lunes, 18 de marzo de 2013

Crítica de 'LOS SUEÑOS DE AKIRA KUROSAWA: LA TORMENTA DE NIEVE, 1990) de Akira Kurosawa




"La nieve es cálida. El frío es calor."  (Los sueños de Akira Kurosawa: La tormenta de nieve)

Un grupo de montañistas escala una montaña. Avanzan a través de una senda borrada por una masa de nieve que se levanta hasta la cintura, aproximadamente 1 metro por encima del nivel del suelo. Es tarde y oscurece, el tiempo se viene encima y una tormenta de nieve arrecia, inesperadamente, su intensidad. Los montañistas se debaten entre la vida y la muerte. Luchar o sucumbir son las consignas que atenazan al hombre que escala las montañas; y estas consignas son también las consignas que convienen a los hombres mundanos; y los que mortifican en estos campos de Dios. Kurosawa rubrica un relato universal con unos pocos elementos narrativos. Plasma la hondura con sencillez de medios. Dibuja claramente, sin distracciones superficiales, un relato lleno de fuerza, de intensidad y provisto de una proyección metafísica incontestable. Este sueño es el tercero de la película, una precisa alegoría sobre el hombre enfrentado con las fuerzas del mundo, sobre el fatal destino de los que aquí nos hayamos inexorablemente ligados a los padecimientos. Kurosawa traspasa la frontera que separa la narración con los espectadores. Y por eso sentimos los hondos estertores de los protagonistas, las respiraciones al límite, los cansancios totales que dibujan las líneas divisorias entre la vida y la muerte; sentimos la voz y la caricia gélida del bellísimo ángel de la esperanza. "La nieve es cálida, el hielo es caliente" son las palabras de aliento que una divina sobrenatural mujer profiere a los exhaustos. Una clásica transformación de los significados en sus opuestos que une la tradición japonesa del taoismo con la trascendencia espiritual de los que se hallan sumidos en la terrible niebla de la vida. La tormenta de nieve aúna la estética de las montañas, con la fragilidad humana, la representación de la muerte con la esperanza salvadora,  la soledad del hombre con el más allá, las funciones del mundo con el sentido de la vida. Kurosawa vuelve a plasmar el tema subyacente en todas sus películas, sus obsesiones íntimas, su pretensión impulsadora, la misma idea pero con otras formas.

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

5 comentarios:

Antolín Martínez dijo...

Una belleza de película.

Antonio Martín de las Mulas dijo...

NI que lo digas. Kurosawa localiza ese punto clave donde la sencillez confluye con la belleza y la hondura.

Anónimo dijo...

Thanκ you for the auspicіοus writеup.

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