“La soledad me ha
seguido toda mi vida. A todos lados. En las tabernas, en los autos. Por las
aceras, en las tiendas. Por todos lados. No hay manera de escapar de ella. Dios
me hizo un hombre solitario”. La cita, como la mayoría habrá adivinado, no
pertenece a Her, sino a Taxi
Driver (1976, Martin Scorsese). Sin embargo, salvando las distancias, dicha
cita podría aplicarse a modo de monólogo del protagonista en el brillante film de Spike Jonze, ya que la soledad es su
quintaesencia. Como metáfora queda reflejada visualmente a través de fastuosos
rascacielos, en el contacto con la tecnología, en los flashbacks; sin olvidar los no pocos momentos cotidianos
que presenciamos de su protagonista, Theodore, un Joaquin Phoenix soberbio, impecable y desgarrador.
La historia se desarrolla en un futuro no muy lejano. No sabemos
nunca el año exacto pero deducimos que es
así porque muchas de las situaciones que vemos en el film empezamos a intuirlas a día de hoy, el instinto visionario de Jonze es para echarse a temblar (¿es necesario recordar esa
necesidad imperiosa que tenemos de no poder separarnos de los teléfonos móviles y las redes
sociales?). El marco, el de una gran ciudad, se supone que Los Ángeles, que ya
es un canto a la soledad en sí misma, con esos viandantes caminando por el
asfalto cual modernos zombies inmersos en sus artefactos electrónicos como si
no necesitaran de nada más.
Her refleja de un modo original lo que
para Spike Jonze es un hecho evidente en sí mismo: La relación perfecta no
existe por la incapacidad de comunicarnos y expresar nuestros sentimientos. Después de la incomunicación, la
relación se tambalea y termina muriendo. Así, la soledad permanece como la única
verdad inmutable del ser humano. Jonze se sirve de esta premisa para mostrar lo
que parece algo descabellado pero que gracias a una inusual delicadeza te lo crees de cabo a rabo y, de paso, consigue una magistral reflexión sobre
la relación del hombre moderno con las tecnologías: La relación amorosa entre
un sistema operativo con voz femenina (una Scarlett
Johansson invisible pero que sin embargo está presente al espectador en
todo momento, algo así como una versión femenina y sexy de HAL 9000) y un hombre que acaba de sufrir una dolorosa ruptura
sentimental.
Spike Jonze acierta creando un bello pero al mismo tiempo
desgarrador y triste relato sobre el hombre y el contacto con su mundo,
apoyado por un espléndido guión que fue merecedor del Oscar de Hollywood en la
última edición de los Premios de la
Academia, el primero, por cierto, que escribe en solitario.
Pero además de todo lo anterior, no hay que olvidar que Her es también una curiosa historia de amor, de las más originales
que se recuerdan. Un romance que atrapa, divierte, emociona y nos hace
reflexionar a partes iguales, porque en el fondo habla de lo que somos, de unos
seres que necesitan (e incluso reclaman) ser amados, ya sean sistemas
informáticos o personas.
Acabemos nuestro escrito renegando de la Academia de Hollywood, que no gozó de la sabiduría necesaria para nominar siquiera a Joaquin Phoenix por su espléndido trabajo. Uno de esos papeles difíciles (aquéllos donde el actor tiene que dar todo de sí y mostrarse creíble sin aspavientos, gesticulaciones y sobreactuaciones varias, en situaciones cotidianas y sin más compañía que una voz femenina). No todos los días se puede disfrutar de una interpretación tan veraz. Por cierto, Scarlett Johansson también merecía su nominación aunque no la veamos nunca en pantalla, pues sólo el uso de su voz la ilumina. Pero de los absurdos e injusticias que llenan la historia de los Oscar, nos ocuparemos otro día. Hoy, sólo nos queda aplaudir ante el colosal trabajo de Spike Jonze. Bravo.
Acabemos nuestro escrito renegando de la Academia de Hollywood, que no gozó de la sabiduría necesaria para nominar siquiera a Joaquin Phoenix por su espléndido trabajo. Uno de esos papeles difíciles (aquéllos donde el actor tiene que dar todo de sí y mostrarse creíble sin aspavientos, gesticulaciones y sobreactuaciones varias, en situaciones cotidianas y sin más compañía que una voz femenina). No todos los días se puede disfrutar de una interpretación tan veraz. Por cierto, Scarlett Johansson también merecía su nominación aunque no la veamos nunca en pantalla, pues sólo el uso de su voz la ilumina. Pero de los absurdos e injusticias que llenan la historia de los Oscar, nos ocuparemos otro día. Hoy, sólo nos queda aplaudir ante el colosal trabajo de Spike Jonze. Bravo.
EDUARDO M. MUÑOZ
2 comentarios:
Pues nada, habrá que verla. Sobre la tecnología y nuestra relación con ella tenemos antecedentes. Desde la vieja Metrópolis de Lang. Más reciente, WALL-E, el Hombre bicentenario, IA, y otras. Una reflexión de U. Eco sobre los celulares está en:
http://prodavinci.com/2013/08/22/ciencia-y-tecnologia/dejando-el-habito-del-telefono-celular-por-umberto-eco/
Y también -por supuesto- están las más complejas y profundas reflexiones de M. Heidegger sobre la técnica. En un sitio que se llama heideggeriana se consigue su ensayo sobre la técnica.
Se me ocurre una idea luego de leer este post: debido a la gran cantidad de películas que hoy en día utilizan voces en off (animadas particularmente) debería incluirse la categoría mejor voz en off en el Óscar. ¿Qué tal?
Errata (aparente). (Favor no interpretar mal quien escribió):
"... de unos seres que necesitan (e incluso reclaman) ser amados, ya sean sistemas informáticos o personas". Creo que los verbos aquí deberían ser en primera persona del plural. Se deduce que quien escribe no tiene esa necesidad ni falta de amor, lo cual celebro, ya es uno menos del lote de solitarios.
Siempre grato venir por donde el señor Coppola. Comentarios inteligentes e imparciales, sin pelos en la lengua. Salu2.
Muchísimas gracias por tu comentario Antolín, siempre es un placer leerte y que te pases a visitarnos.
Gracias por la corrección, para la próxima vez tendré en cuenta lo del uso del plural (aunque me sale en singular como bien has dicho porque afortunadamente no pertenezco al club de los solitarios, jejeje)
Un abrazo
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