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miércoles, 6 de abril de 2016

Crítica de 'HITCHCOCK/ TRUFFAUT' (2015) de Kent Jones




‘El cine según Hitchcock’ es un libro que no necesita presentación a estas alturas, habla por sí solo. Aún así, pongámonos en situación. El proyecto nació cuando en 1962 el cineasta François Truffaut pidió a Alfred Hitchcock su implicación para una entrevista de 50 horas de duración en la que se hablaría de su obra de forma larga y tendida, cronológica y pormenorizadamente. En ella se haría hincapié en todo el proceso creativo de cada uno de sus films (desde la elección del proyecto en sí, los actores, la técnica, la producción...). El resto es historia. Un libro de cabecera para cualquier cinéfilo que se precie y una lección de cine magistral ejercida por dos autores entregados.


Ahora aterriza en forma de documental ‘Hitchcock/Truffaut’, donde el director Kent Jones pretende homenajear el famoso libro contando con la colaboración de cineastas de renombre como David Fincher, Martin Scorsese o Richard Linklater entre otros, los cuales muestran su admiración por el cine del maestro con nostalgia y pasión, reconociendo la deuda que tienen contraída con él, como si de un padre fallecido se tratara. De esta forma, en el documental se reflexiona sobre la dilatación del tiempo en la obra de Hitchcock, sobre la modernidad de sus planos y de la estructura narrativa en films como Vértigo (1958) o Psicosis (1960), o lo que entendía por suspense (que nada tiene que ver con el terror, dicho sea de paso).
Curiosamente, el famoso libro de entrevistas no deja de ser un mero recurso narrativo, un McGuffin en lenguaje hitchcockiano, que sirve para abordar los aspectos generales de la obra del maestro del suspense, a modo de  trampolín que da impulso y salida a los aspectos de su obra y a todo un material de archivo sobre la relación de Hitchcock con Truffaut que resulta conmovedor y en cierto modo, novedoso. Sobre todo las grabaciones sonoras inéditas donde las voces de Hitchcock y Truffaut resucitan los diálogos que tantas veces hemos leído en el libro, o ese homenaje que el American Film Institute hizo a Hitchcock al final de su carrera donde Truffaut dijo ante una gran ovación del público: "En vuestro país le llamáis Hitch. En Francia le llamamos Señor Hitchcock". 


El documental no aportará nada nuevo a los acérrimos del cineasta británico, lo que no quita para que estemos ante una auténtica delicia cinéfila llena de grandes momentos. Por ejemplo cuando Martin Scorsese habla de Vértigo (1958) y Psicosis (1960), dos obras narrativamente innovadoras y adelantadas a su tiempo que a día de hoy siguen dando de qué hablar, como la propia figura del maestro Hitchcock. Uno de los cineastas más influyentes de la historia del cine.

EDUARDO MUÑOZ

viernes, 18 de marzo de 2016

Crítica de 'TRIBUNAL' (2014) de Chaitanya Tamhane




Chaitanya Tamhane realiza en ‘Tribunal’, a través del pretexto de un juicio contra un cantante protesta (al cual se le acusa de forma rocambolesca de inducir al suicidio a un empleado del alcantarillado), una perfecta radiografía de la sociedad india y al mismo tiempo una crítica a su arcaico sistema judicial. Tamhane aborda así el tema desde un punto de vista original al no centrarse en la figura del condenado, al que apenas vemos un par de veces en el film, para centrar su relato en el contexto, acercando la obra en espíritu, aunque salvando las distancias, a míticas cintas judiciales como 'Matar un ruiseñor' (1962, Robert Mulligan)



Las escenas propiamente judiciales se van alternando con las de la vida cotidiana del abogado defensor y de la fiscal, personajes antagónicos que sirven para reflejar precisamente los dos tipos de sociedad india que el cineasta pretende subrayar. Por un lado el abogado se podría definir como racional y con un alto sentido de la justicia, empleando para ello el argumento deductivo como arma característica en el juicio. Dentro del mundo de la justicia india, un perfil escaso, crítico y a fomentar. La fiscal por su parte es una madre de familia más cercana al pueblo llano y, por tanto, a la sociedad que se pretende criticar, envuelta en tradición, prejuicios e inflexibilidad.


‘Tribunal’ es una flamante ópera prima no exenta de matices y referencias culturales. Lo rocambolesco, absurdo e irracional del propio proceso judicial en cierto modo recuerda al universo de Franz Kafka en ‘El proceso’, donde el protagonista de la novela no sabía exactamente de qué se le estaba acusando. Y el propio tratamiento del cantante, el típico personaje molesto para las autoridades, sería algo así como un Sócrates moderno al que interesa quitar de en medio.


Lejos estamos, por tanto, de los ambientes lujosos de las producciones de Bollywood. El retrato expuesto en ‘Tribunal’ es la otra cara del país, el de la gente sencilla y la injusticia. Por ello, para dotar de realismo al conjunto, Chaitanya Tamhane se sirve de actores no profesionales, a excepción de los protagonistas, y los enmarca en flamantes planos fijos y largos en Cinemascope, los cuales desprenden un aroma, en ocasiones, de cine documental.


El film obtuvo dos premios en el Festival de Venecia de 2014, fue seleccionada por la India para optar al Oscar de Hollywood y ha conseguido más de 18 premios en aproximadamente 45 festivales internacionales. Una película a descubrir de esas que no dejan indiferente.

