miércoles, 19 de agosto de 2015

Crítica de 'AMAR, BEBER Y CANTAR' (2014) de Alain Resnais





Amar, beber y cantar’ es un título ya lo suficientemente llamativo como para acercarse al producto que esconde, un título optimista que recuerda al de una zarzuela. Si encima resulta ser el último trabajo del mítico cineasta Alain Resnais, ya poseemos razones de sobra (al menos dos) para acercarnos a esta película. ‘Amar, beber y cantar’ se convirtió por sorpresa en el testamento cinematográfico de Resnais al fallecer en 2014, poco tiempo después de que el film se alzara con los premios FIPRESCI y Alfred Bauer del Festival de Berlín.

Alain Resnais, quien otrora regalara a varias generaciones de cinéfilos obras de la talla de ‘Hiroshima, mon amour’ (1959) o ‘El año pasado en Marienbad’ (1961), decide adaptar en esta ocasión una obra de Alan Ayckbourn que paradójicamente habla de la cercanía de la muerte y donde en varias ocasiones el film parece anticipar la propia muerte del cineasta, como por ejemplo en la escena final donde los protagonistas asisten al entierro del personaje que es el eje central de la trama.




El film gira en torno a dos parejas cuyas vidas se ven trastocadas ante la inminencia de la muerte de un amigo cercano, al cual le diagnostican seis meses de vida. Como están ensayando una obra de teatro amateur en la que intervendrán, deciden incluir al amigo, de nombre George Riley, en el reparto. La inminente muerte de George también influirá de forma significativa en la vida de la última pareja de éste, Mónica, la cual reside en el campo con su nueva pareja.


Ante tal premisa, Alain Resnais habla de temas como la fugacidad de la vida y el carpe díem en un marco muy peculiar que gira en torno a un personaje al cual no vemos en ningún momento, pese a que toda la trama gira en torno a él. Resnais utiliza el teatro como metáfora y como forma estética del film, el cual goza de un deliberado y marcado estilo teatral. Todos los personajes esconden cosas y en el fondo el cineasta francés parece decirnos que la vida es un gran teatro donde todos interpretamos de una forma u otra. Resnais utiliza los recursos de que dispone para acercarnos a una obra amable desde el lado del humor y la ironía, por supuesto ahondando también en el amor, recurso al que se adhiere a menudo con diversas situaciones que subrayan el tono cómico de la cinta.




‘Amar, beber y cantar’ no está a la altura de otras obras maestras de la filmografía del genial autor francés pero sí tiene la suficiente fuerza como para sobreviva al paso del tiempo más allá del interés cinéfilo de que se trate de su última obra. Los seis actores del film resultan del todo creíbles (aconsejamos su visionado en versión original) y consiguen llevar todo el peso de la acción de forma formidable, acompañados de unos decorados teatrales bellamente iluminados por la fotografía de Dominique Bouilleret. Reconocemos que al principio nos costó entrar en este universo 'mitad cine-mitad teatro' y de algo así como "teatro dentro del teatro", pero al cabo de un rato el hechizo desde el más allá que formula Resnais surte efecto dejando pegado a la butaca hasta el final al espectador. Merece la pena acercarse a su última bocanada de cine.

EDUARDO M. MUÑOZ

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