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sábado, 28 de noviembre de 2015

Crítica de '45 AÑOS' (2015) de Andrew Haigh




 En ‘45 años’ el cineasta Andrew Haigh nos propone un viaje donde el tiempo tendrá un protagonismo especial. 45 años no son pocos, los suficientes para que sirvan como fundamento de algo sólido e inquebrantable, sea lo que sea de lo que estemos hablando, por ejemplo un edificio o un matrimonio. Pero sabemos desde Einstein que el tiempo es relativo, por eso lo mismo da 45 años que una semana para que cualquier edificio, por muy estable y sólido que parezca, pueda venirse abajo. Y precisamente son esos caprichos perpretados por el tiempo los que presenciaremos en ’45 años’, último film de Andrew Haigh basado en el relato corto de David Constantine.

45 años’ es un relato sobre las apariencias, sobre matrimonios estables que no lo son tanto, sobre antiguos amores que son más reales que los presentes y sobre la mentira que el ser humano es capaz de arrastrar toda una vida. La forma en la que Andrew Haigh estructura el relato y la temática misma recuerda al Bergman de ‘Secretos de un matrimonio’ (1973), donde la evidencia de una tragedia se va mascando poco a poco a través de la rutina de un anciano matrimonio que a través de 45 años han tejido una vida en común y que ahora se sumerge en la música de Bach, paseos por el campo y lecturas de Kierkegaard.


El guión lo firma el propio Andrew Haigh, que sabiamente va uniendo todas las piezas del puzzle sirviéndose de simbolismos y elementos como la banda sonora para ir tejiendo el mensaje que pretende transmitir (desde el cuerpo congelado del primer amor, metáfora desgarradora, al irónico tema elegido para el baile nupcial, “Happy Together” de ‘The Turtles’). Todo parece aparentemente sencillo, pero hasta los encuadres responden a la narración y Andrew Haigh se sirve de elementos bien escogidos, como en el caso de objetos y decoración. Tal vez algún espectador pueda encontrar el ritmo algo lento, sin embargo el film va adquiriendo según transcurren los minutos un interés añadido que termina en un final redondo. Mención aparte merece la interpretación de los actores protagonistas, en especial la de Charlotte Rampling, quien solamente a través de la mirada, en un trabajo comedido sin aspavientos transmite todo, en la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera.

EDUARDO M. MUÑOZ

domingo, 1 de noviembre de 2015

Crítica de 'DHEEPAN' (2015) de Jacques Audiard


Jacques Audiard construye un relato desgarrador sobre la inmigración en 'Dheepan', su última pelicula. Pero no se queda ahí. Audiard consigue con audacia arrastrar al espectador hacia unos terrenos que éste creerá reconocer, que identificará como lugares comunes, en los que parece que va a limitarse a contar una historia más del drama de los inmigrantes y su precaria condición. Pero sin embargo el relato se hace adulto en el ecuador dando un salto de gigante y pasando a enfocar la trama hacia las consecuencias psicológicas de la guerra, los fantasmas del pasado, el anhelo de la familia perdida e incluso la redención. Por todo ello el jurado de Cannes consideró a 'Dheepan' como merecedora de la Palma de Oro en su última edición, el máximo galardón del certamen.


Jacques Audiard se toma su tiempo para lo que nos quiere contar. Con ritmo acertado pero lento por momentos observamos la rutina de estos inmigrantes, quienes debido a la necesidad de empezar una nueva vida se ven obligados a utilizar una documentación falsa para huir de su país y de la guerra. El trabajo o el idioma resultan un nuevo infierno para los protagonistas, y a ello hay que sumar que el conflictivo barrio donde viven funciona como si de un campo de batalla se tratara, con guerras entre bandas delincuentes. Audiard en ese aspecto da un paso más allá del mero convencionalismo dramático que suele abundar en el cine de esta temática, no limitándose a reflejar las dificultades de adaptación, sino cómo los protagonistas tienen además que ir creando vínculos afectivos que no poseen ‘a priori’, ya que sus identidades son falsas y por lo tanto no son una familia real. 


El elemento más destacable de la cinta reside en su capacidad para ir atrapando al espectador mediante una narrativa ‘in crescendo’, y cómo logra entremezclar todos los diversos temas desde una apariencia para nada caótica sino homogénea. No será de extrañar que más de un espectador se sorprenda con el estilo que el film adquiere en su tramo final, con referencias al noir e incluso en cierta manera al cine de acción, nada frecuente en el cine de este tipo. Sin embargo la conclusión que se da a la historia quizá chirríe a más de uno, lo que no quita para que estemos ante una buena película. Cuestión aparte es la de si mereció ganar la Palma de Oro.

EDUARDO M. MUÑOZ

viernes, 23 de octubre de 2015

Crítica de 'EL COMPLEJO DE DINERO (DER GELDKOMPLEX)' (2015) de Juan Rodrigáñez




‘El complejo de dinero’ es la  ópera prima del madrileño Juan Rodrigáñez, que adapta de forma libre la obra homónima de la escritora Franziska Von Reventlow publicada en 1916. Rodrigáñez presenta a unos personajes de los cuales poco sabemos, tan sólo que cada uno arrastra una relación con el dinero de forma, digamos, acomplejada, como ya nos indica el título. No se trata de un film al uso pues no es frecuente encontrar en nuestros días dentro de la industria cinematográfica algo de carácter tan reflexivo, no preocupado en exceso por explicar sino más bien por mostrar. ‘El complejo de dinero’ muestra a unos personajes dentro de un ambiente bucólico (con aire hippy y de comuna) para que el espectador reflexione a través de unos bellos fotogramas y unos mínimos diálogos.

