domingo, 11 de diciembre de 2011

UN MÉTODO PELIGROSO (A DANGEROUS METHOD, 2.011) de David Cronenberg


El director canadiense David Cronenberg, director de culto para muchos y conocido por las tan laureadas La mosca (1.986) o Inseparables (1.988) nos decepciona ahora con Un método peligroso, una adaptación, fallida y destemplada, de la obra de teatro The Talking Cure escrita por el guionista, director y dramaturgo Christopher Hampton.

Con esta malograda cinta Cronenberg nos remonta a los tiempos en que Sigmund Freud, publica entre 1.893 y 1.901 los primeros bosquejos de la teoría del psicoanálisis y la interpretación de los sueños. El trajín del psicoanálisis, las primeras exploraciones a los primeros pacientes sometidos a esta teoría, el método de la asociación libre de ideas, la escucha con atención flotante y otras técnicas propias de la teoría psicoanalítica constituyen el contexto a través del cual se desarrolla una historia de amor, tan peculiar y anodina, como insustancial, huera, frívola, desazonada y vacía.


El único reclamo que presenta esta historia es la relación extramatrimonial que mantienen un hombre casado como Carl Jung y su paciente Sabina Spielrein. Si quitamos las cuatro escenitas de cama con que nos dora el gusto y el componente sadomasoquista con que Carl y Sabina nos arrebata nuestro espíritu más puro; si borráramos de un plumazo la extraña y morbosa contradicción que se evidencia en quienes así mismo tratan de dar cura a sus pacientes neuróticos, histéricos, obsesivos, compulsivos, sádicos y masoquistas; si quitamos todo esto, -digo-, no nos queda nada interesante que ver en la película. Rocco Siffredi tendría más mérito que Michael Fassbinder. Y Bella Donna algo más que Keira Knightley.

Lo demás no son más que vana charlatanería, palabras y palabras de un universo vacío, un bla, bla, bla, que no hace más que llenar el tiempo del largometraje con bosquejos y trazos de la teoría del psicoanálisis; textos, reproducidos con voz en off, de la abundante correspondencia epistolar que Carl Jung y Sigmund Freud mantuvieron desde que se conocieron hasta la ruptura de su amistad. Toda la discusión teórica que evoluciona desde puntos de vista encontrados nos acaba embotando la cabeza. No alcanzamos a ver con claridad las ideas que se exponen: se utilizan muchos conceptos teóricos del mundo de la psicología, se habla por activa y por pasiva de la idea de psique, de líbido, de pulsión, de instinto, de represión, de resistencias, de asociaciones libres, de los que más o menos nos hacemos una idea de lo que significan pero que de ningún modo alcanzamos a penetrar completamente. Por eso la cinta está muy bien para que la revisen en la facultad de filosofía los que ya vienen aprendidos pero no es apta para el disfrute de gente normal y corriente que como un servidor se suele parar cuando el semáforo se pone en rojo o cuando pasa una chica bonita por el paso de cebra.


Es cierto que la cinta cuenta con todos los reclamos para ser acreedora de un éxito comercial considerable, pero no es menos cierto que Un método peligroso no pasa de ser un producto cargado de buenas intenciones, una cinta algo fallida que no alcanza, ni por asomo, las altas cotas que David Cronenberg consiguió con la sensacional “Inseparables” (1.988) y que en lo que a su desdoro se refiere, ni siquiera ha conseguido romper con los rígidos moldes que la obra de teatro en la que se basa le impone. 

Dentro de la filmografía del director canadiense estamos ante una película menor, con buena factura pero sin alma y carente por completo de la más mínima inspiración. El drama no tiene dinamismo, está anclado en pocos escenarios, con grupos de actores que no se mueven demasiado. El guión, también fallido, corre a cargo de Christopher Hampton quien nos deleita con un torbellino de conceptos freudianos y nos transporta al séptimo sueño en menos que canta un gallo.



Sólo he visto a par de actores haciendo un buen papel. Mientras que Keira Knightley nos deleita con su gama de muecas desaforadas y estrafalarias, con su abanico de gestos, posturas y actitudes sobreactuadas, aderezadas con ecos sadomasoquistas, y con una seducción algo más forzada que natural, Michael Fassbender da vida al ilustre psiquiatra Carl Jung, y nos deslumbra por su elegancia y su pose, haciendo gala de una exquisita sensibilidad y de un misticismo íntimo y contenido de pupila dilatada. Viggo Mortensen interpreta a Sigmund Freud y se convierte en Sigmund Freud, como nadie da muestras de un sentido del humor retranqueado, suave e irónico a la vez, dando vida aun personaje robusto en su calado intelectual y serio como cualquier científico que se precie de serlo.

