Ed Wood constituye, por parte de su director Tim Burton, muchísimo más que un biopic sobre el injustamente calificado como peor director de la historia del cine, Edward D. Wood Jr. Tim Burton pretende con la vida de Ed Wood realizar un homenaje a ese otro Hollywood de los años 50, al de los rostros desconocidos que nunca fueron estrellas o si lo fueron ya nadie se acuerda de ellas; al de esos tipos que jamás pisaron una alfombra roja sino que más bien salían por la puerta trasera después del estreno; donde los decorados eran de cartón piedra y los árboles de mentira temblaban cuando el actor los rozaba al pasar, junto a esas falsas lápidas de un malogrado cementerio que se caían todo el rato sin un director que repitiera el plano por falta de presupuesto; donde el monstruo de la película era en realidad un pulpo de goma que carecía de motor, y los platillos volantes se fabricaban artesanalmente uniendo un par de platos. El Hollywood de la serie B, de la ciencia ficción cutre y del terror más casposo. El Hollywood de las sesiones de madrugada de los cines de barrio, ese al que Edward D. Wood Jr. pertenecía.
Tim Burton selecciona el periodo de años que abarca de
La huella de Orson Welles figura omnipresente en el film de Burton en contraposición a la figura de Edward D. Wood Jr. Muchos son los momentos donde se alude a la figura del director de Sed de mal (1958), de quien Wood era un ferviente admirador y cuya estela le sirve a modo de horizonte del camino correcto a seguir: “He sido guionista, actor, productor y director. Como Orson Welles en Ciudadano Kane”. Ya en el magnífico comienzo de Ed Wood, donde justo antes de comenzar los maravillosos títulos de crédito (que son una obra de arte en sí mismos), la cámara avanza y se introduce dentro de una mansión donde una tumba se abre y de ella surge Criswell el adivino (Jeffrey Jones) para presentarnos la vida de Edward D. Wood Jr.; hay un homenaje a Ciudadano Kane. La propia mansión así lo indica, referencia directa a Xanadú, el hogar de Charles Foster Kane, así como ese plano tan wellesiano donde la cámara atraviesa el cristal de la ventana, tan típico de su cine.
Welles y Wood son personajes antagónicos y así lo subraya Tim Burton. Uno es el dios inaccesible, el héroe; mientras que el otro es el marginado, el incomprendido, el despreciado, el antihéroe. Curiosamente el film de Burton acerca las dos figuras más de lo que parece por los problemas de producción y financiación que tuvieron en vida (la secuencia en la que Ed Wood se somete a las exigencias de un comerciante de carne con tal de obtener financiación para la película Bride of the monster refleja el mismo tormento sufrido por Welles, quien en la escena del encuentro en el bar maldice a la Universal Pictures por querer imponerle a Charlton Heston para Sed de mal). El Hollywood tanto de Wood como de Welles (sin olvidar el caso de Bela Lugosi, encarnado de forma impagable por el gran Martin Landau), es un Hollywood en blanco y negro donde el capital más desalmado es el que impera dominándolo todo y es capaz de desterrar de su alfombra roja tanto a los artistas que no quieren estar sometidos (Orson Welles), a los que buscan una oportunidad sin encontrarla (Ed Wood), o a esos otros que habiendo generado absolutas fortunas para los grandes estudios se encuentran completamente olvidados (Bela Lugosi).
En medio de todo este ambiente, en Ed Wood se localiza de nuevo el mismo universo burtoniano en el que habitan los diferentes, los raros, los freaks, los humillados, los olvidados, los solitarios, los perdedores, los marginados. Cada personaje del film descubre una intimidad interior escondida tras las apariencias, como el caso del propio Wood que guarda el secreto de su travestismo o la verdadera realidad de un personaje como Bela Lugosi, quien bajo su archiconocida capa de vampiro esconde en realidad a un anciano drogadicto y arruinado que ya no encuentra trabajo. El mismo universo de dualidades que convertía a Batman en un superhéroe amargado por la muerte de sus padres y que luchaba contra unos villanos que también arrastraban tras de sí su tragedia personal: Joker, el Pingüino y Catwoman. Ese universo burtoniano que acepta a los inadaptados de un mundo que no les pertenece, como Eduardo Manostijeras fuera de su castillo gótico o Jack Skellington fracasando en su intento de sustituir a Papá Noel en el mundo de la Navidad. La única diferencia reseñable en Ed Wood con respecto al resto de la obra de Burton es que a los personajes retratados en esta ocasión se les puede aplicar aquella sentencia de que la realidad supera la ficción, al ser personajes que existieron en la vida real, por muy absurdos o estrafalarios que puedan parecer.
