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miércoles, 10 de agosto de 2011

EL PLANETA DE LOS SIMIOS (PLANET OF THE APES, 2001) de Tim Burton



Decepcionante. Desilusionante. Mero ejercicio pirotécnico. Lo que pudo haber sido y no lo es... Todos estos pensamientos recorrieron mi mente al término del visionado de este remake de la mítica El planeta de los simios (1968, Franklin J. Schaffner), que hace una década estrenó la 20th Century Fox.

A este film le ocurre lo mismo que a los fuegos artificiales: su espectacularidad dura muy poco, al igual que su ruido y su explosión de colores. Cuando nos sumergimos en este universo plagado de simios observamos que su responsable es nada menos que Tim Burton. Por eso mismo esperamos que nos va a ofrecer, como mínimo, una personalísima visión de una de las películas de ciencia ficción más inquietantes de la historia del cine. Pero la ilusión dura poco. En no muchos minutos podemos darnos cuenta que lo que descansa debajo de un portentoso maquillaje es algo banal, acartonado y sin definición. Esos mediocres fuegos artificiales se desvanecen tras la explosión, raudos y veloces, dejando tras de sí unas excesivas dosis de vulgaridad.
El genio burtoniano no se halla aquí en ningún lugar. Si alguien lo encuentra, por favor, que nos lo haga saber. Ningún rasgo característico de su cine podemos encontrar en esta cinta. ¿Dónde están esos maravillosos personajes marginales tan típicos suyos, tales como Ed Wood (1994), Eduardo Manostijeras (1990) o Batman (1989)? ¿Dónde? En el único lugar en el que se aprecia el nombre de Tim Burton es en los títulos de crédito. Únicamente. La película podría haberla firmado cualquier cineasta mediocre y el resultado hubiera sido el mismo. El fuerte olor pestilente del cine de encargo impregna toda la cinta, porque su resultado es impropio de un cineasta como Burton. 


Por esa razón todo va a la deriva en esta película. Desde unos humanos que no dejan de arriesgar sus propias vidas para ir a buscar la nave perdida en el espacio y el tiempo de un chimpancé (?); hasta unos simios, se supone que fuertes y poderosos, que no son capaces de atrapar con su ejército a los buenos de la película, que logran escapar siempre. Las situaciones grotescas e increíbles dominan el film y un mediocre guión firmado nada menos que por tres personas: William Broyles Jr., Lawrence Konner y Mark D. Rosenthal. A esto hay que unir la tan simplista explicación que se da en la película de cómo se originó tal embrollo, a saber, que los simios dominen un planeta siendo los humanos sus esclavos; así como el golpe de efecto final que, sin duda, está logrado pero lejos de aquél: “¡Os maldigo, maldigo las guerras!”, que otrora expresara un Charlton Heston en estado de gracia.
Por si esto fuera poco, no se recuerdan actores tan inexpresivos desde sabe Dios cuándo. Mark Wahlberg, que encima es el protagonista, no logra quitarse de encima la cara de palo ni la primera vez que ve a los simios. Y el personaje de Estella Warren, que emula al de Linda Harrison como “Nova” en el original, no sólo no logra transmitirnos nada, sino que para acabar de rematar la faena en esta película habla y no es muda, como hubiera sido lo acertado. Tampoco los actores metidos en el pellejo simiesco lo hacen mejor. Sus interpretaciones no logran traspasar el portentoso maquillaje y en ocasiones parecen menos reales que los del film original por la nula dirección de actores. Con una excepción: Tim Roth está magnífico como el general Thade.


El ansia de la 20th Century Fox por desmarcarse del original y hacer un film dirigido a un público más moderno hace que el proyecto se desmorone y, paradójicamente, cree más situaciones absurdas que las que probablemente pretendía. Por ejemplo, el hecho de que los humanos puedan hablar no aporta nada bueno al resultado global. Sin embargo en la versión de Schaffner el descubrimiento por parte de los simios de que el personaje de Charlton Heston sea capaz de articular palabras resulta vital para el desarrollo de la trama. Aquí parece un mero capricho por distanciarse de la cinta de 1968. Craso error. Y la alegoría perfectamente visible en aquélla sobre el futuro de la humanidad aquí deviene en película de acción. Los guiños a la ciencia ficción se hacen porque no queda más remedio, para no acabar de destrozar el espíritu de una saga. Pero el daño ya está hecho.
La historia tiene tan poca consistencia y los personajes están tan poco trabajados que, aunque visualmente sea muy poderosa e incluso entretenida, es uno de los films más flojos de Tim Burton, en la línea de la reciente (y decepcionante) nueva versión de Alicia en el país de las maravillas (2010). El maquillaje de Rick Baker no logra maquillar un producto meramente alimenticio que no hace justicia al original ni de lejos, un producto concebido solamente para arrastrar a la gente a las salas de cine. Lejos está este Tim Burton del autor de obras maestras como la citada Ed Wood y en las antípodas de haber hecho un remake, como mínimo, digno.