EDUARDO M. MUÑOZ

sábado, 28 de noviembre de 2015

Crítica de '45 AÑOS' (2015) de Andrew Haigh




 En ‘45 años’ el cineasta Andrew Haigh nos propone un viaje donde el tiempo tendrá un protagonismo especial. 45 años no son pocos, los suficientes para que sirvan como fundamento de algo sólido e inquebrantable, sea lo que sea de lo que estemos hablando, por ejemplo un edificio o un matrimonio. Pero sabemos desde Einstein que el tiempo es relativo, por eso lo mismo da 45 años que una semana para que cualquier edificio, por muy estable y sólido que parezca, pueda venirse abajo. Y precisamente son esos caprichos perpretados por el tiempo los que presenciaremos en ’45 años’, último film de Andrew Haigh basado en el relato corto de David Constantine.

45 años’ es un relato sobre las apariencias, sobre matrimonios estables que no lo son tanto, sobre antiguos amores que son más reales que los presentes y sobre la mentira que el ser humano es capaz de arrastrar toda una vida. La forma en la que Andrew Haigh estructura el relato y la temática misma recuerda al Bergman de ‘Secretos de un matrimonio’ (1973), donde la evidencia de una tragedia se va mascando poco a poco a través de la rutina de un anciano matrimonio que a través de 45 años han tejido una vida en común y que ahora se sumerge en la música de Bach, paseos por el campo y lecturas de Kierkegaard.


El guión lo firma el propio Andrew Haigh, que sabiamente va uniendo todas las piezas del puzzle sirviéndose de simbolismos y elementos como la banda sonora para ir tejiendo el mensaje que pretende transmitir (desde el cuerpo congelado del primer amor, metáfora desgarradora, al irónico tema elegido para el baile nupcial, “Happy Together” de ‘The Turtles’). Todo parece aparentemente sencillo, pero hasta los encuadres responden a la narración y Andrew Haigh se sirve de elementos bien escogidos, como en el caso de objetos y decoración. Tal vez algún espectador pueda encontrar el ritmo algo lento, sin embargo el film va adquiriendo según transcurren los minutos un interés añadido que termina en un final redondo. Mención aparte merece la interpretación de los actores protagonistas, en especial la de Charlotte Rampling, quien solamente a través de la mirada, en un trabajo comedido sin aspavientos transmite todo, en la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera.

EDUARDO M. MUÑOZ

domingo, 1 de noviembre de 2015

Crítica de 'DHEEPAN' (2015) de Jacques Audiard


Jacques Audiard construye un relato desgarrador sobre la inmigración en 'Dheepan', su última pelicula. Pero no se queda ahí. Audiard consigue con audacia arrastrar al espectador hacia unos terrenos que éste creerá reconocer, que identificará como lugares comunes, en los que parece que va a limitarse a contar una historia más del drama de los inmigrantes y su precaria condición. Pero sin embargo el relato se hace adulto en el ecuador dando un salto de gigante y pasando a enfocar la trama hacia las consecuencias psicológicas de la guerra, los fantasmas del pasado, el anhelo de la familia perdida e incluso la redención. Por todo ello el jurado de Cannes consideró a 'Dheepan' como merecedora de la Palma de Oro en su última edición, el máximo galardón del certamen.


Jacques Audiard se toma su tiempo para lo que nos quiere contar. Con ritmo acertado pero lento por momentos observamos la rutina de estos inmigrantes, quienes debido a la necesidad de empezar una nueva vida se ven obligados a utilizar una documentación falsa para huir de su país y de la guerra. El trabajo o el idioma resultan un nuevo infierno para los protagonistas, y a ello hay que sumar que el conflictivo barrio donde viven funciona como si de un campo de batalla se tratara, con guerras entre bandas delincuentes. Audiard en ese aspecto da un paso más allá del mero convencionalismo dramático que suele abundar en el cine de esta temática, no limitándose a reflejar las dificultades de adaptación, sino cómo los protagonistas tienen además que ir creando vínculos afectivos que no poseen ‘a priori’, ya que sus identidades son falsas y por lo tanto no son una familia real. 


El elemento más destacable de la cinta reside en su capacidad para ir atrapando al espectador mediante una narrativa ‘in crescendo’, y cómo logra entremezclar todos los diversos temas desde una apariencia para nada caótica sino homogénea. No será de extrañar que más de un espectador se sorprenda con el estilo que el film adquiere en su tramo final, con referencias al noir e incluso en cierta manera al cine de acción, nada frecuente en el cine de este tipo. Sin embargo la conclusión que se da a la historia quizá chirríe a más de uno, lo que no quita para que estemos ante una buena película. Cuestión aparte es la de si mereció ganar la Palma de Oro.

EDUARDO M. MUÑOZ

viernes, 23 de octubre de 2015

Crítica de 'EL COMPLEJO DE DINERO (DER GELDKOMPLEX)' (2015) de Juan Rodrigáñez




‘El complejo de dinero’ es la  ópera prima del madrileño Juan Rodrigáñez, que adapta de forma libre la obra homónima de la escritora Franziska Von Reventlow publicada en 1916. Rodrigáñez presenta a unos personajes de los cuales poco sabemos, tan sólo que cada uno arrastra una relación con el dinero de forma, digamos, acomplejada, como ya nos indica el título. No se trata de un film al uso pues no es frecuente encontrar en nuestros días dentro de la industria cinematográfica algo de carácter tan reflexivo, no preocupado en exceso por explicar sino más bien por mostrar. ‘El complejo de dinero’ muestra a unos personajes dentro de un ambiente bucólico (con aire hippy y de comuna) para que el espectador reflexione a través de unos bellos fotogramas y unos mínimos diálogos.

