miércoles, 8 de febrero de 2012

GRAN TORINO (2008) de Clint Eastwood


La imagen icónica de un anciano Eastwood alzando la mano como si fuera un revólver, es una clara autorreferencia que nos indica el fin de un mito, de un personaje y de un tipo duro. El ocaso de un ídolo, una mirada irónica y nostálgica a una vasta carrera como actor que parece tocada a su fin. De hecho en origen el proyecto que devino en Gran Torino se concibió como una continuación de la saga de Harry Callahan, si bien el personaje encarnado por Eastwood, Walt Kowalski, se podría seguir interpretando como si de un Harry Callahan viejo y cascarrabias se tratara (aunque atendiendo a su imprevisible final ambos personajes quedan contrapuestos para siempre). Kowalski es un tipo chapado a la antigua, que vive en la típica casa americana donde una bandera de su país ondea en el porche. No entiende cómo su barrio ha podido convertirse en lo que es hoy día, un lugar plagado de extranjeros asiáticos y de “morenos”, donde bandas callejeras acampan a sus anchas y se hacen los amos del terreno en el cual se enfrentan a diario.

Gran Torino habla de las ya de por sí complejas relaciones sociales, con el agravante del racismo. Kowalski es un hombre solitario y viudo cargado de prejuicios, veterano de la Guerra de Corea, que no entiende otros modos de vida que no sea el modelo americano. Su más preciado tesoro es un Gran Torino de 1972, que en la película sirve precisamente a modo de metáfora de la identidad global, así como del ser más íntimo del protagonista. Cuando su vecino Thao es intimidado por su primo (quien pertenece a una banda callejera que tiene acobardada a la familia de Thao) a robar el Gran Torino de Kowalski, se logra invadir bruscamente la intimidad de éste; siendo a raíz de este acontecimiento cuando las vidas de Kowalski y sus vecinos asiáticos quedan destinadas a unirse irremediablemente. Es en este sentido donde el Gran Torino funciona con otro símbolo, como espejo del alma de Kowalski, en definitiva un reflejo de sí mismo. El estado de las relaciones entre los personajes de la película aparecen reflejados en el vehículo. Al principio el auto aparece tapado, o bien el encuadre no lo recoge en toda su magnitud, no siendo hasta bien avanzada la trama cuando alcanzamos a ver el vehículo en su totalidad; lo que podría revelar de qué modo el huraño Kowalski va tomando contacto con su entorno, poco a poco. De ahí el título de la película, su significado.


Gran Torino posee un guión que por muy poco no alcanza la categoría de sublime, autoría de Nick Schenk, en el que habita un formato típico de melodrama, oscilante entre las categorías de lo personal y lo social. Bajo el pretexto de contarnos la historia de un individuo, Walt Kowalski, se pretenden abordar temas universales, desde la óptica de lo social. Asimismo, plantea las relaciones entre dos o más personas en términos de conflicto, que se va resolviendo conforme va avanzando el texto cinematográfico. Otra de sus características, pues, no puede ser otra que su dimensión didáctica, la cual encontramos en los temas ya aludidos y en otros que guardan consonancia y coherencia con lo ya abordado por el maestro sobretodo en la última etapa de su carrera (Sin perdón [1992] y Million Dollar Baby [2004]), como son la deuda de conciencia, la desestructuración de la familia o la redención.

La despedida como actor de Eastwood se aprecia en el aroma crepuscular que desprende cada fotograma, siendo su final épico el detonante definitivo. Eastwood vuelve a demostrar, una vez más, ser un genio de la narrativa, un virtuoso de cómo se hacen las películas, abriendo el abanico de su relato de la forma más sencilla y clásica posible. Cada secuencia nos va descubriendo poco a poco un aspecto más de los personajes y de la historia,  en una magistral puesta en escena donde predominan abiertamente los símbolos (una medalla, un coche, un mechero); sin olvidar la magnífica presentación de los personajes (por ejemplo, al comienzo del film, en la misa por la difunta esposa, basta ver los gruñidos y la cara de asco de Kowalski para descubrir cuánto desprecia unos valores que no son los suyos; o de qué forma se presenta al personaje de Thao, esto es, leyendo un libro por la calle, basta esta figurativa imagen para valorar que este muchacho no tiene nada que ver con la banda callejera que lo acosa sin respiro a él y su familia). Todo ello apoyado por apenas un par de melodías más que suficientes.


Harry Callahan quería que le alegraran el día cuando empuñaba su Magnum 44. En Gran Torino sucede exactamente lo contrario, quien nos alegra el día es el maestro Clint Eastwood con su infinita delicadeza, su buen hacer y los maravillosos valores que nos transmite. En todo momento demuestra ser dueño de la situación conduciendo con seguridad el relato, llevándonos hábilmente por los caminos que en cada momento elige; ya sea los del humor o los del nudo en la garganta. Uno de los elementos que hacen de Gran Torino una experiencia única es la interpretación de Kowalski por parte de Clint Eastwood, quien dota de magnífica solvencia a un entrañable personaje al que se adora de la primera a la última secuencia. Una más que digna despedida de la interpretación.

Gran Torino también posee, a su modo, esencia de fantástico western moderno y urbano. Prueben a sustituir los coches por caballos, imagínense que las bandas callejeras son en realidad forajidos, que el escenario donde se teje la acción es un pueblo sin ley, y miren a Kowalski como a esos pistoleros solitarios que tienen moral propia y deciden hacer justicia por su cuenta. Sin olvidarnos del rifle. Si de despedidas estamos hablando, no se extrañen de la interpretación que propongo. Al fin y al cabo, estamos hablando de un tipo que fue un jinete pálido y que cabalgó a lomos de caballo por los desiertos de Almería. Ya sabía, por tanto, de lo que estaba hablando.

EDUARDO M. MUÑOZ

3 comentarios:

Manderly dijo...

Siempre me ha gustado más el Eastwood director que el actor. Pero las que él protagoniza y dirige me gustan especialmente.
En Gran Torino, no te pones del lado de nadie: los nuevos vecinos tienen todo el derecho a estar ahí y de Kowalsky entendemos perfectamente sus sentimientos. A pesar de ellos, poco a poco va conociendo a las personas dejando de lado el pasado.
A pesar de que en el fondo no es tan malo como aparenta, este cascarrabias nos acaba gustando.
La mezcla de culuras tan dispares es extraña pero no tiene porqué ser algo incompatible, poniendo cada lado un poco de su parte.
Gran película!
Gran Torino!
Saludos.

Sidhe dijo...

A mi me produce una mezcla de nostalgia y tristeza verla, comparto contigo que me olía a despedida interpretativa de Clint...Pues tienes razón, es una gran western urbano.

Un saludo Eduardo :)

KEN'AY dijo...

Yo descubrí un nuevo Eastwood en esta película que me sorprendí un poco. Creo que es un punto de inflexión en su carrera junto con otros títulos del momento como MDB o Más allá de la vida...