Juan Rodrigáñez enfoca la historia (o más bien los diálogos, porque el argumento es mínimo) hacia el dinero: las relaciones de las personas con el poderoso caballero así como entre ellas mismas. O lo que es lo mismo, el dinero lo maneja todo, hasta las relaciones humanas, y por mucho que alguien crea que puede estar al margen de él le atrapará de un modo u otro. Los personajes se hallan durante todo el film en una casa de campo donde abundan los silencios, las situaciones cotidianas, el ambiente festivo y hasta el surrealismo propio de Buñuel (por ejemplo en la escena donde una de las protagonistas imita a una gallina). El cineasta insiste en mostrar planos de los paisajes que rodean al caserío, de los que parece intuirse una melancólica llamada a una vida más humana que ha sido arrebatada a los hombres por culpa del dinero, a través de unas relaciones que se han mercantilizado en cierto modo. Esta podría ser una una de las lecturas, ni mucho menos la única. Aunque no esté enmarcada en ninguna fecha ni época concreta, también puede hacerse una lectura más política mediante las referencias a la todopoderosa Alemania y sus ayudas económicas.



Resulta innegable admitir que la propuesta es arriesgada y valiente. Eso sí, todo el mundo no va a soportar fácilmente su pausado ritmo y su forma de ir a contracorriente, casi como si Juan Rodrigáñez se rebelara ante la forma más convencional de contar una historia. Pero tan sólo por la conciencia que despierta del mundo que habitamos merece la pena acercarse a ella. Se echa en falta, por otro lado, un guión de más calado que explote de manera más sutil las claves o referencias que ayuden a la interpretación, ya que en el fondo todo parece expuesto de forma bastante superficial. Dicho en otras palabras, quizá el discurso de Rodrigáñez peque de cierta pretenciosidad cuando en realidad el producto resultante no es algo intelectualmente tan brillante como podría parecer. 

EDUARDO M. MUÑOZ  

jueves, 8 de octubre de 2015

Crítica de 'IRRATIONAL MAN' (2015) de Woody Allen





Woody Allen, fiel a su cita anual, nos entrega en esta ocasión un curioso título: 'Irrational Man', que versa, a grandes líneas, sobre un profesor de filosofía universitario en plena crisis existencial. El film goza de buen arranque y mantiene alto el interés en su presentación de personajes. Pero crea falsas expectativas, ya que en esta ocasión el genio neoyorquino no ha dado en el clavo. Y es que realizando todos los años una película corre el riesgo de repetirse. Y es el caso. 

'Irrational Man' demuestra una vez más que Woody Allen tiene una habilidad sin límites en el terreno de la dirección de actores (por muy irregular que sea alguna de sus películas siempre brillará dicho aspecto), lo mejor sin duda de la función. Emma Stone y Joaquin Phoenix desprenden química en cada fotograma, tanto en las escenas conjuntas como con el resto del reparto, también espléndido. El guión sin embargo, en esta ocasión, adolece de cierta ingenuidad y se torna repetitivo con respecto al resto de su obra. En otras palabras, no ofrece nada nuevo que no hubiera abordado ya Woody Allen dentro del terreno de sus films más "serios". Sólo si tomáramos 'Irrational Man' aislada del conjunto de la obra de Allen, tal vez podríamos subir algún punto la nota final ya que la propuesta sonaría más interesante y novedosa. Pero el experimento mental no sería suficiente ya que el modo en cómo están resueltas algunas situaciones de la historia acaba consiguiendo que la propuesta no se tome demasiado en serio. 



Uno de los principales problemas del film, que no el único, es el elemento externo que Allen introduce en la situación para que el profesor de filosofía consiga un "sentido" a su vida, algo inverosímil a nuestro parecer y que parece insertado con calzador. Tan extraño y ajeno por completo a las vidas de los protagonistas que acaba resultando forzado para la transformación personal del personaje principal. A partir de ahí el guión posee no pocos trucos narrativos para hacer avanzar la historia y alcanzar el final, el cual se resiste a llegar, indignos de un guionista como Allen.

'Irrational Man' nos parece un título fallido, alejado de la genialidad de otras obras recientes de Allen como 'Blue Jasmine' (2013), 'Si la cosa funciona' (2009) o 'Medianoche en París' (2011). Insistimos en destacar el formidable trabajo de los actores y la reflexión ética que surge de la propia narración. Pero su mejorable guión acaba dando al traste con la película en su conjunto, consiguiendo que se olvide con facilidad.

EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 7 de octubre de 2015

Crítica de 'EL NUEVO NUEVO TESTAMENTO' (2015) de Jaco Van Dormael




‘El nuevo nuevo testamento’ parte de una idea, cuanto menos, estrafalaria y absurda, dentro de un género que podría ser catalogado como cine inclasificable. La premisa es la siguiente: Dios existe y reside en Bruselas, ciudad que creó porque se aburría; está casado, tiene una hija (que debido a la fama de su hermano Jesucristo ha existido en el anonimato); fuma, se pasa el día en bata (al estilo de el gran Lebowsky) y se ha dedicado a fastidiar al género humano desde el  principio de los tiempos sometiéndolo a sus arbitrarios caprichos, como por ejemplo a las puñeteras leyes de Murphy.

‘El nuevo nuevo testamento’ es una auténtica locura y derrocha una imaginación fuera de lo común. La fórmula del film funciona como comedia disparatada y surrealista sobre todo en su brillante arranque, donde a modo de prólogo el espectador asiste a una narración del génesis totalmente atípica y distinta a lo que nos habían contado hasta ahora. Evidentemente puede que al católico más puritano y fiel provoque alguna que otra ampolla y hasta puede llegar a pensar que al film le sobra alguna que otra dosis de blasfemia. Pero sinceramente, no creo que el cineasta Jaco Van Dormael quiera ir tan lejos ni pretenda ofender a nadie. Más bien procura (y consigue sobradamente) dar una vuelta de tuerca a ciertos mitos religiosos, valerse de ellos para hacer en consecuencia una comedia disparatada y gamberra. Nada más. Y nada menos.