Juan Rodrigáñez enfoca la historia (o más bien los diálogos, porque el argumento es mínimo) hacia el dinero: las relaciones de las personas con el poderoso caballero así como entre ellas mismas. O lo que es lo mismo, el dinero lo maneja todo, hasta las relaciones humanas, y por mucho que alguien crea que puede estar al margen de él le atrapará de un modo u otro. Los personajes se hallan durante todo el film en una casa de campo donde abundan los silencios, las situaciones cotidianas, el ambiente festivo y hasta el surrealismo propio de Buñuel (por ejemplo en la escena donde una de las protagonistas imita a una gallina). El cineasta insiste en mostrar planos de los paisajes que rodean al caserío, de los que parece intuirse una melancólica llamada a una vida más humana que ha sido arrebatada a los hombres por culpa del dinero, a través de unas relaciones que se han mercantilizado en cierto modo. Esta podría ser una una de las lecturas, ni mucho menos la única. Aunque no esté enmarcada en ninguna fecha ni época concreta, también puede hacerse una lectura más política mediante las referencias a la todopoderosa Alemania y sus ayudas económicas.



Resulta innegable admitir que la propuesta es arriesgada y valiente. Eso sí, todo el mundo no va a soportar fácilmente su pausado ritmo y su forma de ir a contracorriente, casi como si Juan Rodrigáñez se rebelara ante la forma más convencional de contar una historia. Pero tan sólo por la conciencia que despierta del mundo que habitamos merece la pena acercarse a ella. Se echa en falta, por otro lado, un guión de más calado que explote de manera más sutil las claves o referencias que ayuden a la interpretación, ya que en el fondo todo parece expuesto de forma bastante superficial. Dicho en otras palabras, quizá el discurso de Rodrigáñez peque de cierta pretenciosidad cuando en realidad el producto resultante no es algo intelectualmente tan brillante como podría parecer. 

EDUARDO M. MUÑOZ  

jueves, 8 de octubre de 2015

Crítica de 'IRRATIONAL MAN' (2015) de Woody Allen





Woody Allen, fiel a su cita anual, nos entrega en esta ocasión un curioso título: 'Irrational Man', que versa, a grandes líneas, sobre un profesor de filosofía universitario en plena crisis existencial. El film goza de buen arranque y mantiene alto el interés en su presentación de personajes. Pero crea falsas expectativas, ya que en esta ocasión el genio neoyorquino no ha dado en el clavo. Y es que realizando todos los años una película corre el riesgo de repetirse. Y es el caso. 

'Irrational Man' demuestra una vez más que Woody Allen tiene una habilidad sin límites en el terreno de la dirección de actores (por muy irregular que sea alguna de sus películas siempre brillará dicho aspecto), lo mejor sin duda de la función. Emma Stone y Joaquin Phoenix desprenden química en cada fotograma, tanto en las escenas conjuntas como con el resto del reparto, también espléndido. El guión sin embargo, en esta ocasión, adolece de cierta ingenuidad y se torna repetitivo con respecto al resto de su obra. En otras palabras, no ofrece nada nuevo que no hubiera abordado ya Woody Allen dentro del terreno de sus films más "serios". Sólo si tomáramos 'Irrational Man' aislada del conjunto de la obra de Allen, tal vez podríamos subir algún punto la nota final ya que la propuesta sonaría más interesante y novedosa. Pero el experimento mental no sería suficiente ya que el modo en cómo están resueltas algunas situaciones de la historia acaba consiguiendo que la propuesta no se tome demasiado en serio. 



Uno de los principales problemas del film, que no el único, es el elemento externo que Allen introduce en la situación para que el profesor de filosofía consiga un "sentido" a su vida, algo inverosímil a nuestro parecer y que parece insertado con calzador. Tan extraño y ajeno por completo a las vidas de los protagonistas que acaba resultando forzado para la transformación personal del personaje principal. A partir de ahí el guión posee no pocos trucos narrativos para hacer avanzar la historia y alcanzar el final, el cual se resiste a llegar, indignos de un guionista como Allen.

'Irrational Man' nos parece un título fallido, alejado de la genialidad de otras obras recientes de Allen como 'Blue Jasmine' (2013), 'Si la cosa funciona' (2009) o 'Medianoche en París' (2011). Insistimos en destacar el formidable trabajo de los actores y la reflexión ética que surge de la propia narración. Pero su mejorable guión acaba dando al traste con la película en su conjunto, consiguiendo que se olvide con facilidad.

EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 7 de octubre de 2015

Crítica de 'EL NUEVO NUEVO TESTAMENTO' (2015) de Jaco Van Dormael




‘El nuevo nuevo testamento’ parte de una idea, cuanto menos, estrafalaria y absurda, dentro de un género que podría ser catalogado como cine inclasificable. La premisa es la siguiente: Dios existe y reside en Bruselas, ciudad que creó porque se aburría; está casado, tiene una hija (que debido a la fama de su hermano Jesucristo ha existido en el anonimato); fuma, se pasa el día en bata (al estilo de el gran Lebowsky) y se ha dedicado a fastidiar al género humano desde el  principio de los tiempos sometiéndolo a sus arbitrarios caprichos, como por ejemplo a las puñeteras leyes de Murphy.

