Distrito Quinto es una de las muchas, desgraciadamente, películas españolas desconocida por la mayoría de los espectadores españoles. Tal vez, aunque lo dudo un poco, no le fue ajena a un empedernido cinéfilo como Tarantino. Y sin embargo, por qué no. Ya existe un caso parecido protagonizado por Woody Allen en su Días de Radio (1987) que plagia un episodio de Historias de la Radio (Sáenz de Heredia, 1955). Cosa que no es extraña ya que es otro gran consumidor de cine, y aunque a alguien le sorprenda, de cine español, no en vano el único homenaje al cine en su Midnight in Paris (2010) es a Luis Buñuel (curiosa es la anécdota que cuenta el mismo Buñuel, en la que Woody Allen le pide que intervenga haciendo de si mismo en Annie Hall (1977), el Aragonés pasa mucho, visiona la película y escribe en sus memorias que no le gusta).
El argumento de Distrito Quinto está basado en una obra teatral de Josep Maria Espinás, y si le quitamos un poco de moralina y diálogos muy al gusto de la omnipresente censura franquista, bien podríamos tener una base muy semejante a Reservoir Dogs (Tarantino, 1993). Después de robar en una fábrica, los cuatro atracadores se reúnen en un piso, una academia de baile, a esperar al quinto que escapó con el dinero. Durante la espera a Juan, un fabuloso Alberto Closas, y el botín, los cuatro atracadores esperan. El grupo está formado por un paria ,que encarna un joven Arturo Fernández (un actor desaprovechado y a la fuerza encasillado por la desidia cinematográfica patria), un bailarín y la mujer de éste, una chica sin suerte, de dudosa moralidad como se diría entonces, un poeta y un empleado de la fábrica a la que pretenden dar el golpe y que será de vital importancia en el remate de la trama principal . Juan se retrasa y el resto de personajes, intranquilos por el destino del botín y su portador, comienzan a diseccionar por medio de flashbacks su relación con él, desde el día que alquila una habitación en la academia de baile hasta momentos antes de llevar a cabo el golpe.
Tanto el argumento como la planificación de Distrito Quinto, aunque eminentemente teatral, no deja de sorprendernos. Hay que tener en cuenta que el año de producción de la película es 1957. España y su cine en 1957 (aunque, sin embargo, no dejó de ser un período, el de los 50, plagado de grandes películas).
Julio Coll, también productor y guionista del film, decide no mostrar nada del atraco. Prefirió centrarse en los personajes, encerrados en una habitación y mostrarnos las miserias y sueños, que se romperán por su ansiedad y desconfianza . Desconocemos si este interés venía impuesto por una inicial autocensura. Porqué en ese tiempo sería inimaginable que los atracadores ganaran la partida y se fueran de rositas, o que no se reflejara la figura de un agente redentor. Por esto último hay diálogos de Closas que, visto desde tiempos actuales, nos rechinan . Fuera como fuese, el ajustarse al lado humano de todos los personajes, anhelos y miserias, dentro de una atmosfera asfixiante y atados a un suspense que te empuja sin darte cuenta hacia el fatal , y por otro lado magistral recurso que emplea Coll, desenlace, es lo que confiere a esta obra el calificativo de pequeña joya del cine negro.
Coll sabe como mover a los actores y la cámara en un escenario único. Emplea panorámicas y travelling para desenvolverse con ligereza por un complicado decorado, planos secuencias al servicio de los actores, que sabe dirigir y situar formando bellas composiciones, incluyendo primer termino y segundo termino de la acción, que te hacen olvidar, o mejor, no hacer evidente más que lo suficiente, la realización de Coll. Sin embargo esto no deja de lado un latente buen hacer de director y algunos planos dignos de recordar con una factura inmejorable.
Alberto Closas y Arturo Fernández destacan sobre los demás, cuando están en un mismo plano saltan chispas, por la tensión que desbordan. El primero haciendo de un tipo traumatizado por su pasado y presente. El otro en un continuo desafío hacia Juan ya que son discípulos del mismo profesor del hampa, El Marquesito (que no aparece en la película salvo en una foto en la prensa). En el tratamiento de estos dos personajes, Coll decide inclinarse por el subtexto más que por una construcción evidente, que espolea la acción de la película . El resto, Jesús Colomer, Carlos Mendy, Linda Chacón, Montserrat Salvador, Pedro de Córdoba, Carlos Otero, apuntala, con solvencia, y enriquece el profesional hacer de Closas y Fernández.
Julio Coll, que fue un personaje polifacético, periodista, crítico teatral, escritor, guionista; de haber nacido en otro lugar, es lo que siempre se dice pero no por ello no deja de ser una realidad, hubiera tenido el reconocimiento que se merece. En cambio es un director olvidado que tiene entre su filmografía Distrito Quinto, una modesta perla del género negro.
JUAN AVELLÁN
2 comentarios:
Vaya, vaya, vaya... Qué calladito se lo tenía el señor Tarantino... No conocía la referencia, pero qué casualidad que el argumento sea similar y que Coll tampoco muestre el atraco. Siempre se había hablado de "Atraco perfecto" como antecedente. Pero de esta, ni flores.
Ya te digo. No es tan descabellado si pensamos que Tarantino, mejor dicho su cine, se basa eminetemente en el plagio. Perdón, que ahora se llama homenaje.
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