Es en la idea general y en la puesta en escena donde salen a relucir las mayores virtudes del film, cuya narrativa y presentación de personajes recuerdan al cine de Jean-Pierre Jeunet, del mismo modo ágil y efectivo, sin dejar de entretener al espectador en ningún momento. Pero también es cierto que después del brillante arranque a la película le resulta difícil mantener la genialidad de su premisa y va perdiendo fuelle desde el momento en que la hija de Dios se escapa de casa y empieza a buscar a sus propios apóstoles para vengarse de su padre. Por momentos se llega a tornar algo repetitiva en su parte episódica y parece ir a la deriva sin una dirección clara. Lo que no influye en modo alguno para asegurar que el espectador se encontrará una apuesta arriesgada e interesante, con espléndidas interpretaciones y alguna que otra sorpresa (no siempre tiene uno la oportunidad de ver a la mítica Catherine Deneuve montándoselo con un gorila). Un relato, en resumidas cuentas, sobre el sentido de la vida que carece de sentido en sí mismo. Como la vida misma.

EDUARDO M. MUÑOZ

martes, 22 de septiembre de 2015

Crítica de 'LA CAMARERA LYNN' (2014) de Ingo Haeb






Ingo Haeb refleja a través de la protagonista de su último film, una camarera de hotel de nombre Lynn, un tema tan íntimo y a la vez tan complejo como la soledad. Se sirve para ello de largos silencios y planos secuencia para mostrar la rutina diaria de Lynn, que lejos de resultar aburrida, gracias a una narrativa espléndida se torna misteriosa e interesante: ¿Por qué se comporta así Lynn? ¿Cuál es la causa de que husmee en los objetos de los clientes del hotel y que les espíe escondida debajo de la cama? El cineasta no revela nada al respecto. Sólo es evidente que Lynn rehuye su soledad espiando la vida de los demás, queriendo formar parte de ellas aunque sólo sea durante la estancia de los clientes en el hotel. 


La protagonista de la cinta de Ingo Haeb es obsesiva hasta la médula y posee una mente evidentemente perturbada que, sin embargo, no logra provocar rechazo al espectador. Más bien curiosidad por su modo de comportarse, incluso simpatía y algo de lástima. Haeb también bucea en el mundo de los deseos ocultos al introducir un elemento externo en la situación, una atractiva dominatrix (Lena Lauzemis) que somete a los clientes del hotel a prácticas sadomasoquistas acercando el relato a temas próximos al éxito literario y cinematográfico de ‘Cincuenta sombras de Grey’, pero sin caer en el mero morbo, lo que no implica que las escenas de cama carezcan de la sensualidad requerida, que de hecho está latente a lo largo de todo el film. 


‘La camarera Lynn’ evita los lugares comunes a los que parece que la historia nos va conducir, y se centra sobre todo en reflejar la mente y la vida de una camarera de hotel encarnada por la debutante Vicky Krieps (bordando su papel, por cierto). Haeb supera con nota lo que a primera vista supone un reto para un cineasta, contarnos una historia a base de silencios, planos secuencia y no dando demasiada información sobre la protagonista. No logra con ello una gran película pero sí un producto del que destaca sobre todo una interesantísima narrativa que dejará cierta huella al espectador por lo original de la propuesta, que es además una adaptación de la novela alemana de Markus Horts

EDUARDO M. MUÑOZ

jueves, 17 de septiembre de 2015

Crítica de 'HEIMAT: LA OTRA TIERRA' (2013) de Edgar Reitz




La última película de Edgar Reitz, Heimat: La otra tierra’, en realidad es una precuela de la monumental trilogía del mismo nombre realizada para televisión en los años 1984, 1993 y 2004, donde se reflejaban los acontecimientos de la Historia de Alemania desde la Primera Guerra Mundial hasta los albores del siglo XXI a través de la perspectiva de la genealogía familiar. En esta ‘Heimat: La otra tierra’ (2013) la acción se remonta a unos acontecimientos menos conocidos pero igualmente reales  de mediados del siglo XIX, donde miles de europeos emigraban a Sudamérica en un intento de huir del hambre, la pobreza, el frío y el despotismo.



El film se centra en la figura de Jakob y su familia, quien sueña con emigrar a Brasil, país que tiene idealizado a raíz de las lecturas de los libros que consigue y para lo cual está aprendiendo incluso las lenguas de los indios de la selva amazónica. El film sigue la vida de Jakob y su familia desde 1842 a 1844 y hace testigo al espectador de acontecimientos como el florecimiento del amor, el enfrentamiento fraternal, los devastadores inviernos, la frustación, el deseo de una vida mejor, la unión familiar o la muerte. Todo ello a través de casi 4 horas de duración que divide al relato en dos partes: “Crónica de un sueño” y “El éxodo”.



Edgar Reitz es un cineasta que se toma su tiempo para contar su historia. Pero en una epopeya tan enorme como ésta sería un crimen querer ir con prisas. La historia de Alemania, como la de cualquier país, requiere ser contada en su tiempo adecuado. Pero que nadie se lleve a engaño ni se eche a temblar. Edgar Reitz es un virtuoso de la narración, y consigue atrapar al espectador desde el minuto uno. Cuando éste finalice el visionado de esta obra no tendrá la impresión de haber estado cuatro horas ante una  pantalla de cine, sino que más bien será consciente de haber asistido a un acontecimiento, no al visionado de un simple film. ‘Heimat: La otra tierra’ es el reflejo de la vida misma en un bellísimo blanco y negro y en Cinemascope, con atisbos de color en determinados objetos, técnica que retrotrae a films como ‘La lista de Schindler’ (1993) y que Reitz emplea con acierto y elegancia. La cámara de Reitz se mueve con soltura coreografiando las almas de estos personajes entre las calles del pueblo ficticio de Schabbach y los vastos campos germanos, transmitiendo un efecto hipnótico que logra mantener en todo el metraje y que resulta difícil de olvidar. En definitiva, una inolvidable obra épica que tiene el aroma y el sabor de una gran obra maestra, donde todos y cada uno de sus planos son muestra de ello.