‘El nuevo nuevo testamento’ es una auténtica locura y derrocha una imaginación fuera de lo común. La fórmula del film funciona como comedia disparatada y surrealista sobre todo en su brillante arranque, donde a modo de prólogo el espectador asiste a una narración del génesis totalmente atípica y distinta a lo que nos habían contado hasta ahora. Evidentemente puede que al católico más puritano y fiel provoque alguna que otra ampolla y hasta puede llegar a pensar que al film le sobra alguna que otra dosis de blasfemia. Pero sinceramente, no creo que el cineasta Jaco Van Dormael quiera ir tan lejos ni pretenda ofender a nadie. Más bien procura (y consigue sobradamente) dar una vuelta de tuerca a ciertos mitos religiosos, valerse de ellos para hacer en consecuencia una comedia disparatada y gamberra. Nada más. Y nada menos.



Es en la idea general y en la puesta en escena donde salen a relucir las mayores virtudes del film, cuya narrativa y presentación de personajes recuerdan al cine de Jean-Pierre Jeunet, del mismo modo ágil y efectivo, sin dejar de entretener al espectador en ningún momento. Pero también es cierto que después del brillante arranque a la película le resulta difícil mantener la genialidad de su premisa y va perdiendo fuelle desde el momento en que la hija de Dios se escapa de casa y empieza a buscar a sus propios apóstoles para vengarse de su padre. Por momentos se llega a tornar algo repetitiva en su parte episódica y parece ir a la deriva sin una dirección clara. Lo que no influye en modo alguno para asegurar que el espectador se encontrará una apuesta arriesgada e interesante, con espléndidas interpretaciones y alguna que otra sorpresa (no siempre tiene uno la oportunidad de ver a la mítica Catherine Deneuve montándoselo con un gorila). Un relato, en resumidas cuentas, sobre el sentido de la vida que carece de sentido en sí mismo. Como la vida misma.

EDUARDO M. MUÑOZ

martes, 22 de septiembre de 2015

Crítica de 'LA CAMARERA LYNN' (2014) de Ingo Haeb






Ingo Haeb refleja a través de la protagonista de su último film, una camarera de hotel de nombre Lynn, un tema tan íntimo y a la vez tan complejo como la soledad. Se sirve para ello de largos silencios y planos secuencia para mostrar la rutina diaria de Lynn, que lejos de resultar aburrida, gracias a una narrativa espléndida se torna misteriosa e interesante: ¿Por qué se comporta así Lynn? ¿Cuál es la causa de que husmee en los objetos de los clientes del hotel y que les espíe escondida debajo de la cama? El cineasta no revela nada al respecto. Sólo es evidente que Lynn rehuye su soledad espiando la vida de los demás, queriendo formar parte de ellas aunque sólo sea durante la estancia de los clientes en el hotel. 


La protagonista de la cinta de Ingo Haeb es obsesiva hasta la médula y posee una mente evidentemente perturbada que, sin embargo, no logra provocar rechazo al espectador. Más bien curiosidad por su modo de comportarse, incluso simpatía y algo de lástima. Haeb también bucea en el mundo de los deseos ocultos al introducir un elemento externo en la situación, una atractiva dominatrix (Lena Lauzemis) que somete a los clientes del hotel a prácticas sadomasoquistas acercando el relato a temas próximos al éxito literario y cinematográfico de ‘Cincuenta sombras de Grey’, pero sin caer en el mero morbo, lo que no implica que las escenas de cama carezcan de la sensualidad requerida, que de hecho está latente a lo largo de todo el film. 


‘La camarera Lynn’ evita los lugares comunes a los que parece que la historia nos va conducir, y se centra sobre todo en reflejar la mente y la vida de una camarera de hotel encarnada por la debutante Vicky Krieps (bordando su papel, por cierto). Haeb supera con nota lo que a primera vista supone un reto para un cineasta, contarnos una historia a base de silencios, planos secuencia y no dando demasiada información sobre la protagonista. No logra con ello una gran película pero sí un producto del que destaca sobre todo una interesantísima narrativa que dejará cierta huella al espectador por lo original de la propuesta, que es además una adaptación de la novela alemana de Markus Horts

EDUARDO M. MUÑOZ

jueves, 17 de septiembre de 2015

Crítica de 'HEIMAT: LA OTRA TIERRA' (2013) de Edgar Reitz




La última película de Edgar Reitz, Heimat: La otra tierra’, en realidad es una precuela de la monumental trilogía del mismo nombre realizada para televisión en los años 1984, 1993 y 2004, donde se reflejaban los acontecimientos de la Historia de Alemania desde la Primera Guerra Mundial hasta los albores del siglo XXI a través de la perspectiva de la genealogía familiar. En esta ‘Heimat: La otra tierra’ (2013) la acción se remonta a unos acontecimientos menos conocidos pero igualmente reales  de mediados del siglo XIX, donde miles de europeos emigraban a Sudamérica en un intento de huir del hambre, la pobreza, el frío y el despotismo.



El film se centra en la figura de Jakob y su familia, quien sueña con emigrar a Brasil, país que tiene idealizado a raíz de las lecturas de los libros que consigue y para lo cual está aprendiendo incluso las lenguas de los indios de la selva amazónica. El film sigue la vida de Jakob y su familia desde 1842 a 1844 y hace testigo al espectador de acontecimientos como el florecimiento del amor, el enfrentamiento fraternal, los devastadores inviernos, la frustación, el deseo de una vida mejor, la unión familiar o la muerte. Todo ello a través de casi 4 horas de duración que divide al relato en dos partes: “Crónica de un sueño” y “El éxodo”.



