En 1985 nació en Japón una de las productoras de animación más encantadoras del planeta, con una cantidad de aportes ya bastante respetable y la dirección de dos genios del cine animado como Hayao Miyazaki e Isao Takahata. En España, a modo de antigua referencia, sus obras suelen ser presentadas bajo el eslogan de los creadores de Heidi y Marco. Estamos hablando, cómo no, de Studio Ghibli, aquella entrañable y maravillosa productora que consigue escapar del tradicional acervo agresivo de que adolece comúnmente el cine animado japonés.
Su mayor conquista quizá sea la de haber conseguido calar entre el
público de cualquier edad pese a la más o menos habitual orientación infantil
de sus obras, competir muy honrosamente con el agigantado poder propagandístico
de Disney en varios países del mundo, o solidificar un mito indestructible en
tierra japonesa; pero Studio Ghibli consigue además enamorar a los amantes del
buen cine. Bandas sonoras inolvidables de Joe Hisaishi, efectos informáticos muy
localizados y de escaso alarde gratuito, y un trabajo a mano que es el sello
artesanal de todas sus obras pese a la invasión de las nuevas tecnologías,
consiguiendo no sólo dar lo máximo al espectador sino también acompañar sus
films de una calidez humana que hace que los que disfrutaron de pequeños ya
nunca dejen de seguir el progreso de Studio Ghibli.
La autoría de su éxito tiene indudablemente nombre y apellidos, y
por ello debemos citar a Isao Takahata, director de La tumba de las luciérnagas (1988), un escenario brutal de
dramatismo capaz de recaudar simpatizantes en cualquier país del mundo, Recuerdos del ayer (1991) o Pompoko (1994), pero sobre todo a Hayao
Miyazaki, director de éxitos como La
princesa Mononoke (1997) o El viaje
de Chihiro (2001), que además de conseguir entrar en el impermeable mercado
español a lo grande, es decir desde anunciados estrenos en la gran pantalla
pese al concepto gris y homogéneo que por lo general allí se tiene del cine
japonés de animación, lograron obtener el prestigioso premio Óscar de la Academia. Sus obras
más emblemáticas serán sin duda Porco Rosso
(1992), una interesante aventura crítica ambientada en la Italia fascista de los años
treinta, Nausicaä del Valle del Viento
(1984), la primera gran obra del director, y especialmente Mi vecino Totoro, que desde su aparición en 1988 se impuso de tal
modo que fue reconocido como el emblema de los estudios, algo así y dicho
humildemente como Mickey para Walt Disney Productions.
Mi vecino Totoro (1988) es mágico, irreal y maravilloso. Desde la óptica de dos
alegres e imaginativas pequeñas podremos aprender el sentido espiritual de los
bosques del Japón, adaptado para el público de una forma amena y divertida en
una ficción en la que no faltarán ni el drama ni la risa. Su rítmica música da
comienzo a una aventura con intenciones modestas pero que consiguió dejar sello
en cientos de miles de corazones de todo el mundo. Quizá sea esa su grandeza,
pues sin gozar de grandes pretensiones logró lo que muy pocos han conseguido:
que los espectadores no sólo disfruten viéndola, sino que también queden
enamorados de la productiva imaginación de Hayao Miyazaki.
En una valoración general, no puedo recalcar otros agasajos para
Studio Ghibli que los ya leídos anteriormente, pues aunque el genio artístico
de sus cineastas es manifiesta en cualquier obra, su valor no puede explicarse
sin dejarse contagiar por una visión pasional. Studio Ghibli es capaz de
envolver los sentidos del espectador, estremecerle y alegrarle la tarde. ¿Hay
algo más maravilloso en una obra cinematográfica?
GÓMEZ JORDELL
5 comentarios:
de él he visto dos películas y las dos me han encantado! El viaje de Chihiro y El castillo vagabundo! <3
excelente post
Pendiente de ver esto...
La verdad que la mayoría de las obras de la productora son fantásticas, especialmente las de Hayao Miyazaki. Por descartar alguna, tal vez 'Nicky la aprendiz de bruja' sea menos interesante (para mi gusto), pero las demás son soberbias.
Mágnifico artículo Gómez Gordell. Me ha gustado mucho.
Muchas gracias. Quizá he sido demasiado pasional, pero este cine tan entrañable me golpea muy adentro.
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