martes, 24 de enero de 2012

LAS SEÑORITAS DE ROCHEFORT (LES DEMOISELLES DE ROCHEFORT, 1967) de Jacques Demy


En uno de esos días en los que mandarías a la  humanidad a hacer puñetas, te adentras en la personal visión de Las señoritas de Rochefort y vuelves a reconciliarte con el género humano. Sólo por eso es de imprescindible visionado y a esto sí que le llamo yo cine de evasión en estado puro. Porque Demy es capaz de crear una atmósfera que nos retrotrae a un mundo maravilloso, repleto de buenas canciones, una excelente música de Michel Legrand, una acertada  fotografía (repleta de colorido) y un reparto genial.
Demy, antes de abordar Las señoritas de Rochefort, envalentonado por el merecido éxito de Los Paraguas  de Cherburgo (1964), empezó a materializar una idea que le llevaba años rondando la cabeza; hacer un musical a la antigua usanza, como en la época dorada para este género de Hollywood. Y vaya si lo consiguió. Sin embargo Las señoritas de Rochefort  no es un mero homenaje a los musicales americanos aunque encontremos en ella continuos guiños a éstos; la película es un soplo de aire fresco,  todavía conserva esa modernidad, en una época, aunque estuvieran por estrenarse grandes joyas musicales, en el que el género estaba herido de muerte.


Demy construyó Las señoritas de Rochefort a partir de remotas referencias: conjuga la Nouvelle vague con grandes números de baile a la antigua usanza, saca este tipo de cine a la calle, fuera de los estudios, lejos de grandes capitales como podrían ser París. Sin embargo este detalle, que supone un rasgo distintivo en la película, vino dado por problemas de localización. El director tenía en mente un título con claras referencias pictóricas, y por aquello de recomponer el musical, tal como hizo Picasso con su pintura, como era Las señoritas de Avignion. Esta inicial pretensión no se llevó a cabo porque la plaza de ese lugar no era lo bastante grande.
Las señoritas de Rochefort se abre con la llegada de unos feriantes, interpretados, debido a exigencias de la productora americana, algo que a Demy le facilitó contactar con el gran Gene Kelly, por George Chakiris  y Grover Dale; ambos actores actuaron en West Side story (1961), no en vano las escenas de baile del principio son un claro homenaje a la película de Wise y Robbins. Tras el establecimiento de los feriantes, la cámara con grúa nos introduce en la vida de dos gemelas (“que no se parecen mucho”), que dan clases de  canto y ballet, apasionadas y locas por encontrar a un amor, una de las grandes canciones  de la película (La canción de las gemelas), comienza aquí. En el papel de las dos hermanas están una maravillosa Catherine Deneuve y la genial, y hermana en la vida real, Françoise Dorléac, fallecida seis meses después en un fatídico accidente de tráfico, lo que supuso un trauma durante años para Deneuve.


Las señoritas  se enamoran de un joven pintor que está haciendo el servicio militar, Jacques Perrin, y de un desconocido extranjero, Gene Kelly. A partir de aquí comienza el universo que Demy quiere configurar a su guión (el destino, el azar, las casualidades), un mundo en el que nada es tan fácil de encontrar y que el destino, riéndose malvadamente de nosotros, nos pone trabas para no conseguir lo que anhelamos.
Todos los actores, excepto Danielle Darrieux, fueron doblados en la película, lo que no impide disfrutar de un fantástico reparto y de unos magistrales números de baile (el encuentro de Gene Kelly con Françoise Dorléac, la escena de Deneuve en la galería o las hermanas y los dos feriantes en la academia).


Demy al afrontar la realización tenia claro fundamentalmente dos cosas, que son lo que hacen especial a este musical,  la fotografía y la planificación acorde con la nueva corriente imperante en Francia. El director se inclina por una fotografía llena de colorido que acentúa esa sensación de estar ante un universo irreal, de entrar en otra dimensión, en  ese pequeño mundo fabricado en Rochefort. Para la planificación de las escenas más corales la cámara la sitúa en la grúa, encontramos  travelling que envuelven los pasos de baile de los actores, como mandan los cánones del género pero también planos muy al gusto de la Nouvelle vague (Los personajes, con cámara frontal en los contraplanos sin referencia, miran directamente al espectador).
Las señoritas de Rochefort  para el neófito supondrá otro punto de vista al abordar este tipo de cine, gracias a un director que en plena, mencionada, corriente cinematográfica decidió aplicar sus postulados a algo tan ajeno, en esos años para el cine europeo, como era el musical. Una obra que supone una  gran referencia para arriesgadas empresas posteriores (Lars Von Trier, sin ir más lejos). Obra fresca y necesaria.
JUAN AVELLÁN

2 comentarios:

Eduardo Muñoz dijo...

"Los paraguas de Cherburgo" me pareció maravillosa, pero "Las señoritas..." nunca tuve la oportunidad de verla. La apunto en mi agenda.

Sidhe dijo...

Si que tienes razón, en un momento de bajón ver a las hermanas moviendo el cuerpo y canturreando animan a cualquiera :). Los paraguas de Cherburgo también tiene mucho mérito; drama cantado y que en ningún momento te agobia que los diálogos sean en canción (y que no haya escenas bailadas al más puro estilo musical). Tanto una como la otra son dos joyas. Saludos!