jueves, 17 de febrero de 2011

DESEANDO AMAR (DUT YEUNG NIN WA, 2000) de Wong Kar-Wai

Amar es lo único que desean los protagonistas de este hermoso relato, como indica su título. Y lo hacen. Pero no logran consumar su amor porque barreras invisibles lo impiden. En el contexto temporal y geográfico del Hong Kong de los años 60 del siglo XX viven Chow (Tony Leung Chiu Wai) y Li-zhen (Maggie Cheung), un hombre y una mujer que se acaban de mudar con sus respectivos cónyuges a un edificio en el que todos los inquilinos se conocen. El hecho de que sus respectivas parejas estén mucho tiempo fuera del domicilio conyugal y la poca intimidad de la que goza el hogar donde viven hacen que esta bella mujer y este atractivo hombre vayan acercándose emocionalmente. La unión de estos dos vecinos se hará más inevitable aún cuando ambos descubran que sus respectivas parejas viven sendas aventuras.

Chow y Li-zhen son dos almas solitarias. Sus caminos se cruzan en la rutina diaria, mientras compran comida y en los pasillos de la angosta comunidad de vecinos donde residen. En la cotidianidad más absoluta va surgiendo el amor y Wong Kar-Wai lo filma de la forma más delicada posible, mediante el recurso de una bellísima cámara lenta para mostrar las pasiones de los dos enamorados y usando una triste y maravillosa melodía llamada Yumeji's Theme. Logra con ello trascender lo cotidiano. Pocas veces la poesía ha estado tan palpable y fusionada con el séptimo arte. Estas secuencias consiguen crear lo más bello del film.


La estrechez del mundo en el que habitan hace que vivan una relación asfixiante, sin intimidad. Sobre todo los prejuicios de la época (representados en los personajes secundarios de la historia) son el muro infranqueable que impide a los amantes completarse como tales. "No somos como ellos", llegan a decir refiriéndose a sus parejas, ni quieren ni pueden pagarles con la misma moneda.

El film no contiene muchos diálogos, pero un maestro como Wong Kar-Wai sólo necesita hacer uso del cine para contar una historia. Es el drama de un amor sin amor que no puede llegar a convertirse en algo concreto, que sólo logra establecerse en el mundo de las formas. No puede participar de ellas. Desde la mentalidad occidental quizás el espectador espere ansiosamente que la pareja de enamorados logre unirse definitivamente más allá del amor platónico, pero el discurso de Wong Kar-Wai es demasiado inteligente y sensible para ello. No es un vulgar melodrama lo que quiere trasmitirnos en este intimista universo, sino la historia de amor más triste jamás contada. No hay ni un solo beso en toda la película, pero en los recuerdos que nos deja esta joya cinematográfica parece que hayan existido miles de ellos. Tal es su grandeza.


De forma muy inteligente, la película tiene dos puntos de vista. Por un lado la de Chow y por otro la de Li-zhen. Del mismo modo que ellos no logran ver a sus respectivos cónyuges porque están siempre fuera de casa, el espectador tampoco los conoce. El film sólo los muestra fugazmente. Y lo cierto es que no hace falta en absoluto. Todo está contado con el tiempo, el tempo y los elementos precisos. Un proyecto de estas características no puede caer en manos de cualquier cineasta. Hace falta un poeta visual con la suficiente sensibilidad e inteligencia para llevarlo a cabo, en definitiva un Wong Kar-Wai en estado de gracia.

EDUARDO M. MUÑOZ

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido. Inteligente y sensible. antonio

Eduardo Muñoz dijo...

Es una total y absoluta maravilla ;-)

Anónimo dijo...

Al final y como en la vida solo quedarán las ruinas y un gran vacio. MIKI

Eduardo Muñoz dijo...

;-)