viernes, 7 de diciembre de 2012

Crítica de 'LOS DUELISTAS' (1977) de Ridley Scott



La película “Los Duelistas” está considerada como una de las mejores películas dentro de los films ambientados en la época napoleónica. Para mí, personalmente, es la mejor junto a la colosal producción "Napoléon” de Abel Gance, del año 1927.

Es interesante de observar en el film como en ningún momento aparece el Emperador Napoleón, pero pese a su ausencia esta producción es un viaje a través de casi toda la historia del Imperio Napoleónico, desde 1800, el período del Consulado, hasta el período después de Waterloo, la Restauración.

Austerlitz, Iéna, la campaña de la Península Ibérica, Rusia, Leipzig, el Imperio de los Cien Días, serán testigos de las aventuras de ambos personajes principales, Féraud y  d’ Hubert. Es una película de gran mérito, estamos ante la ópera prima del realizador Ridley Scott, que alcanzaría la fama posteriormente por películas extraordinarias como “Alien, el Octavo Pasajero” (1979), “Blade Runner” (1982), “Gladiator” (2000) “American Gangster” (2007) y  "El Reino de los cielos" (2005).


La historia está basada en una novela de Joseph Conrad, " El Duelo", aparentemente basada en una historia verdadera. El relato cautivó al realizador británico, que decidió llevarlo a la gran pantalla, contra todo pronóstico, ya que no parecía una historia muy adecuada para conseguir convertirse en una pelicula. Numerosos eran los obstáculos que tuvo que superar para ver su sueño realizarse, pero finalmente el rodaje salió adelante. Después de muchas anécdotas y dificultades “Los Duelistas” se presentó en 1977 con una acogida no muy entusiasta de parte de la crítica, aunque el film fue premiado como la mejor “opera prima” en el Festival de Cannes.

La película destaca y llama la atención por su magnífica fotografia. Ridley Scott mismo reconoció la influencia de otra película de época, “Barry Lyndon”, de Stanley Kubrick, obra en la cual la fotografía y la iluminación desempeñan un papel preponderante. El rodaje de “Los Duelistas” se efectuó totalmente en exteriores y en escenarios auténticos, dando esto en todo momento mucha mayor credibilidad a la película.


Las interpretaciones de Harvey Keitel y Keith Carradine son magníficas, ambos completamente identificados con sus personajes, ambos con personalidades completamente opuestas y peculiares, llenas de matices. Los actores secundarios también realizan un gran trabajo, detrás está claramente la mano de Ridley Scott que sabe sacar lo mejor de los actores en sus trabajos.

Argumento:
En Feraud (Harvey Keitel) encontramos un adepto ferviente y fiel al Emperador, que no vacila en ofrecer su vida para el honor de Napoléon. En una de sus mejores escenas hasta no vacila en autodenunciarse voluntariamente a las autoridades represoras del bonapartismo como un defensor ardiente del Emperador. En cambio d’Hubert  (Keith Carradine), su antagonista, es ecléctico y se adapta a los cambios políticos, primero defiende al Emperador, pero después de la abdicación de Fontainebleau  él prefiere una vida tranquila y conseguir formar una familia antes que implicarse en nuevos combates por ideales, es el momento de la vuelta del Emperador de la isla de Elba, en la escena en la que él rechaza la vuelta al ejército.

Feraud es de temperamento apasionado, llevado por sentimientos extremos, lleno de espontaneidad, descaro, ciega valentia,  mientras su adversario es al contrario, pleno de reflexión, diplomacia, busca la paz y prevenir los conflictos por el diálogo y las buenas maneras. Es una lucha de la cabeza contra el corazón, el coraje contra la reflexión. La ofensa frente a una dama que sufre a Feraud en su espíritu y su código de honor es inaceptable, y su espíritu colérico y apasionado le hace batirse en duelo con D’Hubert.