EDUARDO M. MUÑOZ

jueves, 10 de septiembre de 2015

Crítica de 'UNA SEMANA EN CÓRCEGA' (2015) de Jean-François Richet





‘Una semana en Córcega’ cuenta la historia de dos amigos de toda la vida, Antoine (François Cluzet) y Laurent (Vincent Cassel), que pasan sus vacaciones en Córcega junto a sus respectivas hijas, Louna (Lola Le Lann) y Marie (Alice Isaaz). Las chicas aprovecharán para salir de fiesta y disfrutar de la juventud en un marco idílico donde carecer de cobertura para el móvil parece la peor de las calamidades. Pero todo se enredará a partir de que la atractiva Louna seduzca a Laurent, el padre de su mejor amiga. 

La cinta está dirigida por Jean-François Richet, quien también ha dirigido Asalto al distrito 13’ (2005) o las dos entregas de Mesrine’ (2008), donde ya trabajó con Vincent Cassel. Esta semana de vacaciones que nos propone el cineasta francés se torna agradable y sin pretensiones al espectador, un ejercicio sabático y lúdico donde entretener es la misión principal. Y se consigue. El film funciona dentro de la comedia de situación en una manera bastante clásica de estructurar el relato, donde las situaciones divertidas y el buen trabajo de los actores (chapeau por las dos jóvenes protagonistas, por cierto) parecen conseguir la fórmula adecuada. ‘Una semana en Córcega’ en realidad es un remake del título homónimo del año 1977 por lo que su premisa quizá no sea demasiado novedosa, pero ello no impide que estemos ante un trabajo correcto que merece la pena ser visto.



Pero que el espectador tampoco espere una película redonda porque podría desilusionarse. Por poner un ejemplo, la atracción de Louna hacia Laurent se produce como por arte de magia, de la noche a la mañana, de un plano a otro, sin progresividad narrativa alguna. Del mismo modo, el final parece demasiado forzado y edulcorado. Tal vez estas pequeñas lagunas no resten fuerza al relato, si bien muestran un guión que funciona en su conjunto pero que sin embargo dista mucho de ser brillante. No obstante contiene unos personajes lo suficientemente interesantes y atractivos como para que el espectador permanezca atento al desenlace y a cada una de las situaciones de enredo que rodean al film, incluidas las producidas por el choque generacional entre las las hijas y los padres cuarentones, y algún que otro acierto aislado, como usar la caza del jabalí de forma metafórica. 'Una semana en Córcega' tal vez no ofrezca nada del otro mundo, pero por lo menos saca a relucir un trabajo lo suficientemente logrado para que el interés no decaiga.

EDUARDO M. MUÑOZ

miércoles, 19 de agosto de 2015

Crítica de 'AMAR, BEBER Y CANTAR' (2014) de Alain Resnais





Amar, beber y cantar’ es un título ya lo suficientemente llamativo como para acercarse al producto que esconde, un título optimista que recuerda al de una zarzuela. Si encima resulta ser el último trabajo del mítico cineasta Alain Resnais, ya poseemos razones de sobra (al menos dos) para acercarnos a esta película. ‘Amar, beber y cantar’ se convirtió por sorpresa en el testamento cinematográfico de Resnais al fallecer en 2014, poco tiempo después de que el film se alzara con los premios FIPRESCI y Alfred Bauer del Festival de Berlín.

Alain Resnais, quien otrora regalara a varias generaciones de cinéfilos obras de la talla de ‘Hiroshima, mon amour’ (1959) o ‘El año pasado en Marienbad’ (1961), decide adaptar en esta ocasión una obra de Alan Ayckbourn que paradójicamente habla de la cercanía de la muerte y donde en varias ocasiones el film parece anticipar la propia muerte del cineasta, como por ejemplo en la escena final donde los protagonistas asisten al entierro del personaje que es el eje central de la trama.




El film gira en torno a dos parejas cuyas vidas se ven trastocadas ante la inminencia de la muerte de un amigo cercano, al cual le diagnostican seis meses de vida. Como están ensayando una obra de teatro amateur en la que intervendrán, deciden incluir al amigo, de nombre George Riley, en el reparto. La inminente muerte de George también influirá de forma significativa en la vida de la última pareja de éste, Mónica, la cual reside en el campo con su nueva pareja.


Ante tal premisa, Alain Resnais habla de temas como la fugacidad de la vida y el carpe díem en un marco muy peculiar que gira en torno a un personaje al cual no vemos en ningún momento, pese a que toda la trama gira en torno a él. Resnais utiliza el teatro como metáfora y como forma estética del film, el cual goza de un deliberado y marcado estilo teatral. Todos los personajes esconden cosas y en el fondo el cineasta francés parece decirnos que la vida es un gran teatro donde todos interpretamos de una forma u otra. Resnais utiliza los recursos de que dispone para acercarnos a una obra amable desde el lado del humor y la ironía, por supuesto ahondando también en el amor, recurso al que se adhiere a menudo con diversas situaciones que subrayan el tono cómico de la cinta.




‘Amar, beber y cantar’ no está a la altura de otras obras maestras de la filmografía del genial autor francés pero sí tiene la suficiente fuerza como para sobreviva al paso del tiempo más allá del interés cinéfilo de que se trate de su última obra. Los seis actores del film resultan del todo creíbles (aconsejamos su visionado en versión original) y consiguen llevar todo el peso de la acción de forma formidable, acompañados de unos decorados teatrales bellamente iluminados por la fotografía de Dominique Bouilleret. Reconocemos que al principio nos costó entrar en este universo 'mitad cine-mitad teatro' y de algo así como "teatro dentro del teatro", pero al cabo de un rato el hechizo desde el más allá que formula Resnais surte efecto dejando pegado a la butaca hasta el final al espectador. Merece la pena acercarse a su última bocanada de cine.

