martes, 22 de febrero de 2011

PARQUE JURÁSICO (JURASSIC PARK, 1993) de Steven Spielberg


Aunque se la conoce como el blockbuster que Steven Spielberg necesitaba para poder financiar uno de sus proyectos más ambiciosos y queridos, La lista de Schindler (1993), Parque Jurásico posee unos elementos más allá de sus efectos especiales y las secuencias de acción que engrandecen su posición dentro de la historia del cine.

La película refleja las consecuencias directas de nuestros actos cuando jugamos a ser Dios. La naturaleza no puede ser manipulada a nuestro antojo, como hace sin ningún reparo el multimillonario protagonista de la película, John Hammond (Richard Attenborough), apoyado en una moral científica. Este personaje consigue su viejo sueño de generar dinosaurios reales para exhibirlos en una especie de zoológico. Lo hace a partir de la sangre que aún existe de estos animales y que tienen los mosquitos que quedaron atrapados en la savia de los árboles hace millones de años. El hecho de que los mayores expertos en la materia puedan hacerlo, no le detiene a pensar en si deben hacerlo. Pueden porque la ciencia lo permite pero, ¿deben?


El matemático Ian Malcolm (Jeff Goldblum), experto en la Teoría del Caos, le recuerda este principio ético a Hammond siempre que puede a lo largo del film. Por ejemplo en la secuencia de la comida, en la que todos los invitados a la isla (que están en ella para dar el visto bueno al experimento) dan su opinión al respecto. Ian Malcolm sostiene que la vida se abre camino, que la naturaleza eligió a los dinosaurios para su extinción. Luego no debemos ser los humanos quienes cambiemos la historia. En la misma línea se expresan en dicha secuencia, la mejor del film en mi opinión, los otros invitados: el paleontólogo Alan Grant (Sam Neill) y la paleobotánica Ellie Sattler (Laura Dern), aportando la idea de que el ser humano y los dinosaurios están separados por 65 millones de años de evolución, y que la unión entre estas dos especies será peligrosa y antinatural. En Jurassic Park es creado de forma irresponsable, además, un medio ambiente no adecuado para estos animales con plantas venenosas “elegidas porque son bonitas”. Este hecho consigue, por ejemplo, que una Tricerátops caiga enferma a raíz probablemente de haber ingerido alguna de esas plantas.


John Hammond es un iluso que no demuestra más madurez que sus nietos. Es un niño grande capaz de todo para conseguir sus sueños. En un momento de la película su personaje menciona que la primera atracción que creó fue un circo de pulgas. Todo era una ilusión porque obviamente funcionaba gracias a un motor mecánico. Él contrapone esto a la realidad de Jurassic Park. Pero, ¿es real algo que escapa al control de lo humano?. ¿No seguiremos aquí todavía poseídos por la quimera que nos hace pensar que podemos dominar lo que no nos pertenece? La película de Spielberg es rotunda al respecto: La ilusión persiste ya que la naturaleza no se puede controlar, no podemos ser dueños de ella. Por mucho que nos empeñemos en encerrar a estos animales en jaulas, la jauría desatada por su esencia animal actuará por sí misma (metáfora de todo ello es que el parque de dinosaurios se acaba conviertiendo en un caos dando al traste con el sueño de Hammond). “El Tyrannosaurus no quiere que se le alimente, quiere cazar”, frase significativa al respecto que dice en un momento del film el personaje de Alan Grant.

El amor y el respeto a la naturaleza son, por tanto, el tema central. El personaje que mejor lo representa es el citado Alan Grant, el palentólogo amante de excavar huesos de dinosaurio y enemigo de la tecnología. Es el que más perplejo se queda al experimentar en sus carnes el milagro de la creación, cuando en una secuencia muy bella de la película se queda atónito al observar a un Brachiosaurus y señalándole dice, casi sin respiración: “Mira, es un dinosaurio”. Con este gesto tan sencillo parece justificar el principio de filosofía natural según el cual la naturaleza no puede ser manipulada para su estudio sino únicamente observada, como estableció muy bien Aristóteles. La contraposición radical sería la postura de Francis Bacon quien defendía justamente lo contrario, a saber, la manipulación y dominación de la naturaleza desde el método científico, que sería la postura de John Hammond.


De Parque Jurásico, por todo ello y mucho más, emana un respeto profundo por parte de Spielberg hacia la inteligencia del espectador. El film tiene antecedentes directos en la historia del cine. Por ejemplo El mundo perdido (1925, Harry O. Hoyt) y sobre todo King Kong (1933, Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack). Con respecto a esta última, es significativo el hecho de que se desarrolle también en una isla plagada de monstruos prehistóricos, además del momento en que Ian Malcolm dice refiriéndose a la gran puerta de acceso a Jurassic Park: “¿A quién tienen ahí, a King Kong?”. Está claro que ambos elementos son un claro homenaje a aquélla película. Spielberg se permite el lujazo además de usar un MacGuffin. Recordemos que Dennis Nedry (Wayne Knight) es sobornado para que sabotee el parque jurásico. Al comienzo de la película vemos este momento: cómo se le paga una gran suma de dinero y se le hace entrega de un artefacto donde guardar los embriones de los dinosaurios. Esto desencadena todo el desastre posterior de la película y dicho sabotaje es necesario para que la trama avance, por eso una vez que se ha utilizado dicho artefacto (que parece que va a tener más peso) ya no sirve para nada y Spielberg de deshace de él, de hecho se pierde en el barro producido por la lluvia. De la misma forma el personaje de Dennis Nedry es devorado por un Dilophosaurus porque tampoco sigue siendo necesario para la historia, ya ha cumplido su función. El tema de la película es otro, como ya hemos dicho, los peligros de la manipulación de la naturaleza.

Spielberg arrasó en las taquillas de todo el mundo y consiguió lo que se proponía, su financiación para La lista de Schindler (1993). Pero los cinéfilos conseguimos una aventura al estilo clásico, llena de secuencias trepidantes y que todavía a día de hoy consigue dejarnos boquiabiertos. Para el que suscribe estas líneas los efectos especiales de Parque Jurásico, de enorme realismo,  aún no han sido superados. De su gran éxito surgieron dos secuelas, muy inferiores a la original: El mundo perdido, Jurassic Park (1997, Steven Spielberg) y  Parque Jurásico III (2001, Joe Johnston); y multitud de imitaciones más y menos olvidables. No es de extrañar, a Spielberg siempre le han salido imitadores, pero nunca han logrado superarle.

EDUARDO M. MUÑOZ

3 comentarios:

Diego González dijo...

Joder, qué crítica de "Jurassic Park" más original. ¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo con lo que escribiste. Me gustó tu perspectiva y tu habilidad de expresar tus pensamientos con palabras.

E. Muñoz dijo...

¡Muchas gracias!