martes, 12 de julio de 2011

EL PADRINO, PARTE II (THE GODFATHER, PART II, 1974) de Francis Ford Coppola


El padrino II es una proeza cinematográfica sin precedentes en la historia del cine, un complejo edificio construido a raíz de un monumental guión compuesto por Francis Ford Coppola y Mario Puzo. Es mucho más que una simple continuación de El padrino (1972). El film profundiza sobremanera en las psicologías de los personajes que componen la familia mafiosa Corleone, encabezada en esta ocasión por Michael (Al Pacino), así como en las relaciones entre ellos y con las personas de su entorno, tanto amigos como enemigos. Esta idea queda reforzada por el hecho de que Coppola cuente la historia de los orígenes del joven Vito Corleone (Robert De Niro) en contraposición, mediante elipsis temporales (que van desde principios del siglo XX a los años 50), con los negocios familiares en el presente capitaneados por un poderosísimo hombre sin escrúpulos: Michael Corleone.
Por tanto no tenemos un padrino sino dos padrinos, dos películas en una, precuela y secuela que podemos apreciar simultáneamente. Cada una de las partes se diferencian no sólo por las tonalidades marcadas por la fotografía de Gordon Willis (la del joven don Vito en colores cercanos al sepia, y la del presente de la familia con predominio de los claroscuros), sino por ser dos caras de una misma moneda: el ascenso y la decadencia. Coppola traslada al espectador constantemente del pasado al presente y viveversa, mediante un asombroso uso del montaje, pudiendo así apreciar y conocer en su totalidad el alma de la familia Corleone y las entrañas de la mafia desde sus comienzos hasta las variantes morales que se producen en la misma con Michael Corleone como protagonista y referente absoluto.


En su momento la Paramount e incluso Mario Puzo tenían sus dudas sobre la idea de Coppola de contar las dos historias al mismo tiempo en vez de decidirse por una solamente. Bendito Coppola, que sabía lo que se traía entre manos desde el comienzo. Consiguió con ello una película ambiciosa y muy arriesgada, en algún sentido menos accesible y comercial para el público, al ser mucho más oscura que la primera parte. El proceso sin límites de la corrupción del alma de Michael alcanza cotas inimaginables en esta película, donde podemos apreciar cómo los vínculos familiares que existían en la primera parte aquí poco a poco van desvaneciéndose. Somos testigos del hundimiento moral de un imperio que otrora fue una familia.

Los dos padrinos, Vito y Michael, no pueden ser más distintos. La imagen (que ya forma parte del inconsciente colectivo como icono del cine con mayúsculas) de Marlon Brando en el rol de Vito Corleone negándose a vengar la muerte de su hijo Sonny, está en las antípodas del rostro frío y calculador del monstruo sin escrúpulos en el que se acaba convirtiendo Michael, que hace uso de la venganza aún cuando ya no es necesaria.


La corrupción que produce el poder, la soledad, la desintegración de la familia, el nihilismo… Muchos temas posee esta obra maestra del último cine americano que desembocan en definitiva en uno solo: La condición humana. Estamos ante un raro y casi único ejemplo en la historia del cine en el que una secuela supera al original. Uno de sus múltiples aciertos es haber convertido la historia de los Corleone en una tragedia contemporánea. El carácter arquitectónico del guión es algo asombroso, su complejidad alumbra y asombra. Pero el guión por sí solo no hubiera sido el mismo sin la ayuda del ritmo narrativo, adecuado a cada plano, a cada secuencia, que hace que los casi 200 minutos de metraje se evaporen en un suspiro. No hay que olvidar el inmenso trabajo realizado tanto en dirección artística como en diseño de vestuario, así como de unos actores que nos regalan (del primero al último) una sucesión de interpretaciones magistrales desde el primer momento sin excepción de ninguno de ellos, que ya es decir.


Momentos grabados para siempre en la retina: El plano final, desolador, que refleja la soledad de Michael. Y ese flashback en el que un joven Michael cuenta a su familia que se va alistar en el ejército. Un Michael que no quería contribuir a los negocios familiares. No quería ser como ellos. Y acaba siendo el mayor destructor de todo lo que le rodea. Terminemos con una frase que resume toda la esencia de esta joya indiscutible del cine:
“Si la historia nos ha enseñado algo es que se puede matar a cualquiera” (Michael Corleone)

EDUARDO M. MUÑOZ

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los momentos memorables de la cinta son: TODOS.

E. Muñoz dijo...

En efecto, en esta película elegir un solo momento es complicado porque toda ella es una absoluta obra maestra. Pero he elegido estos momentos finales para resaltar la idea de la corrupción de Michael y la desintegración de los valores familiares.

Anónimo dijo...

La diferencia entre una pelicula y una obra de indiscutible valor esta de manifiesto en esta cinta. El papel de Al Pacino es....impresionante.

Muñoz dijo...

Pacino realiza el mejor papel de su carrera. Nunca estuvo mejor, de hecho casi siempre exagerado en las formas con tendencia a la sobreactuación. En la saga de "El padrino" está perfecto, sublime.