miércoles, 2 de noviembre de 2011

LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO (THE ADVENTURES OF TINTIN: SECRET OF THE UNICORN, 2011) de Steven Spielberg


El estreno de una nueva película de Spielberg, leyenda viva del cine, siempre es vivido con expectación. No es para menos. Estamos hablando del tipo que nos metió el miedo en el cuerpo en un hecho tan cotidiano como darse un chapuzón en la playa tras Tiburón (1975), quien nos enterneció y devolvió al mundo de la infancia con E.T., el extraterrestre (1982), aquél que nos mostró el lado más oscuro del ser humano en La lista de Schindler (1993), el que otrora revitalizara las clásicas sagas de aventuras con En busca del arca perdida (1981), o ese otro que nos sorprendió con su talento al regalarnos con sólo 24 años esa joya imperecedera que es El diablo sobre ruedas (1971). Films que engloban las diversas caras de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine.

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio es un lujo para la vista y los sentidos, un juguetito del que no cabe duda que tras él se esconde un cineasta que vive sus proyectos como si fueran los primeros, con mimo, con cariño, con la ilusión de la experimentación y de la primera vez. Se trata de la primera incursión de Spielberg en el terreno del motion capture que, además, está rodada íntegramente en este sistema. Supone un gran acierto elegir esta técnica al tratarse de la adaptación de un cómic, ya que las posibilidades de ser fiel al dibujo original de Hergè son infinitas.

El tratamiento de los personajes de Hergè por parte de Spielberg es delicioso y transmiten ternura y simpatía, pero sobre todo divierten (las situaciones creadas por el borracho Capitán Haddock constituyen sin duda lo mejor de la película). La cinta ante todo consigue lo que se propone sobradamente, esto es, entretener, y supone un regreso al Spielberg más querido, ese que con su cine nos traslada a mundos lejanos y nos hace vivir aventuras que suponen una escapada maravillosa de nuestra realidad más inmediata.


Pero del mismo modo que entretiene, la película no nos deja huella alguna tras su visionado. Lo describe magistralmente el crítico de cine Carlos Boyero con la siguiente frase, que refleja tan sobradamente nuestro parecer que podríamos habernos ahorrado esta crítica: “Tan fácil de ver como de olvidar”. Por algún motivo estos dibujos animados, fruto de una técnica y una realización asombrosa, no logran transmitirnos las mismas emociones que aquél tiburón mecánico o ese otro aventurero de chupa de cuero interpretado por Harrison Ford. Es más, no pudimos evitar todo el rato la comparación con este último personaje, Indiana Jones, del que Tintín parece en manos de Spielberg un digno homenaje coloreado, pero no superado.

Dicen por ahí a todas horas (tanto eruditos en cine como charlatanes) que la película está muy bien realizada. Es cierto y no le quito mérito a la proeza de realizar una película entera con la mencionada técnica del motion capture, la cual permite ahondar en terrenos que el cine a la antigua usanza no permitiría jamás. Sin embargo, no deja de ser fruto de un equipo informático. Con tantos medios económicos y tecnólogicos no puede quedar otra cosa que un producto brillante, una película técnicamente perfecta. No se puede esperar otra cosa, faltaría más. Y es ahí donde el Tintín de Spielberg causa estragos. Las escenas de acción son demasiado aparatosas y sobrecargadas, sobre todo la parte final; queda claro que el juguete tenía que lucirse a toda costa.


Precisamente por eso echamos de menos aquí a aquél Spielberg que, con menos medios, echaba mano de su infinito genio y talento para suplir ciertas carencias, sobre todo en sus primeros años. Pero ahora dispone de todo cuanto se le antoja (nada menos que varias compañías la producen, entre ellas Columbia Pictures, Paramount Pictures, Amblin Entertainment y Nickelodeon Movies), y precisamente por eso este Tintín es para nosotros demasiado pomposo, grandilocuente y perfecto. Los dibujos, por muy limpios y magníficos que sean, no logran despejar de nuestra mente las otras brillantes creaciones del maestro que otras generaciones de espectadores han disfrutado.

Pero no seamos injustos. Hay que agradecer este maravilloso entretenimiento al señor Spielberg por muchas razones. La primordial, por haber adaptado para la gran pantalla de forma tan sublime al popular personaje de Hergè y su particular universo consiguiendo con ello recuperar un cine de aventuras con sabor a antaño. Démosle también las gracias por concebir al cine como espectáculo, por no dejar que el aburrimiento asome por ningún lado, porque sigamos teniendo el gustazo de acudir a una sala cinematográfica a disfrutar con un estreno. En definitiva, porque Spielberg siga siendo Spielberg. 

EDUARDO M. MUÑOZ

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No se puede comparar la obra de Spielberg con esta nueva pelicula.
Tintin es un personaje de comic llevado a la pantalla a la perfección, Tintin es como el personaje del comic, por tanto debe lucirse como lo creo su padre Hergé.

Eduardo M. Muñoz dijo...

Vale Miguel, tomo nota. No dudo de que Spielberg lo haya adaptado fielmente, también he leído cosas de Hergé.

Xavier Núñez dijo...

la película es visualmente una maravilla!

Carlitos way dijo...

La verdad es que la técnica es una maravilla y el realismo es asombroso pero va perdiendo el interés conforme va avanzando la historia , pero la presentación indica algo que se va desvaneciendo después, pero es muy entretenida , sin mas.

Eduardo Muñoz Barrionuevo dijo...

Es evidente que el personaje guarda similitudes con el de Indiana Jones y con una forma de hacer cine muy spielbergiana. No por casualidad Spielberg la ha realizado. Toda la esencia de su cine reside en ella.