Edgar Reitz es un cineasta que se toma su tiempo para contar su historia. Pero en una epopeya tan enorme como ésta sería un crimen querer ir con prisas. La historia de Alemania, como la de cualquier país, requiere ser contada en su tiempo adecuado. Pero que nadie se lleve a engaño ni se eche a temblar. Edgar Reitz es un virtuoso de la narración, y consigue atrapar al espectador desde el minuto uno. Cuando éste finalice el visionado de esta obra no tendrá la impresión de haber estado cuatro horas ante una  pantalla de cine, sino que más bien será consciente de haber asistido a un acontecimiento, no al visionado de un simple film. ‘Heimat: La otra tierra’ es el reflejo de la vida misma en un bellísimo blanco y negro y en Cinemascope, con atisbos de color en determinados objetos, técnica que retrotrae a films como ‘La lista de Schindler’ (1993) y que Reitz emplea con acierto y elegancia. La cámara de Reitz se mueve con soltura coreografiando las almas de estos personajes entre las calles del pueblo ficticio de Schabbach y los vastos campos germanos, transmitiendo un efecto hipnótico que logra mantener en todo el metraje y que resulta difícil de olvidar. En definitiva, una inolvidable obra épica que tiene el aroma y el sabor de una gran obra maestra, donde todos y cada uno de sus planos son muestra de ello.

EDUARDO M. MUÑOZ

jueves, 10 de septiembre de 2015

Crítica de 'UNA SEMANA EN CÓRCEGA' (2015) de Jean-François Richet





‘Una semana en Córcega’ cuenta la historia de dos amigos de toda la vida, Antoine (François Cluzet) y Laurent (Vincent Cassel), que pasan sus vacaciones en Córcega junto a sus respectivas hijas, Louna (Lola Le Lann) y Marie (Alice Isaaz). Las chicas aprovecharán para salir de fiesta y disfrutar de la juventud en un marco idílico donde carecer de cobertura para el móvil parece la peor de las calamidades. Pero todo se enredará a partir de que la atractiva Louna seduzca a Laurent, el padre de su mejor amiga. 

La cinta está dirigida por Jean-François Richet, quien también ha dirigido Asalto al distrito 13’ (2005) o las dos entregas de Mesrine’ (2008), donde ya trabajó con Vincent Cassel. Esta semana de vacaciones que nos propone el cineasta francés se torna agradable y sin pretensiones al espectador, un ejercicio sabático y lúdico donde entretener es la misión principal. Y se consigue. El film funciona dentro de la comedia de situación en una manera bastante clásica de estructurar el relato, donde las situaciones divertidas y el buen trabajo de los actores (chapeau por las dos jóvenes protagonistas, por cierto) parecen conseguir la fórmula adecuada. ‘Una semana en Córcega’ en realidad es un remake del título homónimo del año 1977 por lo que su premisa quizá no sea demasiado novedosa, pero ello no impide que estemos ante un trabajo correcto que merece la pena ser visto.



Pero que el espectador tampoco espere una película redonda porque podría desilusionarse. Por poner un ejemplo, la atracción de Louna hacia Laurent se produce como por arte de magia, de la noche a la mañana, de un plano a otro, sin progresividad narrativa alguna. Del mismo modo, el final parece demasiado forzado y edulcorado. Tal vez estas pequeñas lagunas no resten fuerza al relato, si bien muestran un guión que funciona en su conjunto pero que sin embargo dista mucho de ser brillante. No obstante contiene unos personajes lo suficientemente interesantes y atractivos como para que el espectador permanezca atento al desenlace y a cada una de las situaciones de enredo que rodean al film, incluidas las producidas por el choque generacional entre las las hijas y los padres cuarentones, y algún que otro acierto aislado, como usar la caza del jabalí de forma metafórica. 'Una semana en Córcega' tal vez no ofrezca nada del otro mundo, pero por lo menos saca a relucir un trabajo lo suficientemente logrado para que el interés no decaiga.

EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 26 de agosto de 2015

Crítica de 'MÁS ALLÁ DE LA NOCHE' (2014) de Rafael Hernández de Dios



'Más allá de la noche' es la ópera prima de Rafael Hernández de Dios, un joven cineasta que demuestra un talento lo suficientemente asentado como para manejar con soltura una trama expuesta únicamente en una localización, un piso del barrio madrileño de Malasaña. Diversos objetos, el cartel de 'M, el vampiro de Düsseldorf' (1931, Fritz Lang) y algunos dibujos que hacen referencia al mito de la caverna de Platón, decoran las cuatro paredes donde unos jóvenes reflexionan sobre la vida y la crisis económica en una noche de botellón un tanto extraña y asfixiante.

Decía Hitchcock que cualquier entorno puede ser susceptible de ser utilizado para generar suspense, incluso una cabina de teléfono. Rafael Hernández de Dios toma la premisa al pie de la letra y se mueve como pez en el agua dentro del piso malasañero, donde mueve la cámara con acierto para reflejar las angustias, ilusiones y fracasos de estos amigos, interpretados por los flamantes actores Naim Thomas, Paula López-Bravo, Javier Revert, Enrique Sebastián, Natalia Cooper y Alberto Zafra. Diálogos que no aburren y situaciones personales donde es difícil no sentirse reflejado de alguna manera, con el clímax de la crisis económica de fondo, constituyen las piezas de esta historia que bebe mucho del cine de la nouvelle vague (con baile a lo 'Band Apart' incluido) y del primer Jim Jarmusch, entre otras referencias cinéfilas y literarias.


