Lee Thompson), pero sus premisas son opuestas a las planteadas por El origen del planeta de los simios. Ésta está centrada en los peligros que conlleva jugar a ser Dios y los límites morales que toda ciencia no debería traspasar. Sin olvidar a las empresas farmacéuticas que son capaces de todo con tal de ganar dinero a toda costa. El lío se origina cuando el científico Will Rodman (James Franco) quiere obtener un tratamiento eficaz contra el alzheimer, enfermedad sufrida por su padre, y por ello experimenta con monos, quienes poco a poco irán adquiriendo inteligencia a causa del medicamento y donde nadie, excepto la bella Caroline (Freida Pinto), parece advertir el peligro.


El film, al igual que ocurría en sus predecesoras, invita a la reflexión sobre las relaciones jerárquicas entre humanos y animales, a los que tratamos sin escrúpulos como meros objetos de laboratorio, como meras bestias, como meros esclavos. De esta forma la rebelión iniciada por César (Andy Serkis), el líder de los primates, está enfocada en ocasiones y salvando las distancias como la rebelión de los esclavos protagonizada por Kirk Douglas en Espartaco (1960, Stanley Kubrick). Por otro lado, la fuga de los simios de la “cárcel” en la que están presos no difiere mucho de films de temática carcelaria en el tratamiento. Así las cosas, el trato degradante que en el original de 1968 recibe el personaje de Charlton Heston es, por parte de los simios, pagar con la misma moneda. La revolución de los primates está más que justificada.

El tradicional maquillaje queda superado gracias a la técnica Motion Capture Performance, en el que los sensores que el actor lleva puestos en su cuerpo capturan el movimiento para la posterior animación digital. Por dicha técnica la película goza de un realismo extremo. El actor encargado de dar vida a César es Andy Serkis, quien otrora encarnara a Gollum en la saga de El señor de los anillos (2001-2003, Peter Jackson) y a King Kong en el film del mismo título dirigido también por Peter Jackson. Gracias a esta herramienta el desconocido director de la cinta, Rupert Wyatt, logra secuencias de gran espectacularidad, como la última media hora en el Golden Gate de San Francisco.


¿Podemos afirmar que este film está a la altura del original? Superar o siquiera igualar al clásico de 1968 es ardua tarea. No obstante, esta cinta consigue lo que se propone sobradamente. Por un lado, desarrollar la historia desde un punto de vista original remontándose al origen. Otro remake hubiera resultado ya demasiado innecesario y repetitivo. Y por otro consigue ser coherente con la cinta original, aquélla que dejaba sin respuesta demasiadas incógnitas pese a ese final en la playa tan sobrecogedor, de la cual toma elementos argumentales (como el nombre de “Ojos Brillantes”, que aparece en ambos films, al igual que la famosa frase: "¡Quítame tus sucias patas de encima, mono asqueroso!"). Las incoherencias que puedan surgir entre esta nueva película y la saga clásica parecen indicar que el asunto derivará en nuevas entregas. Lo descubriremos en los próximos años.
Por tanto, sin ser una obra maestra, la película se deja ver, es entretenida e invita a la reflexión. Los amantes del cine de acción también encontrarán su hueco, dejando al margen las reflexiones filosóficas. Lo peor es la sensación que deja al final de querer saber más, uno se queda con la miel en los labios, aunque no olvidemos que el film tan sólo trata los orígenes. Pero probablemente ese sea el síntoma definitivo de que la película nos ha agradado.

EDUARDO M. MUÑOZ

1 comentario:

Anónimo dijo...

El porque de como llega a ser el planeta de los simios sta bien reflejado, no sobra nada ni tan siquiera cuando los simios logran avanzar x el puente de San Francisco, es como las pelis de fugas carcelaria, y llegan al bosque: el resto es historia. MIKI