EDUARDO M. MUÑOZ

viernes, 17 de julio de 2015

Crítica de 'TERMINATOR GÉNESIS' (2015) de Alan Taylor



Terminator Génesis’ retoma la saga iniciada por James Cameron en 1984 en una quinta entrega cuando menos, interesante y curiosa. El nuevo film dirigido por Alan Taylor pretende satisfacer a toda la generación de fans que no quedaron satisfechos con ‘Terminator 3: La rebelión de las máquinas’ (Jonathan Mostow, 2003) y ‘Terminator Salvation’ (McG, 2009) y para ello retoma las situaciones ya vividas en los orígenes de la saga recreando al detalle secuencias originarias del film de 1984, donde un jovencísimo Arnold Schwarzenegger interpretaba al primer Terminator. A la vez también la película hace un guiño a ‘Terminator 2: El juicio final’ (James Cameron, 1991) con la aparición del mítico T-1000 dentro del mismo escenario. Las primeras escenas de ‘Terminator’ (James Cameron, 1984) son vistas desde otro punto de vista alternativo en un interesante ejercicio de recreación de las escenas originales que recuerda al realizado por Robert Zemeckis en ‘Regreso al futuro II’ (1989) (qué grandes fueron los años 80). Constituyendo, dicho sea de paso, lo mejor de la película.

Alan Taylor realiza un ejercicio nostálgico que rodea a toda la película y homenajea con acierto una saga mítica de la ciencia ficción que ha marcado la infancia y adolescencia de toda una generación. No obstante, el film pasa del homenaje a la autoparodia de forma inconsciente (o no), incidiendo demasiado en un humor basado en el personaje de Arnold Schwarzenegger. Los guionistas explotan con acierto el hecho de que el actor tal vez esté mayor para interpretar de nuevo a la máquina exterminadora y al respecto hacen chistes ingeniosos, si bien se acaba abusando de ello. 


Los actores no dan la talla a excepción de Schwarzenegger y el verdadero villano de la película es toda una sorpresa, pese a que el actor (el cual no desvelo para evitar spoilers de mal gusto) tampoco actúe a las mil maravillas. ‘Terminator Génesis’ termina siendo un simpático disparate que se ve con agrado pese a ser un trabajo fallido, en una trama para colmo enrevesada quizá en exceso. Eso sí, hay que agradecer el hecho de que hayan arriesgado insertando en el guión el recurso de las líneas temporales alternativas. En definitiva, es una película que tiene un buen comienzo y un mejorable final, y entre guiños cinéfilos a la saga, la parodia, las escenas de acción (bastante conseguidas) y los chistes y las paradojas temporales se consigue una compleja y curiosa mezcla no exenta de cierto encanto. Aunque claramente es una película demasiado imperfecta, no obstante quizá estemos ante el mejor Terminator desde ‘Terminator 2’.


EDUARDO M. MUÑOZ

viernes, 10 de julio de 2015

Crítica de 'RETRATOS DE FAMILIA' (2013) de Anthony Chen





Película basada en las vivencias personales de su director, Anthony Chen, que en esta su ópera prima nos cuenta la historia de una familia, los Lim, afectada por la devastadora  crisis de la economía asiática en los años 90, más en concreto en el año 1997.

Los Lim son una familia de clase media-alta, de tres miembros, que va a recibir la llegada de una sirvienta filipina (Teresa) para ayudar a cuidar al pequeño de la casa, el problemático Jialer, niño tremendamente conflictivo y difícil. Poco a poco la situación familiar se va a complicar cuando el padre de familia pierde su empleo, a la par que se establece una estrecha y peculiar relación entre el niño y su cuidadora extranjera.

Película de "sentimientos", rodada con gran realismo, aunque combinado con una fotografía que podíamos definir como fantasmagórica por momentos, por su aire onírico e irreal en algunas situaciones. Se nos narra la vida cotidiana familiar de manera casi documental, a la vez que se busca que nos identifiquemos plenamente con los personajes, entrañables y sencillos. El acercamiento a ellos hace que los  observemos fija y detalladamente, sin perder detalle de sus reacciones, pensamientos, acciones, ante los obstáculos que se van encontrando.


Es una película de problemas familiares, de crisis económica y social, donde se analiza con un guión sólido los problemas que llevan a una familia al sufrimiento y al riesgo de la división y el enfrentamiento. La esperanza nunca se pierde frente a las dificultades, y siempre hay un horizonte nuevo  o un camino que explorar, esa sensación se nos busca transmitir desde el primer minuto hasta el último del largometraje.

Mezcla de lo que podría ser un film de cine independiente europeo y de cine asiático costumbrista, fue muy bien acogida en el Festival de Cannes, donde recibió una gran ovación y el premio a la mejor fotografía y a la mejor opera prima, además de una veintena de premios en otros festivales.


Buenas interpretaciones, gran montaje y gran fotografía son los aspectos más destacados del film, en mi opinión junto a la gran destreza del joven director, que ha hecho de este film un referente del más reciente cine asiático.

Yo la recomendaría para todo aquel que se deje conmover por el cine humano, de sentimientos, de historias sencillas, aunque quizás para mi gusto no es una obra que impacte y deje marcado, hay películas de este estilo que me han llegado mucho más profundamente. Y obviamente no la recomiendo para aquel que busca cine comercial, de fácil consumo e historias inverosímiles pero atractivas por su espectacularidad. Esta película es todo lo contrario.