Ya hemos hablado de los flamantes actores, pero resulta difícil no hacer hincapié en el trabajo formidable que realizan, sin el cual pese a lo interesante de la propuesta el edificio se hubiera venido abajo sin remedio. Gracias a ellos el film rebosa cercanía, frescura y naturalidad, dando voz y forma a un guión ya interesante de por sí, pero que queda engrandecido ante sus interpretaciones. Un elemento importante dentro de la trama son las metáforas y elementos externos que se introducen en la fiesta pese a no haber sido invitados, como el ordenador con virus, el teléfono “apagado o fuera de cobertura” o el helicóptero de la policía, que nos recuerdan el hecho de que no somos más que títeres dentro de una función de la que no sabemos quiénes son los últimos responsables. 

La frustración de la juventud ante un panorama no muy esperanzador quizá sea el tema dominante de la película, pero no el único. También salen a relucir las drogas, los sueños perdidos, la crisis de los treinta, el desamor o la emigración. No hace falta emplazar la historia en localizaciones externas para reflejar dichos elementos, ya que de la propia habitación donde los jóvenes beben, fuman y esnifan cocaína (esto último sobre un ejemplar de ‘La gaya ciencia’ de Nietzsche, ¿otra metáfora?), se trasciende lo cotidiano de la situación. 


'Más allá de la noche' sorprende gratamente y rebosa talento. Por ello ha visitado ya algunos festivales, entre los que destacan el Overlook-5th CinemAvvenire Film Festival en Roma y el Rizoma 2015 en Madrid, todo un logro para un film de 4.000 euros de presupuesto al margen de toda subvención pública que esperemos que logre el apoyo necesario para continuar con su distribución, ya que es un soplo de aire fresco dentro de una industria que peca cada vez más de películas comerciales pensadas para el consumo fácil.



EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 19 de agosto de 2015

Crítica de 'AMAR, BEBER Y CANTAR' (2014) de Alain Resnais





Amar, beber y cantar’ es un título ya lo suficientemente llamativo como para acercarse al producto que esconde, un título optimista que recuerda al de una zarzuela. Si encima resulta ser el último trabajo del mítico cineasta Alain Resnais, ya poseemos razones de sobra (al menos dos) para acercarnos a esta película. ‘Amar, beber y cantar’ se convirtió por sorpresa en el testamento cinematográfico de Resnais al fallecer en 2014, poco tiempo después de que el film se alzara con los premios FIPRESCI y Alfred Bauer del Festival de Berlín.

Alain Resnais, quien otrora regalara a varias generaciones de cinéfilos obras de la talla de ‘Hiroshima, mon amour’ (1959) o ‘El año pasado en Marienbad’ (1961), decide adaptar en esta ocasión una obra de Alan Ayckbourn que paradójicamente habla de la cercanía de la muerte y donde en varias ocasiones el film parece anticipar la propia muerte del cineasta, como por ejemplo en la escena final donde los protagonistas asisten al entierro del personaje que es el eje central de la trama.




El film gira en torno a dos parejas cuyas vidas se ven trastocadas ante la inminencia de la muerte de un amigo cercano, al cual le diagnostican seis meses de vida. Como están ensayando una obra de teatro amateur en la que intervendrán, deciden incluir al amigo, de nombre George Riley, en el reparto. La inminente muerte de George también influirá de forma significativa en la vida de la última pareja de éste, Mónica, la cual reside en el campo con su nueva pareja.


Ante tal premisa, Alain Resnais habla de temas como la fugacidad de la vida y el carpe díem en un marco muy peculiar que gira en torno a un personaje al cual no vemos en ningún momento, pese a que toda la trama gira en torno a él. Resnais utiliza el teatro como metáfora y como forma estética del film, el cual goza de un deliberado y marcado estilo teatral. Todos los personajes esconden cosas y en el fondo el cineasta francés parece decirnos que la vida es un gran teatro donde todos interpretamos de una forma u otra. Resnais utiliza los recursos de que dispone para acercarnos a una obra amable desde el lado del humor y la ironía, por supuesto ahondando también en el amor, recurso al que se adhiere a menudo con diversas situaciones que subrayan el tono cómico de la cinta.




‘Amar, beber y cantar’ no está a la altura de otras obras maestras de la filmografía del genial autor francés pero sí tiene la suficiente fuerza como para sobreviva al paso del tiempo más allá del interés cinéfilo de que se trate de su última obra. Los seis actores del film resultan del todo creíbles (aconsejamos su visionado en versión original) y consiguen llevar todo el peso de la acción de forma formidable, acompañados de unos decorados teatrales bellamente iluminados por la fotografía de Dominique Bouilleret. Reconocemos que al principio nos costó entrar en este universo 'mitad cine-mitad teatro' y de algo así como "teatro dentro del teatro", pero al cabo de un rato el hechizo desde el más allá que formula Resnais surte efecto dejando pegado a la butaca hasta el final al espectador. Merece la pena acercarse a su última bocanada de cine.

