Tres personas y un yate es lo único que necesita Roman
Polanski para conseguir una ficción hiperrealista de esas que hacen que el
espectador no despegue la vista de la pantalla. ‘El cuchillo en el agua’
tiene mucho más mérito al tratarse del estreno en el largometraje del cineasta
polaco. El perfecto dominio del arte cinematográfico en Polanski estuvo desde
el principio y ya se apreciaba en esta su primera película.
Uno de los temas reflejados en el film es el del
matrimonio fracasado, fallido y de apariencia, que sólo se sostiene por los bienes
materiales, aquí reflejados en la figura del yate y del coche. El comienzo presenta a un matrimonio viajando en coche
donde, por la manera de comportarse, intuimos en ellos cierta putrefacción. Desde
esos primeros planos atisbamos una forma de hacer cine que
nada tenía que ver con lo que era habitual en la época. En este viaje en coche, de claras reminiscencias a ‘Te querré siempre’ de Roberto Rossellini (1954), por una
solitaria carretera, la propia iluminación de los rostros ya sorprende, al
mismo tiempo que no existe ni una sola transparencia, como solía hacerse en el cine clásico americano.
‘El cuchillo en el agua’ adquiere como propias las formas de
la ‘nouvelle vague’ para adentrarse en las vidas de este matrimonio que van a
pasar el día en su barco de recreo y que, a punto de atropellar a un autoestopista,
deciden llevarlo con ellos. Los motivos que hacen que el marido invite al joven
vagabundo resultan un misterio, y he ahí una de las bazas del film, ya que
todas las respuestas se van resolviendo conforme la trama avanza (a excepción
del final abierto, atípico para la época).
La rutina del barco, lejos de resultar tediosa, es
presentada por Polanski de forma elegante en base a una excepcional forma de
emplazar la cámara, distinta en cada encuadre. La figura del cuchillo (deudora
de Hitchcock y su 'McGuffin') es empleada con acierto para crear suspense y para
que la crispación entre los personajes vaya creciendo en una atmósfera
asfixiante conseguida a través de un lenguaje narrativo magistral. La
personalidad de los personajes se va desvelando conforme el día va avanzando y
van aflorando los enfrentamientos de los dos hombres por presumir ante la sensual y atractiva mujer, recurso conseguido a raíz de construir los personajes en base a un conflicto
generacional y de clase. Se puede sostener también que los personajes se
solapan hasta tal punto que conoces forzosamente a cualquiera de ellos a través de los otros y al revés, ya que ninguno
desvela su verdadera identidad en ningún momento (pensamos, por ejemplo, en la mentira dicha por el vagabundo según la cual no sabía nadar). Todos ocultan algo, y se parecen más entre ellos de lo que parece a simple vista. El triangulo es indisoluble.
La belleza plástica de la película es prodigiosa y la luz
natural consigue unas cotas de realismo difíciles de superar. El genio de
Polanski se aprecia en muchos aspectos de la película, pero sobre todo en el apartado técnico, donde demuestra un virtuosismo fuera de lo común. Él mismo ha relatado el
infierno que supuso rodar en exteriores y en mitad del mar, y los problemas que
tuvo para que las diferentes escenas y planos no tuvieran fallos de raccord. Un buen plano del barco con unas nubes de fondo, por ejemplo, se puede conseguir. Pero si esas mismas nubes se van
inesperadamente, o el cielo se nubla, ya no se obtiene el contraplano. Ese tipo de
problemas no se aprecian en ningún momento, gracias al espléndido trabajo de todo el equipo que trabajó en el film.
'El cuchillo en el agua' no parece la primera obra de un cineasta principiante. Lejos de eso, es una cinta impecable de un tipo que vive por y para
el cine, que llevaba el cine en las tripas y cuya carrera comenzaba de forma imparable con esta película filmada en su país de origen. La leyenda de un grande del séptimo arte había nacido.
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Fotos del complicado rodaje de "El cuchillo en el agua" |
EDUARDO M. MUÑOZ
1 comentario:
Así es. Una magistral película de Polanski, que continuaría luego con otra del mismo corte: Cul de sac. Un maestro del 7o. arte.
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