"¿Crees que suicidarse es  divertido?"   (Teresa)


ANTONIO JAVIER REGIDOR PUERTO

lunes, 29 de junio de 2015

Crítica de 'APRENDIENDO A CONDUCIR' (2014) de Isabel Coixet


Una de las mayores virtudes de Aprendiendo a conducir’ es su falta de pretenciosidad. Lo que cuenta la película no es nada del otro mundo, pero el buen hacer de la cineasta catalana Isabel Coixet convierte este producto de encargo en algo mucho más interesante de lo que 'a priori' pueda parecer. Coixet repite con Ben Kingsley y Patricia Clarkson tras ‘Elegy’ (2008), consiguiendo de nuevo un espléndido trabajo de ambos y una química como pareja protagonista que resulta una de las bazas a favor del film. Patricia Clarkson interpreta a Wendy, una crítica literaria que vive en Manhattan y que decide sacarse el carnet de conducir tras el hundimiento de su matrimonio. Por otro lado, Ben Kingsley es un refugiado hindú que trabaja como taxista e instructor de una autoescuela que se encargará de impartir las clases que Wendy demanda.

A través del evidente choque cultural se puede llegar a pensar que Coixet no tiene otra cosa en mente que presentarnos una comedia romántica al uso a través de una estructura más o menos clásica sobre una divorciada que encuentra de nuevo el amor en una persona que pese a las apariencias no es muy diferente a ella. Sin embargo es de agradecer que el guión de Sarah Kernochan no circule por dichos derroteros. ‘Aprendiendo a conducir’ es más bien una historia sobre segundas oportunidades, sobre el aprendizaje continuo que la vida nos ofrece y sobre la confianza en las personas. No siendo acérrimo de la Coixet, este trabajo me convence por su sinceridad y por el buen hacer que desprende cada fotograma.



'Aprendiendo a conducir' también bucea por el drama de la inmigración ilegal, añadiendo riqueza a un guión que no recae en lo convencional y que dota a sus personajes de gran credibilidad y profundidad. Parafraseando a la propia directora, esta película es la única de su filmografía donde el espectador no querrá cortarse las venas tras su visionado, lo que agradecerán los detractores de sus "melodramones". Sencilla pero efectiva a la vez. Recomendable, muy recomendable.

EDUARDO M. MUÑOZ

martes, 23 de junio de 2015

Crítica de 'WHITE DOG' (2014) de Kornél Mundruczó


Una joven atraviesa en bicicleta un puente sobre el Danubio, en un Budapest semidesértico. De repente, una gran manada de perros la alcanza y la sobrepasa, fundiéndose por unos momentos en un mismo camino ambas razas, humana y canina, en una escena de gran belleza plástica, rodada a cámara lenta. Esta escena es una declaración de intenciones de lo que va a ser el film, nos pone en aviso de lo que va a acontecer.

White God’ llega a nuestras pantallas avalada por sus premios y la repercusión que ha obtenido por lo llamativo de su trama. Este film húngaro de Kornél Mundruczó ha recibido el Premio Eurimages en el Festival de Sevilla, y fue la ganadora de la sección "Un Certain Regard" en la última edición del Festival de Cannes. Mezcla de cine de autor y cine fantástico, estamos ante un cuento macabro que nos va a hacer pensar y reflexionar profundamente.

Se nos presenta un drama familiar. Lili (una muy correcta Zsofía Psotta), es una introvertida e incomprendida adolescente, que solo se siente querida por su fiel Hagen, su perro mestizo. Una nueva ley de la ciudad obliga a pagar una gran tasa a las familias que poseen un perro que no sea de raza pura, con lo que la ciudad se llena de perros abandonados. El padre de Lili, que debe cuidarla durante tres meses, odia a los perros y considera objetos sin sentimientos a los animales, trabaja en un matadero donde a diario ve despiezar a vacas, de manera mecánica y fría. Tras varios enfrentamientos padre-hija, Hagen es abandonado y comienza su durísima travesía por una ciudad deshumanizada y despiadada, donde sufrirá todo tipo de violencia y malos tratos animales que podamos imaginar y no desvelamos al espectador.

Entonces comienza un canto a la lucha entre la candidez e inocencia que representan Hagen y Lili frente a un mundo duro, violento, sin ningún tipo de sentimientos; y la historia paralela de ambos personajes, los cuales quieren huir de lo que les rodea y quieren volver a unirse de nuevo, pero les espera un crudo destino. Ambos pierden la inocencia ante todo lo que tienen que ir viviendo, los reveses de la vida les hacen cambiar. La frialdad, el miedo al otro, a lo distinto, hace que Hagen sufra todo tipo de daños, vejaciones y humillaciones por parte de seres a los que cuesta definir como "humanos". Se muestra a los perros como seres puros, inocentes, sin el rencor del ser humano.


La película contiene un claro mensaje contra la discriminación y el racismo, el mestizo es abandonado y humillado, mientras que los perros "puros" caminan con sus dueños por la ciudad sin problema. "Ambos somos perros hambrientos" dice un personaje con el que se cruza Hagen en su triste recorrido, los pobres también viven marginados y la gente se aprovecha de ellos.

Hagen está interpretado por dos perros hermanos de Arizona, y realizan una grandisima interpretación. El gran mérito del film es cómo se manejan 200 perros en escena, siendo solo actores "profesionales" los perros que hacen de Hagen, los demás son perros abandonados en una protectora, y que, por cierto, gracias al film ya están todos adoptados. El título "White God" es un juego de palabras con "White Dog" (perro blanco),  que nos hace reflexionar: ¿Dios es blanco?, ¿los blancos son superiores?, ¿el verdadero Dios es esa inocencia que la deshumanización nos hace perder? También en este exterminio canino podemos ver una clara metáfora del holocausto, las perreras son como las cámaras de gas donde se aplica "la solución final", sin ningún tipo de remordimiento.

