miércoles, 9 de noviembre de 2011

MELANCOLÍA (MELANCHOLIA, 2011) de Lars von Trier



Nunca hemos sido por lo general fieles devotos del cineasta danés Lars von Trier. No cabe duda de que algunos de sus films son firmes experimentos notables, como ese Dogma titulado Los idiotas (1998), y que en algunas ocasiones nos ha tocado el corazón de forma alarmante y desoladora, como en el digno musical Bailando en la oscuridad (2000), y no le quitamos mérito por ello. Pero en nuestra opinión su obra se caracteriza más por la polémica y por altas dosis de sobrevaloración dentro de los círculos cinéfilos, que por su calidad de cineasta indiscutible propiamente dicho.

Sin embargo su último film, Melancolía, nos ha sobrecogido el espíritu. En ella hallamos un producto al margen de polémicas y de discursos artificiosos, limpio, inmaculado y sincero. Ya en su composición, bastante literaria, que incluye prólogo y dos partes, se aprecia su intención de crear una amarga pero bella fábula sobre el fin del mundo. Sigue existiendo polémica en Melancolía pero no ya en su discurso cinematográfico, sino en ese momento del Festival de Cannes 2011 donde Lars von Trier hizo unas desafortunadas declaraciones en las que soltó la perlita de que entendía a Hitler. El símil fue desacertado desde luego, pero acorde sin embargo con lo que cuenta su película, esto es, una visión nada alentadora de la condición humana.


Lars von Trier transmite en su film un universo moral decadente donde la humanidad carece de cualquier muestra de ética. En su primera parte lo refleja a través de un acontecimiento que se supone que debiera ser la muestra más alta de felicidad entre dos personas que se aman: una boda. Aquí el cineasta danés construye una gama de personajes dentro de un acontecimiento glorioso que deviene en farsa, obteniendo así una novia (Justine, interpretada con maestría por Kirsten Dunst) con bipolaridad, un padre afectuoso que sin embargo abandona a su hija cuando ella le pide que se quede a pasar la noche en el Hotel donde se está realizando la celebración, un jefe que encarga a Justine que trabaje pese a ser el día de su boda, una madre que augura delante de todos que la boda será un fiasco en menos que canta un gallo, sin olvidar al cuñado que no deja de recordar que la boda ha sido financiada por él. Este mundo de lo humano tan vil y putrefacto se fundamenta más adelante, cuando Justine sostiene aquello de: "La tierra es malvada".

En el primer tramo de la cinta conocemos a Justine y el mundo que le rodea, mientras que la segunda parte está centrada en su hermana (Charlotte Gainsbourg), único personaje que demuestra dosis de humanidad. Justine es una mujer con una enfermedad del alma que consigue que se vaya autodestruyendo poco a poco. Viste de blanco al comienzo en un intento banal e inútil por ser feliz para más tarde cambiar su vestido por una camiseta negra, a juego con su espíritu. Melancolía es, sobre todo, la composición armónica de un apocalipsis interior, íntimo, personal, reflejado metafóricamente en otro mucho mayor, donde la vida en el planeta Tierra dejará de existir a causa de un astro que colisionará con nosotros llamado Melancolía.


Melancolía se mueve, por tanto, bajo dos terrenos: el drama humano y la ciencia ficción apocalíptica. Menuda mezcla surge de todo ello. Lars von Trier erige tal perfección con su nueva creación que provoca un efecto hipnótico del comienzo al fin. Ya el prólogo es antológico, magistral y soberbio, donde unas bellísimas imágenes en cámara lenta acompañadas por los magníficos acordes del Preludio de Tristán e Isolda de Richard Wagner (cuya belleza acompaña a toda la cinta como banda sonora única) provocan momentos mágicos e irrepetibles muy difíciles de olvidar, de esos que nos acompañan obsesivamente durante días y días cuando nos ha gratificado alguna película en grado sumo. Un comienzo arrebatador cuyas potentes imágenes sirven a modo de resumen de lo que va a acontecer después. Von Trier es capaz de lograr desde entonces un aura de misterio fatalista conmovedor, a medio camino entre lo romántico, la fábula, lo mágico, lo poético y lo apocalíptico, que acompaña a todo el film sin necesidad de abusar de efectos especiales que, dicho sea de paso, hubiera sido lo común en otros directores. Se eleva con ello al Olimpo de los grandes cineastas.

El trabajo con los actores es manífico. Todos ellos están dotados de brillantes interpretaciones. Mención especial merece Kirsten Dunst (en un papel pensado originariamente para Penélope Cruz), que ha pasado de ser famosa por la saga Spiderman a erigirse como gran actriz al bordar un difícil personaje cuyo trabajo ha sido reconocido con el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes de 2011. Completan el brillante reparto Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling,  John Hurt (quien otrora fuera primera víctima del octavo pasajero) y Alexander Skarsgård, para una joya del cine reciente.

EDUARDO M. MUÑOZ

3 comentarios:

Inma Molina Menduiña dijo...

Estoy deseando mirarla

Eduardo M. Muñoz dijo...

No soy muy de Von Trier, pero esta me ha parecido sublime. Te gustará ;-)

Xavier Núñez Casanovas dijo...

este viernes voy a ir sin falta, el tráiler me parece espectacular.