EDUARDO M. MUÑOZ

viernes, 17 de julio de 2015

Crítica de 'TERMINATOR GÉNESIS' (2015) de Alan Taylor



Terminator Génesis’ retoma la saga iniciada por James Cameron en 1984 en una quinta entrega cuando menos, interesante y curiosa. El nuevo film dirigido por Alan Taylor pretende satisfacer a toda la generación de fans que no quedaron satisfechos con ‘Terminator 3: La rebelión de las máquinas’ (Jonathan Mostow, 2003) y ‘Terminator Salvation’ (McG, 2009) y para ello retoma las situaciones ya vividas en los orígenes de la saga recreando al detalle secuencias originarias del film de 1984, donde un jovencísimo Arnold Schwarzenegger interpretaba al primer Terminator. A la vez también la película hace un guiño a ‘Terminator 2: El juicio final’ (James Cameron, 1991) con la aparición del mítico T-1000 dentro del mismo escenario. Las primeras escenas de ‘Terminator’ (James Cameron, 1984) son vistas desde otro punto de vista alternativo en un interesante ejercicio de recreación de las escenas originales que recuerda al realizado por Robert Zemeckis en ‘Regreso al futuro II’ (1989) (qué grandes fueron los años 80). Constituyendo, dicho sea de paso, lo mejor de la película.

Alan Taylor realiza un ejercicio nostálgico que rodea a toda la película y homenajea con acierto una saga mítica de la ciencia ficción que ha marcado la infancia y adolescencia de toda una generación. No obstante, el film pasa del homenaje a la autoparodia de forma inconsciente (o no), incidiendo demasiado en un humor basado en el personaje de Arnold Schwarzenegger. Los guionistas explotan con acierto el hecho de que el actor tal vez esté mayor para interpretar de nuevo a la máquina exterminadora y al respecto hacen chistes ingeniosos, si bien se acaba abusando de ello. 


Los actores no dan la talla a excepción de Schwarzenegger y el verdadero villano de la película es toda una sorpresa, pese a que el actor (el cual no desvelo para evitar spoilers de mal gusto) tampoco actúe a las mil maravillas. ‘Terminator Génesis’ termina siendo un simpático disparate que se ve con agrado pese a ser un trabajo fallido, en una trama para colmo enrevesada quizá en exceso. Eso sí, hay que agradecer el hecho de que hayan arriesgado insertando en el guión el recurso de las líneas temporales alternativas. En definitiva, es una película que tiene un buen comienzo y un mejorable final, y entre guiños cinéfilos a la saga, la parodia, las escenas de acción (bastante conseguidas) y los chistes y las paradojas temporales se consigue una compleja y curiosa mezcla no exenta de cierto encanto. Aunque claramente es una película demasiado imperfecta, no obstante quizá estemos ante el mejor Terminator desde ‘Terminator 2’.


EDUARDO M. MUÑOZ

lunes, 29 de junio de 2015

Crítica de 'APRENDIENDO A CONDUCIR' (2014) de Isabel Coixet


Una de las mayores virtudes de Aprendiendo a conducir’ es su falta de pretenciosidad. Lo que cuenta la película no es nada del otro mundo, pero el buen hacer de la cineasta catalana Isabel Coixet convierte este producto de encargo en algo mucho más interesante de lo que 'a priori' pueda parecer. Coixet repite con Ben Kingsley y Patricia Clarkson tras ‘Elegy’ (2008), consiguiendo de nuevo un espléndido trabajo de ambos y una química como pareja protagonista que resulta una de las bazas a favor del film. Patricia Clarkson interpreta a Wendy, una crítica literaria que vive en Manhattan y que decide sacarse el carnet de conducir tras el hundimiento de su matrimonio. Por otro lado, Ben Kingsley es un refugiado hindú que trabaja como taxista e instructor de una autoescuela que se encargará de impartir las clases que Wendy demanda.

A través del evidente choque cultural se puede llegar a pensar que Coixet no tiene otra cosa en mente que presentarnos una comedia romántica al uso a través de una estructura más o menos clásica sobre una divorciada que encuentra de nuevo el amor en una persona que pese a las apariencias no es muy diferente a ella. Sin embargo es de agradecer que el guión de Sarah Kernochan no circule por dichos derroteros. ‘Aprendiendo a conducir’ es más bien una historia sobre segundas oportunidades, sobre el aprendizaje continuo que la vida nos ofrece y sobre la confianza en las personas. No siendo acérrimo de la Coixet, este trabajo me convence por su sinceridad y por el buen hacer que desprende cada fotograma.



'Aprendiendo a conducir' también bucea por el drama de la inmigración ilegal, añadiendo riqueza a un guión que no recae en lo convencional y que dota a sus personajes de gran credibilidad y profundidad. Parafraseando a la propia directora, esta película es la única de su filmografía donde el espectador no querrá cortarse las venas tras su visionado, lo que agradecerán los detractores de sus "melodramones". Sencilla pero efectiva a la vez. Recomendable, muy recomendable.

EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 20 de mayo de 2015

Crítica de 'WALESA, LA ESPERANZA DE UN PUEBLO' (2013) de Andrzej Wajda




Andrzej Wajda, maestro del cine polaco y autor de obras tan importantes como ‘Danton’ (1983) o ‘Katyn’ (2007), toma con pulso firme y dirige con acierto este biopic sobre la figura de Lech Walesa, fundador del sindicato Solidaridad en Polonia. La película refleja los acontecimientos que en 1970 condujeron a dicho país a una revolución y que hicieron de Walesa un líder sindical y político, en un difícil camino personal desde su inicial condición de simple trabajador, llegando a ganar el Premio Nobel de la Paz.

