Las películas de James Bond ya no son lo que eran. 007 no levanta cabeza. Atrás quedaron los dorados tiempos de Sean Connery y de Roger Moore. Porque en esta nuevo trabajo de la famosa saga, Daniel Craig nos deleita con otra interpretación insípida, sosa y desaborida, de un Bond que sigue sin dar para más después de esa sucesión de impostores que le han venido dando vida película tras película. En Skyfall ni acompaña el intérprete, ni acompaña la historia, ni mucho menos ayuda la pensatez insufrible de la última media hora. Como tantos otros Sam Mendes no supera el reto de las películas de 007. No acierta a contar una historia donde el interés suscitado sea de tal calibre que alcance a sobreponerse a esa reiteración que produce el hecho de que los espectadores hayamos visto ya casi todas las películas predecesoras de la saga. Como tampoco acierta a conservar el encanto y la redondez de las que dirigieron Terence Young (Desde Rusia con amor, (1.963); Operación Trueno, (1.965)), Guy Hamilton (Goldfinger, (1.964); Diamantes para la eternidad (1.971); Vive y deja morir (1.973); El hombre de la pistola de oro, (1.974)), o John Glen (Octopussy, (1.983); Panorama para matar, (1.985)). Aunque destaca la interpretación -siempre laudable- de un estupendo Ralph Fiennes en el papel del nuevo M; lo cierto es que, en conjunto, Skyfall es otro fracaso más que se dispersa en los intrincados laberintos de un psicologismo freudiano del más bajo nivel; un psicologismo que defrauda por lo que tiene de grotesco, de barato y de inverosímil. Skyfal entretiene gracias a sus golpes de efecto, pero al compararla con las grandes de la saga su valor se deprecia como un billete de esos que presentan muchos ceros pero que no valen nada.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS
2 comentarios:
El papel de Bardem dicen que es Lo mejor de la pelicula, qué piensas?
Bardem deja de ser Bardem. Su interpretación es buena. Pero, mucho ojo, hay que matizar. Es cierto que uno ve enteramente al villano. Pero en este caso el problema no estriba en la capacidad de Bardem para la interpretación (que está fuera de duda) sino en el guión y en la nefasta dirección de los actores. Esto hace que Bardem se vea obligado a hacer una variada gama de muecas y gestos raros que le pide el propio director de actores. Todo ello desde el prisma de una interpretación psicologista que echa por tierra lo bueno de la película. No falla Bardem. Falla el que le dirige.
Publicar un comentario