Un método peligroso no es una película apta para todos los públicos sino sólo para psicólogos, psicoanalistas y gente del mundillo. Quizá si hojeásemos alguna revista de esas de psicología o si nos pasásemos un día por el Vip´s y nos compráramos unos cuantos libros de esos de autoayuda y superación creo que fácilmente podremos entender el guión con algo más de claridad y darnos cuenta que aquello que sea eso del psicoanálisis es algo que no puede explicarse con un par de escenas de cama, ni mucho menos con cuatro cartas de un par de amigos. Desde luego que las escenas de cama están muy vistas en el cine y la verdad es que ya no nos despiertan el más mínimo interés.

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

5 comentarios:

Eduardo M. Muñoz dijo...

Una vez más discrepo contigo. No hay más que echarle un vistazo a la vida de los personajes de la pelicula para descubrir que todo lo que sucede en "Un metodo peligroso" es verídico. Cronenberg no pretende más que asomarse al rincón de las vidas de Freud, Jung y Sabrina Spielrein y mostrarnos unos años de las mismas, concretamente las raíces que marcaron el distanciamiento ideologico y personal entre Freud y Jung.
La pelicula me pareció muy buena y el uso del sexo que tu usas en tu critica tan peyorativamente no es nada gratuito para el desarrollo de la trama.
Y claro, si la pelicula es de psicoanalisis, las personas no iniciadas en el tema quizás no vayan a entenderla, pero por eso mismo a nadie se le pone una pistola en la cabeza para que vaya a verla, del mismo modo que yo no estoy obligado a ver un cine que no me interesa.

Antonio Martín de las Mulas dijo...

jejeje no esperaba menos de ti, colega... Cronenberg también podría haber elegido el momento de las vidas de Freud, Jung o Spielrein en el que encienden un interruptor, conectan un enchufe, mastican o algo así, pero esto no nos interesa. Aunque sea verídico. El planteamiento de las escenas de cama no es nada gratuito para el desarrollo de la trama porque si se eliminan carecería de interés para los espectadores. Nadie iría a verla y los productores palmarían pasta. ¿Quién querría ver un documental sobre el psicoanálisis?. Hubiera sido más interesante una biografía o algo así de uno de los dos. Yo creo que si quitas el rollo sexual o simplemente le haces algún tipo de elipsis la cinta se va al garete o por lo menos su interés comercial y taquillero. Sin sexo a la vista o con el sexo elidido o fugazmente mostrado los pobres espectadores tendrían que soportar otro ensayo de filosofías profundas semejante a "El arbol de la vida". Por lo menos Malick conservó su pureza y no cedió ni un ápice ante ningún reclamo comercial. En fin, que se agradecen las escenitas pero puestos a ello preferiría ver alguna peli de Nacho Vidal.

eduardo munoz dijo...

El propio tema y, si me apuras, lá propia autoria de cronenberg invalidan lá peli como producto comercial. Dicho cineasta entra en la categoria de artista, y nunca há necesitado hacer algo comercial. ahora tampoco. mejor di que no te há gustado lá peli y ya está, no pasa nada.

Antonio Martín de las Mulas dijo...

Hampton tenía preparado el guión de la película desde hace 10 años. Como al final no salió hizo una obra de teatro: The Talking Cure. Hace unos años, Cronenberg sacó de nuevo el guión del cajón, se lo entregó a Hampton para que lo reconfigurara, encontró financiación y ¡alejó!. Por lo demás y a mi juicio poco o más bien nada importa la autoridad de Cronenberg. Una firma de Picasso en un papel pintarrajeado no convierte ese dibujo en obra de arte. La obra de arte está ANTES de que la firme el artista y de que sepamos quien es. Las buenas películas son buenas ANTES de que sepamos quien es el director. Por lo menos debería de ser así. No solo digo que la peli no me ha gustado, también digo el por qué. Lo cual es desde luego una humilde opinión. Esto me recuerda esa crítica que hacía Santo Tomás de Aquino a sus contemporáneos. Decía que había que evitar caer en el "Magister dixit", es decir que los argumentos son plausibles no porque lo diga una autoridad, el maestro, el catedrático de la universidad, sino por la sencilla razón de que el argumento está bien construido.

Eduardo Muñoz dijo...

Qué duda cabe que el hecho de que sea firmada por un gran autor no es condición necesaria para que el producto sea bueno (tambien los genios se equivocan). Pero en esta ocasion Cronenberg lo borda en un tema tan complejo y nada fácil de ser llevado al cine. Por cierto, nunca se ha movido en los parámetros del cine más comercial. Aquí tampoco.