viernes, 11 de febrero de 2011

NOCHE DE VINO TINTO (1966) de José María Nunes


En un lugar no muy lejano hubo un horrible tiempo en el que los guiones cinematográficos tenían que pasar la censura para que fuesen rodados ( ¿pero alguien cree que ha desaparecido? Ilusos). Los del Ministerio de Información y Turismo apiadados por ese hombre al que sistemáticamente rechazaban su obra le aconsejaban: ”¿Por qué no hace usted películas normales, como hacen otros?”. El protagonista de esta historia es José María Nunes, fallecido  en marzo de 2010, año que sesgó tantas vidas vinculadas al celuloide. Nunes iniciaría la denominada Escuela de Barcelona, con una obra, Mañana, que impulsó una renovación estética y argumentativa en un cine colmado y apestado  de ranciedad. Noche de vino tinto es una obra arriesgada en lo formal, en el estilo y muy influenciada por la Nouvelle vage y el Free Cinema, pero con una puesta en escena personal de un director complejo y preocupado por la renovación del lenguaje narrativo, que buena falta le hacía. La película vista hoy, testimonio de una Barcelona que ya no existe y que supone un personaje más dentro del argumento, es moderna y distinta y esto lo atestigua la planificación con cámara en mano y fija, las transiciones con rapidísimas panorámicas que confieren un ritmo rápido a las secuencias. Se palpa que Nunes tenía muchas ganas por hacer algo más que una película, su cometido era involucrarnos en un mar de sensaciones difíciles de olvidar, seguir de su mano la senda de una forma de narrar distinta, de una visión del cine fuera de todo cliché. La forma de emplear el sonido ambiente, hacerlo también protagonista, que inunda las secuencias de los bares, confundiendo y fusionando los diálogos de los protagonistas con la jerga de los parroquianos, es magistral  ya que en aquella época (2011, ¿no?), aunque por toda Europa se respirara modernidad y se pretendiese renovar el cine, con otros argumentos y otra forma de mirar al plano, de rasurar la dialéctica cinematográfica americana, por aquí lo de ser diferente era motivo suficiente para organizarte un consejo de guerra.
Noche de vino tinto cuenta la historia de dos desconocidos que se encuentran como ”dos icebergs balanceando tontamente y hemos chocado o algo así”, después de que sus parejas las hayan abandonado, y deciden, como parte de una ceremonia, irse a beber vino y conocerse, sin nombres ni recuerdos, sólo los flashbacks, construidos acertadamente por Nunes como deberían ser los recuerdos,  fogonazos inconexos tal y como se presentan  en nuestra mente, sin ningún tipo de linealidad, sitúan al espectador en el  momento anterior a ese encuentro de los personajes. Pero lo que Nunes nos muestra son unos personajes solitarios que no logran cumplir sus expectativas, el chico seguirá rondando con el vino por las noches y ella volverá a su encorsetada casa a continuar con un futuro perfectamente forjado por su familia, y que todo será difuminado por  la inevitable resaca del amanecer.  Para el papel del chico el director eligió a Enrique Irazoqui, ésta sería su penúltima película, que acababa de rodar con Pasolini El Evangelio según San Mateo (1964),  y en el papel de la chica se inclinó por Serena Vergano, aunque prefería a Nuria Espert, que había rodado Crónica Familiar (1962) de Valerio Zurlini, los dos son idóneos para esos desoladores personajes. 


Los diálogos están repletos de poesía y una fina ironía: “Me fastidia la violencia. Se nota que no eres un héroe.” Irazoqui, un escritor, que durante toda la película ha sido un caballero, un iluminado del vino, se trasmuta  en un ser rencoroso y violento cuando se reúne con sus colegas artísticos, la zafiedad, la de él y la de los artistas ( que no paran de sablear a la chica y preguntarse unos a otros  si han acabado sus cuadros, sus poemas y sus novelas), la secuencia es una reflexión sobre el arte, el malo y los malos, y la pseudointelectualidad.
Me gustaría saber si a este director, se le estudia o se le tiene en cuenta. Porque estamos ante uno de los grandes del cine español, un hombre que nunca se acomodó y sólo pretendió dar  por medio de su filmografía, otras realidades fílmicas, desoyendo a la masa borreguil (creadora y de la otra). Tipos como Nunes son una pena que desaparezcan, o que hoy no les dejen hacer lo que mejor pueden aportar a la sociedad, rodar cine. No tengan miedo y acérquense a su filmografía siempre innovadora.
JUAN AVELLÁN

3 comentarios:

Eduardo Muñoz dijo...

El cine español, ese gran desconocido. Hoy día sólo se conoce los coñazos subvencionados y que van a los Goya. A la mierda. Sigue así, Juan, contra lo establecido.

Lo que Coppola quiera: Blog de cine dijo...

Me ha gustado mucho. Saludos. Antonio

Juan Avellán dijo...

Mientras siga sintiendo algo arrebatador dentro de mis entrañas, seguiré por esa línea. Gracias compañeros. Quién era ese que realizaba la galita de los goyitas, más interesado en darnos panorámicas del Teatro Real que otra cosa ,mientras rellenaban expediente con eso de los profesionales desaparecidos. Al pobre José María Nunes casi no le veo, y eso que todo fue muy catalán,y bueno que alguien rompiera aplaudir, previsibles los aplausos, ciencia ficción, oyes, esas gradas se parecen cada vez más a las de un estadio de balompié(ahora que se lleva tanto la dialéctica franquista). Pensaba que el bueno de Camus les iba a meter caña, vaya decepción, eso si , muy emotivo lo de estar largando rollo por los últimos monos de un rodaje.Mucho político, niña mona y por supuesto la mafía. Y eso de probablemente el mejor director de cine español Don Luis García Berlanga... qué ignorante escribió eso. Espero que en la fería Arco un iluminado diga "Picasso el mejor pintor francés de todos los tiempos" a lo que un despistado conteste "Claro, y lo bien que pega con los muebles de IKEA". Así cerramos el circulo de tan gran intelectualidad artística de este país fronterizo.