Uno de los aspectos más memorables de la película es la relación paterno-filial entre Ed Wood y Bela Lugosi, una de las más hermosas historias de amistad que se hayan filmado jamás. El desamparado Lugosi (perfecto retrato de la vejez) encuentra en su joven amigo un nuevo aliciente para seguir viviendo, para seguir haciendo cine y dejar de lado su soledad. Wood, por su parte, de forma desinteresada le ofrece papeles y lucha sin descanso para que Lugosi pueda trabajar. Memorable resulta la encarnación de Lugosi por parte de Martin Landau, quien nos regala momentos magistrales de auténtico amor a la profesión de actor. Es en este personaje donde Burton realiza un tratamiento más realista y dramático en comparación al resto de la película, la cual aunque sea un retrato de unos perdedores, adquiere en la mayoría de las veces un tono más amable cercano a la comedia. Sin embargo, espeluznantes resultan los momentos donde vemos a un Lugosi gritando de dolor en la habitación del hospital o cuando está a punto de suicidarse en su apartamento, momentos de auténtico cine de terror; sin olvidar los planos donde somos testigos de sus brazos de drogadicto. En el monólogo del científico loco que interpreta en Bride of the monster presenciamos una perfecta descripción del personaje, así como uno de los grandes y más hermosos momentos de la película: “Hogar… Yo no tengo hogar. Perseguido… menospreciado… viviendo como un animal… ¡la jungla es mi hogar!”.
Martin Landau (izquierda) en el rol de Bela Lugosi (derecha) |
El film no sólo acierta en la descripción de los personajes principales, que es impecable, sino que también construye una serie de personajes secundarios totalmente imprescindibles; los técnicos y actores que siempre fueron fieles a Edward D. Wood Jr., su fiel equipo. Tienen tanta presencia que cada uno de ellos podría ser protagonista de su propia película. Todos son freaks, como el propio Wood. Entre ellos se encuentra el director de fotografía daltónico William C. Thompson, el luchador sueco Tor Johnson, el falso adivino Criswell, el actor homosexual Bunny Breckinridge, la presentadora de televisión Vampira o los actorcillos Paul Marco y Conrad Brooks. Habitantes todos ellos de las entrañas de ese submundo hollywoodiense en el que reinaba Wood.
Imagen de Plan 9 from outer space en la que Thor Johnson sale de su tumba (arriba), y la réplica en el film de Tim Burton (abajo) |
Para recrear ese maravilloso mundo Tim Burton se sirvió del mejor equipo, el cual logró una experiencia visual fascinante dotada de un realismo asombroso. En el rodaje tuvieron que reconstruirse los escenarios y decorados de las auténticas películas de Edward Wood en un almacén de Los Ángeles, recomponiendo minuciosamente pieza a pieza de cada decorado con un resultado excepcional. También se tuvo que construir el túnel del terror donde tiene lugar esa maravillosa secuencia en la que Ed declara su amor a Kathy (Patricia Arquette) y le confiesa su travestismo, rodeados de esqueletos, vampiros y monstruos. Otros fantásticos decorados son los del café Brown Derby y el almacén de productos cárnicos donde Ed y su cuadrilla celebraron la fiesta de fin de rodaje de Bride of the monster. La magnífica fotografía de Stefan Czapsky en blanco y negro, el impagable y fundamental maquillaje de Carrie Angland y Rick Baker, el realista vestuario de Coleen Atwood, la magnífica puesta en escena de Burton, la música de Howard Shore y el acertado reparto; todos ellos son piezas fundamentales dentro de esta obra maestra que ha sabido reproducir con total maestría una época, una forma de entender el cine y unos ambientes donde sus protagonistas se movían como pez en el agua.
La secuencia del encuentro entre Ed Wood y Orson Welles (que parece ser que nunca se produjo en la vida real) refleja otra de las claves de la película: la ilusión por cumplir los propios sueños. Ed Wood quizá no gozara del talento de otros cineastas, pero su empeño y dedicación por hacer lo que quería, dirigir películas, conseguía que pusiera amor y lo mejor de sí mismo detrás de cada trabajo haciendo que mereciera la pena, en definitiva, luchar por lo que uno quiere ser: “Merece la pena luchar por los propios sueños, ¿por qué pasarse la vida realizando los sueños de otro?”. El consejo enunciado por Orson Welles (Vicent D’Onofrio) consigue que Wood vuelva al estudio a terminar el rodaje de Plan 9 from outer space como si estuviera dirigiendo Ciudadano Kane, con una pasión creadora sin límites, con ganas, con infinita ilusión: “Esta es la película definitiva por la que seré recordado”. Nada más lejos de la realidad. El final es bellísimo pero irreal. Plan 9 from outer space no generó beneficios, como la mayoría de sus films, y se retiró rápidamente de los cines donde fue exhibida. Por su parte Ed Wood, el auténtico, acabó sus días alcoholizado y dirigiendo películas eróticas. La última secuencia de la película, el magnífico estreno, es un digno homenaje de Tim Burton a la figura de un hombre que lo dio todo por hacer realidad sus sueños pese a ser marginado por un Hollywood que nunca le admitió como miembro.