Este incidente da lugar a 20 años de confrontación entre ambos oficiales, que van progresivamente aumentando su graduación y batiéndose en duelos que por unos motivos u otros no solucionan su enfrentamiento. Para Feraud el honor es su motor vital, solo superado por su fidelidad incondicional a Napoleon, y esa defensa de su honor llega a convertirse en una obsesión enfermiza. D’Hubert también es un hombre de honor, pero honor entendido de una manera mas racional y reflexiva, es un choque entre dos distintos modos de entender la vida.

Ambos son Húsares, orgullosos de pertenecer a este cuerpo de caballería, caracterizado por el honor y valentia de sus componentes, por ello es tan importante para ambos demostrar que son auténticos caballeros, y ocultar sus dudas y sus miedos (que en Feraud parecen ausentes, mientras que en D’Hubert son patentes). Imposible negarse a pelear o batirse en retirada, ambos aceptan un compromiso de honor que acabó por convertirse en una relación de odio pero a la vez de  respeto y de admiración del uno al otro, como se muestra en la escena magnífica de la campaña de Rusia dónde unen sus fuerzas con una causa común contra los terribles Cosacos, en medio de un paisaje de desolación  que muestra el derrumbe del imperio francés.
¡Oid! Este bosque apesta a cosacos, quiero voluntarios, ¡oid! Grita Feraud en una de las mejores escenas de la película.


La manera como se muestra la aventura de Napoléon en Rusia es simplemente genial, con soldados congelados y con quemaduras en la cara que parecen realmente auténticas en un gran trabajo de maquillaje. Sin duda esta escena es una joya estética plena de drama y de realismo.

Podemos considerar esta película como una metáfora de las Guerras Napoleónicas, donde Napoléon  es Feraud y D’Hubert es Europa. La escena final es de una brillantez sublime, con Harvey Keitel convertido en un verdadero Napoléon que escudriña el horizonte, está devastado e impotente, es un hombre de honor atrapado en un cuerpo donde el honor murió. Es una escena  totalmente inolvidable, su rostro ajado es un icono del cine de época de los años setenta.


Detalles técnicos:
La fotografía, el escenario natural y la banda sonora son inigualables en esta escena, una escena vista por muchos como una de las mejores de la filmografía de Ridley Scott.  A lo largo de toda  la película la unión de la música y la fotografía es sugestiva y permite introducir al espectador en la atmósfera de Europa napoleónica en los principios del siglo XIX.

La banda sonora de Howard Blake, es de gran belleza y tremendamente acertada en todo momento. Consta de piezas militares, toque de tambor y  las marchas imperiales, las piezas sinfónicas también están presentes, una melodía principal es repetida en varios momentos, teniendo como base un sonido de flauta que ayuda a crear una atmósfera intima y melancólica.


La película es de pequeño presupuesto, pero un punto fundamental de la inversión fue en el diseño de trajes, los uniformes son unas copias exactas de los uniformes auténticos de la época, incluso se observa la evolución de los mismos en el paso de los años en la narración, esa rigurosidad al detalle es de agradecer en films de época como éste. Incluso los cortes de pelo evolucionan, desde las típicas y llamativas  trenzas de los Húsares en 1800 hasta peinados mas convencionales y sobrios en la Europa de 1815. Hasta los combates son completamente realistas, hubo un gran trabajo de entrenamiento en esgrima con profesionales, en sable y florete y en disparo con armas de época, para que todo resultara lo mas autentico posible.

“Te declaro muerto, haz el favor de comportarte como uno frente a mí”: esta es la sentencia a muerte de Feraud, D’Hubert ha ganado.  Feraud termina siendo prisionero de su propio honor, sin futuro, es una vida pararela a la de su idolatrado Napoleón.
Si no se hubiera estrenado “Barry Lyndon” dos años antes, “Los Duelistas” se consideraria hoy en día una obra maestra.

ANTONIO JAVIER REGIDOR PUERTO

1 comentario:

Anónimo dijo...

El final es cojonudo,...según las reglas de combate tu vida me pertenece, desde este momento te declaro muerto.....
Miki, salu2.