Wajda se mueve como pez en el agua en un género tan difícil como el biopic construyendo un film lleno de ritmo y fuerza. La película aborda nada más y nada menos que 25 años en la vida de Lech Walesa, pero al mismo tiempo no pasa de puntillas por ningún acontecimiento, defecto fácilmente detectable en películas de este tipo centradas en figuras históricas. Por eso mismo las escenas no son una mera sucesión de episodios sin relación entre sí, sino que poseen la suficiente homogeneidad para tejer un relato consistente por obra y gracia de un excelente guión. Ayuda al respecto que el guión esté realizado en torno a una entrevista que le hace a Walesa una periodista italiana, por lo que todas las secuencias están planificadas a modo de flashback.

Wajda mezcla con maestría imágenes en blanco y negro con imágenes en color, sobre todo en las escenas con multitudes, confiriendo al relato un carácter documental que casa bien con el contenido de la historia. También se intercalan imágenes de archivo consiguiendo un resultado lleno de fuerza gracias al uso de la banda sonora, un tanto atípica, centrada en temas de rock and roll. El excelente trabajo de producción recrea a la perfección la Polonia de la época, cuyas condiciones en torno a la miseria o el frío quedan excelentemente reflejadas. 


El guión gira en torno a la figura de Walesa, como no podía ser de otro modo, pero no por ello descuida el resto de personajes. El film no sólo se centra en la figura política y sindical de Lech Walesa, sino que también aborda su vida familiar, con su esposa y sus seis hijos. Wajda realiza un excelente trabajo en el ámbito de la dirección de actores, teniendo así de resultado a una espléndida Agnieszka Grochowska en el papel de la esposa del protagonista y, cómo no, a un soberbio Robert Wieckiewicz, sin duda la mayor baza del film, que se mete en la piel de Walesa como nadie aportando naturalidad y credibilidad al conjunto.

En definitiva, ‘Walesa, la esperanza de un pueblo’ es una cinta que merece la pena ver ya que es capaz de ir mucho más allá del panfleto político. La grandeza de Wajda también reside ahí, en mostrarnos unos hechos de la forma más objetiva posible y con ello hacernos reflexionar ante temas tan importantes como el poder y la libertad.

EDUARDO M. MUÑOZ

jueves, 14 de mayo de 2015

Crítica de 'BLACKHAT- AMENAZA EN LA RED' (2015) de Michael Mann




Michael Mann nos tiene acostumbrados a un tipo de cine bien hecho y entretenido basado en la acción pero sabiendo captar al mismo tiempo a todo tipo de público,  no sólo a los amantes de este género. De esta forma encontramos productos como ‘Heat’ (1995), la que tal vez sea su mejor película, con un impresionante duelo interpretativo entre Robert De Niro y Al Pacino, que sabe aunar a la perfección la acción propia del cine policíaco con los dramas personales de los protagonistas. Mann también es recordado por haber firmado cintas tan populares como ‘El último mohicano’ (1992), una bella historia de amor entre Daniel Day-Lewis y Madeleine Stowe con el trasfondo histórico de fondo de la América colonial del siglo XVIII. Y en la no tan brillante ‘Enemigos públicos’ (2009) el espectáculo estaba servido igualmente gracias a la química existente entre Johnnie Depp y Marion Cotillard y a la ensalada de tiroteos y atracos de bancos de los años 30, una muestra más de la “marca Mann”.

A Michael Mann le gusta el juego del gato y el ratón, del policía y el ladrón, y dicha fórmula tantas veces usada en su cine la tenemos en cierta manera en su última película, ‘BlackHat- Amenaza en la red’. Una amenaza informática pone en peligro la seguridad nacional de EE.UU. y China, por lo que ambas potencias se ven obligadas a cooperar. Para ello recurren a sus mejores agentes expertos en informática, los cuales intentarán dar caza a un peligroso hacker con ayuda, además, de un preso liberado (Chris Hemsworth).

Mann sabe jugar bien con las cartas que tiene encima de la mesa y construye un thriller entretenido y bien llevado, si bien no exento de ciertos defectos. La cinta mantiene el interés en todo momento a pesar de contar con un protagonista totalmente inexpresivo, el hacker liberado de prisión encarnado por Chris Hemsworth, y con un guión algo espeso con un sinfín de tecnicismos informáticos que conseguirán entorpecer el seguimiento de la trama al espectador no experto en informática. Pero es la forma de resolver la historia lo que desinfla el producto final, sin olvidar el alargamiento de un metraje al que le sobran 15 o 20 minutos. 


Mann ha cogido el gusto por lo digital y lo usa siempre que puede. En esta ocasión además inserta a diestro y siniestro planos donde la cámara penetra por el interior de computadoras siguiendo el camino de cables que dan suministro de Internet, dejando cierta sensación de perplejidad al espectador, ya que parecen más propios de un film como ‘Matrix’ que de un thriller. No obstante, la cámara digital de Mann, dejando de lado ahora los planos generados por ordenador, dota de realismo a las escenas de acción, sin duda lo mejor de la película.  

Del reparto ya hemos dicho que Chris Hemsworth hace lo que puede por dotar de alma a su personaje, aunque no es menos cierto que el resto del reparto tampoco es para tirar cohetes. No obstante su protagonista masculino crea una química interesante con la actriz Tang Wei, en un romance creado para engordar el elemento comercial de la cinta, que sin embargo genera interés. Lástima que la verosimilitud de la película quede reducida a cenizas en un clímax final poco conseguido y abrupto, dejando en evidencia que el film ha ido de más a menos. Sin embargo se ha conseguido un producto entretenido, si bien no tan brillante como otros trabajos del cineasta.
  
EDUARDO M. MUÑOZ