sábado, 18 de junio de 2011

VIDA Y CINE: ANHELO HIPERREALISTA.


He puesto una película de Bergman. Versión original subtitulada. Recuerdo las palabras de un libro que lei. Decía Woody Allen de sus primeros filmes que sus guiones tienen un ritmo subyacente, un ritmo semejante en todos ellos. Decía que de ver tantas veces las películas de Bergman tiene en su haber el ritmo que tienen los subtítulos. Lógicamente esto no es una influencia del director sueco sino más bien de un traductor desconocido que trabaja para algún organismo o una empresa cuya labor consiste en traducir los guiones de estas películas. Por ello, en realidad el ritmo que presentan los subtítulos no es en puridad el ritmo del guión original, que vete tú a saber qué ritmo le había dado el guionista en cuestión. Lo de los ritmos es algo que aprendimos en las asignaturas de lengua y literatura en el colegio. Nuestros autores clásicos son dados a la cuaderna vía, a los endecasílabos, a los heptasílabos o a los octosílabos. Un texto como éste en heptasílabos tiene una música oculta que sin embargo marca nuestra memoria viva. También en los subtítulos como en todas las formas de la expresión escrita, es importante dar algo de sonsonete en cada frase. Al leer de esta forma el pensamiento se deshace en un mar de afinación y consonancia. Lamentablemente los hombres en nuestras propias vidas, en nuestra vida cotidiana, no hablamos calibrando las sílabas y los acentos tonales. En realidad unos hablan de un modo y otros tantos de otro. Este es quizá uno de los muchos defectos que veo los guiones de hoy en día. Tanto perfeccionismo actúa contra la realidad. Los guiones se hicieron para ser representados y la representación requiere una comunicación clara y efectiva. Sin embargo en la vida cotidiana la comunicación no es clara y efectiva y muchas veces hay que dar muchas vueltas en una conversación para clarear el mensaje. Ni siquiera el cine más realista raya la realidad. No estaría mal introducir algo de caos, desorden y sobretodo gracia e inspiración para recomponer una forma desde lo más parecido a las maneras reales que tenemos de expresarnos. Hablamos y hablamos y a menudo las frases se entrecortan, redundamos, repetimos, incurrimos en lapsus, nos quedamos en blanco, perdemos la memoria, formulamos las frases con un cierto desorden gramatical, contestamos con algo que no tiene nada que ver con el objeto de la conversación... ¿dónde está todo esto?, ¿dónde está todo esto?. Éste es quizá un territorio impracticado, el reto aventurado de un guionista atrevido con vocación de realidad . 

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

1 comentario:

Eduardo Muñoz dijo...

No tenemos nada de Bergman. Habrá que ponerse a ello ;-)