En mi opinión la primera parte del film es mas brillante. Se resuelven mejor los momentos intimistas y de reflexión y las peripecias de Hagen por sobrevivir que los momentos de la segunda parte, que nos llevan a un terreno más cerca del cine fantástico y de terror. En esta segunda mitad hay algunos fallos y lagunas de guión, y aspectos peor resueltos, como un final, de grandísima belleza estética pero que deja con sabor agridulce. Además en esta segunda parte hay alguna escena que se podía haber evitado y busca el sensacionalismo o la lágrima fácil más que ayudar en la fábula que se nos está narrando. Budapest adquiere un aspecto ya no solo frío como en la primera mitad del film, sino que pasa a ser una ciudad devastada, prácticamente una ciudad en guerra, cuando las "bestias" se vuelven "humanas".

Al  terminar el film nos preguntamos ¿quién es la bestia y quién son los "humanos"? Los perros cuando tienen comportamiento animal tienen sentimientos, son fieles e inocentes, cuando empiezan a actuar como humanos, se vuelven bestias rencorosas y violentas. Como hemos dicho es un film de buenas interpretaciones, un magnífico trabajo de entrenamiento de animales para unas grandes actuaciones caninas, y una buena música de Asher Goldschmidt que acompaña muy correctamente en todo momento.

Esta película la recomiendo para quien busque cine "de pensar", cine duro, de gran realismo y fantasía a partes iguales dentro del mismo film, cine de reflexión y que hace que nos planteemos preguntas. No es ‘El Origen del Planeta de los Simios’, ‘Los Pájaros’ ni ‘Espartaco’, aunque tiene momentos de guiños e inspiración en dichos largometrajes. Es un producto con personalidad propia y ésto quizás sea la mejor baza a su favor, es una especie de híbrido entre el cine fantástico, el cine de autor, el cine de terror y la fábula social. Es una película que impacta, impresiona, es imposible que deje indiferente. Eso sí, si se busca cine de acción o aventuras sin más, ‘White God’ es otra cosa.

"Quizás todo lo terrible es, en su ser más profundo, algo que necesita nuestro amor” –Rainer Maria Rilke

ANTONIO JAVIER REGIDOR PUERTO

martes, 9 de junio de 2015

Crítica de 'Güeros' (2014) de Alonso Ruizpalacios







Güero, ra
1. adj. Méx. Dicho de una persona: Que tiene los cabellos rubios. Que tiene la piel blanca. U. t. c. s.

Así, con esta aclaración del significado del título, comienza este film mexicano premiado en Berlín como mejor opera prima y en San Sebastián como mejor película latinoamericana. También ha sido reconocido en su país de origen con cinco premios Ariel, incluido el de la mejor película.

¿Qué nos encontramos al visionar este debut en pantalla grande del ex director teatral Alonso Ruizpalacios? Pues nos encontramos ante una película de una factura exquisita, cuidada al detalle, innovadora, de planos imposibles y experimentales en  sus momentos más brillantes. Es una película que juega con los silencios, con los sonidos que invaden dichos silencios y con el contraste entre momentos de reflexión y momentos de acción.


Partimos de una trama argumental muy sencilla: Santos y Sombra viven en un apartamento desganados y desencantados con todo. El apartamento se encuentra en lamentables condiciones, incluso sin luz. Un día reciben la visita de Tomás, el hermano de Sombra, al que su madre ya no soporta más. Con su llegada los tres van a iniciar un viaje en busca de un viejo rockero mexicano olvidado, Epigmenio Cruz, al que nadie recuerda, pero es muy importante para ellos porque era escuchado por el padre de Sombra y Tomás.

El argumento es sencillo, pero la búsqueda que inician los personajes como hemos dicho es compleja y llena de diálogos y momentos que provocan la reflexión sobre el ser humano y la existencia misma. Es una película mucho más visual que de diálogo, pero las interpretaciones son muy cuidadas y dan un toque frío pero cercano a la vez a los personajes, tal como busca el director. No es una película de fácil consumo, es una largometraje que invita a a la reflexión y al disfrute del derroche visual e imaginativo que nos regala Alonso Ruizpalacios.

También tenemos que decir que puede resultar aburrida en algunos momentos, el ritmo es intencionadamente lento en el desarrollo de la acción y el peculiar sentido del humor que se despliega puede no resultar atractivo para todos los públicos. Aquel que busque una película con un desarrollo fácil y convencional puede resultar decepcionado y aburrirse, en cambio es recomendable para el que busque un producto creativo e innovador, no una cinta de consumo rápido.


Rodada en un impecable blanco y negro, cuenta con una sencilla pero muy solvente fotografía, uno de los puntos fuertes del film, junto a ese contraste de sonidos y silencios del que hablábamos tan peculiar, y que junto a los juegos de cámara y la experimentación en cuanto a tipos de planos sorprenderá al espectador. La crítica social también está presente, ya que la acción se desarrolla durante una ficticia huelga de estudiantes, reflejo de las huelgas y movimientos sociales tan habituales en México y Latinoamérica en general. Se nos presenta el contraste entre la lucha política y la devastadora desgana del joven que está desencantado con todo en el mundo en el que vive. Nuestros protagonistas se muestran apáticos ante esta huelga ("Estoy de huelga de la huelga", afirma Sombra), pero durante la película veremos cómo va modificándose este sentimiento, paralelamente al avance de su búsqueda de Epigmenio, el rockero desconocido y moribundo.

No desvelaremos como se desarrolla la búsqueda del rockero olvidado, dejamos al espectador que vea el film y saque sus conclusiones, unos se aburrirán, otros la disfrutarán ampliamente, es cuestión de gustos.

"Epigmenio Cruz está chingón. Una vez hizo llorar a Bob Dylan"...

ANTONIO JAVIER REGIDOR PUERTO

miércoles, 27 de mayo de 2015

Crítica de 'NUESTRO ÚLTIMO VERANO EN ESCOCIA' (2014) de Andy Hamilton y Guy Jenkin


El arranque y el cierre debería ser algo a tener muy en cuenta en la construcción del guión. Un comienzo sin garra te puede arruinar una película, simplemente porque el espectador deja de prestar atención, se aburre y se va; aunque esté sujeto a una butaca de cine, algo escaso, hemos perdido lo más valioso: su atención.

