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miércoles, 19 de marzo de 2014

Crítica de 'BATMAN BEGINS' (2005) de Christopher Nolan



Si por algo destaca dentro de la historia del cine Batman Begins es, sin duda, por la obsesión que tuvieron sus creadores a la hora de mostrar algo de lo que carecían las anteriores películas del Hombre-Murciélago: los verdaderos orígenes de Batman. Se produce así un viaje iniciático a las profundidades psicológicas de su personaje. Mientras que Tim Burton no quiso ahondar en este punto más allá de un flashback hacia la mitad de Batman (1989), y se limitó a mostrar a un superhéroe atormentado y marginal cercano en esencia a sus villanos en Batman vuelve (1992) (lo cual no afecta para que ambas sean espléndidas películas, dicho sea de paso); los guionistas David S. Goyer y Christopher Nolan apostaron de firme en dicho aspecto para renovar la franquicia Batman dotándola de un realismo inusual hasta la fecha para una película basada en un personaje de cómic.

Batman había sufrido una muerte cinematográfica en toda regla desde el fracaso comercial y de crítica de Batman y Robin (1997). La saga iniciada por Tim Burton devino en caricatura, no sólo debido a la burda caracterización del héroe sino también de los villanos, consiguiendo que su director, Joel Schumacher, se preocupara únicamente del espectáculo visual (a quien le guste esa saturación de colores vivos que llenaban la pantalla y los decorados, por cierto) y el entretenimiento a costa de una historia vacía. Fue por eso por lo que Nolan no lo tenía fácil para recuperar la saga del Hombre-Murciélago, para colmo partiendo desde cero (una secuela no hubiera tenido sentido ante semejantes precedentes ni una precuela tampoco). Por si esto fuera poco, Nolan venía de hacer tres películas dentro del cine independiente y era la primera vez que se enfrentaba a una superproducción de estas características. El reto era alto, muy alto, pero la industria salió victoriosa.


Nolan y David S. Goyer, este último gran conocedor del personaje Batman, fueron fieles a los textos originales y prepararon el guión sobretodo a partir de Batman: Año Uno de Frank Miller, The man who falls (Dennis O’ Neil y Dick Giordano) y Batman: The Long Halloween (Jeph Loeb y Tim Sale). Sólo así se entiende la infinita sensación de respeto por el personaje original que desprende cada fotograma. En su libreto, optan por dotar al personaje de un hiperrealismo insólito a la par que una explicación de toda la idiosincrasia de Bruce Wayne/Batman con pelos y señales: desde el origen de sus juguetitos a la causa de sus miedos, sin olvidar los porqués de los diseños del Bat-traje o el Bat-móvil.

De esta forma se abandona drásticamente el humor al que ya estábamos acostumbrados en la franquicia y pasamos a una seriedad que confiere al relato un carácter legendario, épico si me apuran (sello personal que también predominará en las secuelas y que incluso en Man of Steel, la reciente película sobre otra leyenda del cómic, Superman, también podemos apreciar [bajo la batuta de Zack Snyder pero producida por Nolan y escrita por David S. Goyer]). Para reforzar ese estilo y esa idea, Nolan se sirvió de un espléndido reparto, donde los personajes secundarios hacen aún más grande el relato y lo enriquecen, contando con actores de lujo para la ocasión como Liam Neeson, Morgan Freeman, Katie Holmes, Michael Caine y hasta el mismísimo Rutger Hauer. Sin olvidar a Christian Bale, ¿el mejor Batman de la historia? Ahí lo dejo.


El espectáculo está servido, esta vez con menos acción (pero atención a la escena trepidante de la pelea en el tren y a la persecución en coche) y más desarrollo dramático de personajes, más gadgets, más villanos y hasta un nuevo Bat-móvil. Y veremos todo como lo más normal del mundo, como si en todas las ciudades fuera de obligado cumplimiento que existiera un Bruce Wayne con traje de murciélago para acabar con la corrupción y la delincuencia. Tal es su realismo.

EDUARDO M. MUÑOZ