EDUARDO M. MUÑOZ

sábado, 26 de febrero de 2011

EL PLANETA DE LOS SIMIOS (THE PLANET OF THE APES, 1968) de Franklin J. Schaffner


Posiblemente estemos ante unas de las grandes películas del género de ciencia ficción de todos los tiempos cuyo final es tan impactante como espectacular. Y que perdura en el tiempo y que tanto fue homenajeado.
En el transcurso de un viaje espacial procedente de la tierra en el año 1972, la nave tripulada a las órdenes del coronel Taylor (C. Heston) y sus cuatro acompañantes, entre ellos una mujer, aterriza de forma misteriosa en un planeta desconocido en el año 3978. El viaje de los voluntarios a la velocidad de la luz pone a prueba las teorías del espacio-tiempo suponiendo que ellos apenas envejecerán en comparación con el resto de los mortales. En busca de forma de vida y por la supervivencia se verán sometidos en contra de su voluntad por la raza dominante en ese planeta, los simios (chimpancés, orangutanes y gorilas); comenzando así una lucha por salvar sus vidas y enfrentándose a la postre ante una nueva tarea, empezar de nuevo como especie abandonada e involucionada. Esto es lo que se supone que deberían haber contado las sucesivas secuelas pero no fue así. La película es una adaptación de la novela de Pierre Boulle cuyo argumento es que dos chimpancés realizan un viaje interespacial de luna de miel.
Utiliza una banda sonora asombrosa (Nominada al Oscar a Mejor Banda Sonora, 1969). Desde que la nave comienza el descenso al planeta y el posterior peregrinaje de los tripulantes hasta que son capturados, podemos observar el vacío y el paisaje lunar de este nuevo planeta logrando crear tensión, ansiedad y claustrofobia que hará sentirnos con un profundo sentimiento de soledad y abandono. Hasta tal punto que el coronel Taylor y uno de sus acompañantes llegan a tener una pequeña confrontación. Destacable la utilización del zoom en el arduo caminar de los tripulantes y en el transcurso de la persecución de los gorilas. Espectacular resulta la cámara en mano, destacando una secuencia en la que Taylor sube unas escaleras perseguido por los gorilas.


A través de un gran vestuario de colores (Nominada al Oscar a Mejor Vestuario, 1969) podemos apreciar la diferencia de clase social que impera en la época y que se asemeja a la actual (oradores y políticos, militares, científicos y la plebe). La crítica a la sociedad es meritoria en la que se muestra a los gorilas-militares como simples marionetas sin cerebro; orangutanes-políticos y oradores que con su demagogia esconden mentiras antropológicas, (el doctor Zaius es conocedor de la zona prohibida, sabe lo que allí se esconde, el origen de su especie que evolucionó a la inversa que la actual; y por tanto intenta a toda costa eliminar al coronel Taylor como medida preventiva para preservar el futuro de su pueblo y futuras generaciones, hace ascos sobre que el hombre puede volar), chimpancés científicos sometidos a herejía cuyos conocimientos tecnológicos les permitirían realizar lobotomías. Parece ser que desde tiempos inmemoriales, gobiernen simios u hombres, todo se repite. El maquillaje es asombroso, con una buena caracterización de simios que a la postre le valió el Oscar honorífico que en la época no existía.
Olvidémonos de los fallos sobre la dilatación del tiempo en el viaje espacial, la teoría de la Relatividad y errores antropológicos y cosmogónicos; tenemos que dejar pasar si el viaje a través del Universo esta en concordancia con la ciencia. Lo realmente interesante del film es como estos simios emulan el papel de la sociedad humana.
Uno de los ejes de la película es lo que todavía hoy obsesiona al ser humano, el origen de la especie elegida. Si el que ahora domina la tierra es el hombre es el simio en el film, éste último sometido a estudio evolutivo a lo largo de la historia por el hombre. Viceversa en la película.


También es de vital importancia como el propio hombre se ha destruido a si mismo a lo largo del tiempo a través de las guerras, de hecho la película fue rodada en el transcurso de la Guerra Fría. Pone en evidencia la obsesión y los pecados del ser humano y nos viene a decir que independientemente de la especie dominante en el planeta siempre caeremos en la misma espiral de destrucción y caos. Aquí los simios llevan el mismo camino que llevaron miles de años atras los hombres. El valor de la película reside en su mensaje, el mayor peligro del hombre es el propio hombre.
Al final, uno de los mejores finales de la historia. Impactante: “¡Malditos todos!, ¡Ellos lo hicieron!”.

MIGUEL ÁNGEL ACOSTA RODRÍGUEZ