El final no debería satisfacer las expectativas de un imaginario gran público, un final es consecuente con todo lo argumentado a golpe de secuencia. Resolver las tramas abiertas de forma acomodada, resta validez a todo lo acontecido. La secuencia final de ‘Nuestro último verano en Escocia’ es un desatino dentro del guión aceptable, con chispas ingeniosas, de esta comedia sin mayores pretensiones que las que se hayan fijado sus dos directores. A saber.

Andy Hamilton y Guy Jenkin son los creadores de la serie de la BBCOutnumbered (2007)’, sobre un matrimonio con tres niños. ‘Nuestro último verano en Escocia’  comparte la misma idea inicial. En el caso de la película el matrimonio se está divorciando, y las premisas sobre el desordenado mundo de los adultos y las precoces conciencias de tres niños estereotipados, niña repelente sabelotodo,  niña imaginativa, sin duda la mejor de la película, y niño obsesionado con la cultura vikinga, que ponen en entredicho una falsa estabilidad familiar. Aprovechando el tirón televisivo deciden colocar a sus personajes en Escocia, con sus estéticos planos aéreos de la bella región,  en toda película que se precie hay que demostrar que se tiene cierto empaque en la producción, de visita para el cumpleaños del abuelo, un, interpretativamente, indiferente Billy Connolly, su otro hijo, don quiero y no puedo, con su depresiva esposa y su hijo con déficit de atención. El desarrollo de los personajes está repleto de arquetipos una y mil veces vistos y exprimidos.




Sin embargo en el desarrollo de la trama principal es donde encontramos el mayor logro de la película. La idea es original e hilarante, las motivaciones de los personajes son creíbles y los tres jóvenes actores  ponen en relieve su gran trabajo, haciendo sombra en muchas ocasiones al reparto con más experiencia. El problema surge cuando, al menos esa es la impresión más poderosa que desprende el film, sus directores y guionistas pretenden dar soluciones fáciles y autocomplacientes. Introducen personajes, la trabajadora social por ejemplo, que más que aportar al desarrollo de la acción, la ridiculiza impregnándolo todo de un halo sainetesco. Comienzan los despropósitos en el guion con un  colofón sonrojante más cercano a un telefilm de muy bajo presupuesto. Ya sabemos que los finales felices no convencen, éste en concreto es un despilfarro de imaginación.

Realización y fotografía  cercanas a los cánones televisivos,  con un reparto simpático, correcto, poco creativo salvo el caso de la niña amante de la geología  que es la única que entiende el sentido primigenio de ‘Nuestro último verano en Escocia’.

Película de consumo rápido y masivo, que con los precios que se gastan las salas, es más adecuado y ajustado  su visionado en el medio televisivo. En suma, comedia de marcada orientación familiar poco apta para fanáticos de Herodes.

JUAN AVELLÁN

miércoles, 20 de mayo de 2015

Crítica de 'WALESA, LA ESPERANZA DE UN PUEBLO' (2013) de Andrzej Wajda




Andrzej Wajda, maestro del cine polaco y autor de obras tan importantes como ‘Danton’ (1983) o ‘Katyn’ (2007), toma con pulso firme y dirige con acierto este biopic sobre la figura de Lech Walesa, fundador del sindicato Solidaridad en Polonia. La película refleja los acontecimientos que en 1970 condujeron a dicho país a una revolución y que hicieron de Walesa un líder sindical y político, en un difícil camino personal desde su inicial condición de simple trabajador, llegando a ganar el Premio Nobel de la Paz.

Wajda se mueve como pez en el agua en un género tan difícil como el biopic construyendo un film lleno de ritmo y fuerza. La película aborda nada más y nada menos que 25 años en la vida de Lech Walesa, pero al mismo tiempo no pasa de puntillas por ningún acontecimiento, defecto fácilmente detectable en películas de este tipo centradas en figuras históricas. Por eso mismo las escenas no son una mera sucesión de episodios sin relación entre sí, sino que poseen la suficiente homogeneidad para tejer un relato consistente por obra y gracia de un excelente guión. Ayuda al respecto que el guión esté realizado en torno a una entrevista que le hace a Walesa una periodista italiana, por lo que todas las secuencias están planificadas a modo de flashback.

Wajda mezcla con maestría imágenes en blanco y negro con imágenes en color, sobre todo en las escenas con multitudes, confiriendo al relato un carácter documental que casa bien con el contenido de la historia. También se intercalan imágenes de archivo consiguiendo un resultado lleno de fuerza gracias al uso de la banda sonora, un tanto atípica, centrada en temas de rock and roll. El excelente trabajo de producción recrea a la perfección la Polonia de la época, cuyas condiciones en torno a la miseria o el frío quedan excelentemente reflejadas. 


El guión gira en torno a la figura de Walesa, como no podía ser de otro modo, pero no por ello descuida el resto de personajes. El film no sólo se centra en la figura política y sindical de Lech Walesa, sino que también aborda su vida familiar, con su esposa y sus seis hijos. Wajda realiza un excelente trabajo en el ámbito de la dirección de actores, teniendo así de resultado a una espléndida Agnieszka Grochowska en el papel de la esposa del protagonista y, cómo no, a un soberbio Robert Wieckiewicz, sin duda la mayor baza del film, que se mete en la piel de Walesa como nadie aportando naturalidad y credibilidad al conjunto.

En definitiva, ‘Walesa, la esperanza de un pueblo’ es una cinta que merece la pena ver ya que es capaz de ir mucho más allá del panfleto político. La grandeza de Wajda también reside ahí, en mostrarnos unos hechos de la forma más objetiva posible y con ello hacernos reflexionar ante temas tan importantes como el poder y la libertad.

EDUARDO M. MUÑOZ