Pantaleón y las visitadoras representa una historia que destaca por su creatividad. Uno no tiene la sensación de haber visto la película mil veces. Muchos cineastas, -aunque quizá sería más preciso decir que muchas productoras- incurren en el vicio ese de abordar constantemente los mismos temas, con los mismos elementos narrativos, y las mismas soluciones. ¿Acaso la comedia romántica americana no es siempre la misma comedia?. No es nada fácil salirse de las estructuras dadas, de los temas enquistados y del perfil marcado de los protagonistas. Afortunadamente ésta película peruana nos propone una historia diferente, una historia basada en la novela del mismo nombre que Don Mario Vargas Llosa publicó en 1.973 con una tirada de 100.000 ejemplares en la primera edición. Y nos la cuenta con una sólida puesta en escena, y un guión depositario de un discurso brillante y caudaloso. Un discurso donde las necesidades libidinosas del hombre, el miedo a la libertad, la corrupción de los medios y las instituciones, la represión estigmatizante de los temperamentos humanos y el lenguaje mismo como síntoma indicativo de un complejo social, conforman sus contenidos esenciales. Porque la perífrasis revela la hipocresía social en que nos hayamos, y las "visitadoras" es el nombre que se utiliza para evitar decir "las putas" o "las prostitutas" o "las rameras", y la negación a llamar a las cosas por su nombre, -es decir, el enmascaramiento linguístico-, no es más que el trámite necesario para que estas cosas puedan ser introducidas en nuestras conversaciones y puedan ser soportadas sin el rubor de la vergüenza o el sentimiento de culpabilidad. El director peruano Francisco J. Lombardi esgrime de esta forma en una crítica mordaz de las instituciones peruanas y al mismo tiempo una reflexión sobre el lenguaje y sobre los complejos psicológicos que nos traen nuestras tradiciones más antiguas. Particular mención merecen el actor protagonista, el peruano Salvador del Solar quien hace gala de un laudable rigor militar, Tatiana Astengo y la sensacional Angie Cepeda en el papel de "visitadoras" y el locuaz y elocuente Aristóteles Picho, en el papel de locutor de radio. La fuerza de los actores, el verismo presente, y el trabado guión de esta película forman una simbiosis exquisita, natural e interesante, un cóctel de sabores contrapuestos pero armoniosamente mezclados para delicia de los paladares más refinados. Pantaleón y las visitadoras evidencia un magnífico equilibrio de fuerzas y contenciones, donde los elementos narrativos, técnicos, y actorales se conjugan con atinada mesura.
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