“Aquello que me llamó la atención fue que una parte de la acción transcurría cerca del aeropuerto y del cementerio de Burbank, lugares próximos a la casa en la que yo vivía. Los decorados poseían una extraña realidad, el lenguaje de los personajes y el tono del discurso eran atípicos pero la película no me parecía mala, tenía por el contrario una verdadera presencia. No fue hasta mucho más tarde que vi Bride of the monster y Glen or Glenda, así como aquellos films de los que él había escrito el guión, como aquel sobre la vida anterior de un gorila, y que llevaban todos ellos la marca de un universo muy personal” (Tim Burton hablando de Plan 9 from outer space).
Johnny Depp y Sarah Jessica Parker (izq.) como Ed Wood y Dolores Fuller (derecha), en Glen or Glenda |
La secuencia del encuentro entre Ed Wood y Orson Welles (que parece ser que nunca se produjo en la vida real) refleja otra de las claves de la película: la ilusión por cumplir los propios sueños. Ed Wood quizá no gozara del talento de otros cineastas, pero su empeño y dedicación por hacer lo que quería, dirigir películas, conseguía que pusiera amor y lo mejor de sí mismo detrás de cada trabajo haciendo que mereciera la pena, en definitiva, luchar por lo que uno quiere ser: “Merece la pena luchar por los propios sueños, ¿por qué pasarse la vida realizando los sueños de otro?”. El consejo enunciado por Orson Welles (Vicent D’Onofrio) consigue que Wood vuelva al estudio a terminar el rodaje de Plan 9 from outer space como si estuviera dirigiendo Ciudadano Kane, con una pasión creadora sin límites, con ganas, con infinita ilusión: “Esta es la película definitiva por la que seré recordado”. Nada más lejos de la realidad. El final es bellísimo pero irreal. Plan 9 from outer space no generó beneficios, como la mayoría de sus films, y se retiró rápidamente de los cines donde fue exhibida. Por su parte Ed Wood, el auténtico, acabó sus días alcoholizado y dirigiendo películas eróticas. La última secuencia de la película, el magnífico estreno, es un digno homenaje de Tim Burton a la figura de un hombre que lo dio todo por hacer realidad sus sueños pese a ser marginado por un Hollywood que nunca le admitió como miembro.
La auténtica Vampira en un momento de Plan 9 from outer space |
La actriz Lisa Marie caracterizada como Vampira en Ed Wood |
“Aquello que me llamó la atención fue que una parte de la acción transcurría cerca del aeropuerto y del cementerio de Burbank, lugares próximos a la casa en la que yo vivía. Los decorados poseían una extraña realidad, el lenguaje de los personajes y el tono del discurso eran atípicos pero la película no me parecía mala, tenía por el contrario una verdadera presencia. No fue hasta mucho más tarde que vi Bride of the monster y Glen or Glenda, así como aquellos films de los que él había escrito el guión, como aquel sobre la vida anterior de un gorila, y que llevaban todos ellos la marca de un universo muy personal” (Tim Burton hablando de Plan 9 from outer space).
“En las películas de serie B hay una rudeza y una naturaleza sorprendente que no encuentras en las películas clásicas, hay algo que resulta más inmediato. Nunca elegí estas películas para que dejaran una huella en mi cerebro, simplemente sucedió así. ¿Por qué hay cosas que te quedan marcadas? Recuerdo muchas más imágenes de estas películas que de Ciudadano Kane, que tiene imágenes increíbles”. (Tim Burton)
EDUARDO M. MUÑOZ
4 comentarios:
Desconozco el cine de Ed Wood, así que sólo lo conozco por la película de Burton y comparándolo con escenas originales, está claro que el parecido es evidente.
La película me ha gustado, los actores están bien pero el mejor trabajo es el de Martin Landau.
Ed Wood ha pasado del ser el peor director a ser un director de culto, eso está claro.
Saludos.
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
Muchas gracias David. Un placer. Feliz año nuevo para ti también.
Es muy buena película, me entretiene mucho porque me gusta ver cómo homenajean a Ed Wood aunque haya sido malo en sus películas, vi en hbo online esta peli y me gusta mucho, creo que Burton le quiso copiar a Wood en su estilo y por eso hizo la peli así de rara.
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