La joven es de esas películas que de haber sido firmadas por otro director hubiera sido mucho mejor de lo que es. O lo que es lo mismo, siendo una película dirigida por Luis Buñuel nos vemos obligados a decir que es una obra menor del maestro. Viniendo de otro director de menor calibre hubiera sido otra cosa, un gran hallazgo y hubiera ocupado mejor lugar en la historia del cine. Desde luego guardaríamos mejor recuerdo de ella. Pero viniendo de quien viene no se la puede ni comparar con otras de sus geniales obras.
No es que la película sea floja ni mucho menos, ya le gustaría a muchos hacer una película así, sino que no es puro Buñuel. En ocasiones parece forzada en los temas y en los actores como si su realizador no fuera dueño de la situación, como si se le hubiera impuesto. De hecho la película desprende ese aroma durante todo el metraje, un fuerte olor a cine de encargo.
No es que la película sea floja ni mucho menos, ya le gustaría a muchos hacer una película así, sino que no es puro Buñuel. En ocasiones parece forzada en los temas y en los actores como si su realizador no fuera dueño de la situación, como si se le hubiera impuesto. De hecho la película desprende ese aroma durante todo el metraje, un fuerte olor a cine de encargo.
Pese a todo Buñuel consigue aunar los diversos elementos y fusionarlos en un todo lleno de coherencia, empezando con un tema suyo, el deseo, para ir desembocando en un alegato contra el racismo. El guión lo escribió junto a Hugo Butler (pseudónimo de H. B. Dais) basado en un cuento de Peter Mathiessen. Es en la primera parte de la historia donde encontramos lo más buñueliano de la cinta, donde vemos que en una solitaria isla vive una inocente jovencita (que está empezando a ser mujer) únicamente junto al dueño de un coto de caza que la desea. La situación recuerda a Viridiana (1961), donde un espléndido Fernando Rey albergaba deseos carnales hacia su sobrina, interpretada por Silvia Pinal. Pero en este caso muy lejos están los actores siquiera de igualar las interpretaciones y el clímax alcanzado en aquélla. Tanto la chica, Kay Meersman, como el hombre que la desea, Zachary Scott, no rubrican precisamente unas interpretaciones dignas. Sus rostros están planos, en ocasiones acartonados, y si vemos la película en versión original descubrimos que sus voces no logran el énfasis y la entonación que requiere cada situación. El resto del reparto lo hacen algo mejor pero tampoco para lanzar campanas al vuelo. Desconozco el motivo de que los actores no estén en esta ocasión excelentemente dirigidos por Buñuel como era lo habitual. Imagino que no se sentiría cómodo con el idioma inglés. Curiosamente la otra cinta que rodó en este idioma, Robinson Crusoe (1952), no gozó del éxito esperado.
Cuando la película parece que va a centrarse sólo en este tema, aparece un personaje que hará que la historia cambie de rumbo. Ya no sólo estará el tema del deseo sino que entrará en juego uno extraño y ajeno a Buñuel, tan en boga en el cine americano de la época: el racismo. La película se convierte en un alegato antirracista simbolizado en el personaje del negro (Bernie Hamilton) que llega a la isla huyendo de una falsa acusación de violación de una mujer blanca. El tema de los prejuicios también entra en juego y es cuando la película alcanza cotas donde no se reconoce a Buñuel por ninguna parte.
Buñuel se esforzó, aún así, por dejar algún tipo de huella en el producto aparte del deseo. Sobre todo le reconocemos en esos planos donde salen animales e insectos, tales como arañas, abejas o gallinas, símbolos que a Buñuel le gustaba emplear para expresar ciertas ideas, símbolos surrealistas herencia directa del psicoanálisis freudiano que tanto influyó en los movimientos artísticos del siglo XX.
Pero ojo, no me gustaría que mis palabras fuesen malinterpretadas. Una película como La joven, hecha únicamente con cinco personajes y en muy pocos escenarios consigue del espectador un interés por la historia durante todo su metraje, y eso es muy difícil de conseguir. Ahí es donde está la maestría y el saber hacer de este film. Los planos de la selva filmados únicamente en decorados naturales en Acapulco son prodigiosos, están llenos de fuerza y sirven para reforzar la idea de que los que viven en la isla no pueden escapar de ella. Pero lo que no hace a esta película tan grande dentro de su filmografía es que no es fiel, en mi opinión, a sus esquemas ideológicos de siempre. Sobre todo lo podemos observar en el tratamiento que hace de la religión. Aquí no está ridiculizada ni satirizada sino que sirve para salvar y purificar las conductas, algo totalmente ajeno al aragonés. Está personificada en el personaje del predicador (Claudio Brook, que repetiría con Buñuel cinco años más tarde en Simón del desierto). Incluso la canción religiosa de los títulos de crédito, Sinner man, no está usada irónicamente como lo estaba el Aleluya de Haëndel en Viridiana.
Con todos estos elementos el film desemboca irremediablemente en un happy end que parece hecho para complacer sobre todo al público americano. Buñuel debió escarmentar de la experiencia, porque al año siguiente regresó a España para hacer la citada Viridiana, donde se despachó a gusto contra la religión católica. Gracias a Dios que seguía siendo ateo.
EDUARDO M. MUÑOZ
4 comentarios:
La verdad es que se puede decir que es una critica estupenda pero creo que podias haberla condensado mas , al igual que Antonio a conseguido con viridiana un condensacion genial que le llena aun mas de significado a su critica . Enhorabuena a Los dos
Gracias Carlitos.
Siempre y cuando sean textos de calidad no importa la extensión. Por ejemplo, la excelente web de cine: http://www.blogdecine.com/ contiene textos extensos pero de indudable calidad. Lo que hay que conseguir con el lenguaje es que enganche, como sucede con dicha web, que el lector no abandona la lectura.
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Aun asi te agradezco la recomendación.
Vamos, que lo que me refiero que no hay ningun problema en extenderse porque en webs de calidad sobre cine lo hacen, al igual que en revistas. Esto no es el Fotogramas, que es más de tipo anunciativo. Lo que queremos es textos de calidad y fundamentados.
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