miércoles, 12 de octubre de 2011

LA JUNGLA DE ASFALTO (THE ASPHALT JUNGLE, 1950) de John Huston


Lo malo de los policías es que no te puedes fiar de ellos porque al final se acaban poniendo del lado de la ley”. Es la típica frase que soltamos por ahí y nunca recordamos en qué película la hemos escuchado. Sentencias que acaban formando parte de nuestras vidas.                              
Basada en la novela de W.R.Burnett, escritor emblemático de la novela negra, John Huston y Ben Maddow escribieron un guión tan espléndido que esta película se convirtió en una llave que abrió la puerta a otras posteriores en las que el ejemplo más claro es Atraco Perfecto (1956) de Stanley Kubrick. Otro atraco similar con Sterling Hayden de protagonista y donde el crisol de personajes estaba contado con la misma maestría que esta. De fondo una ciudad cualquiera del medio oeste, desnuda, desolada, desamparada porque los personajes de la película se mueven en horarios nocturnos para mantenerse al margen de la ley como vemos en la secuencia inicial en la que Sterling Hayden se esconde de los coches de policía en una escena que nos recuerda a Noche en la Ciudad  (Jules Dassin, 1950).
El guión nos va presentando de una manera genial a los personajes que van a formar parte de la banda de atracadores. Cada uno de ellos va engarzado con el siguiente personaje de un modo fluido. Primero nos presenta a Dix (Sterling Hayden) que llega al bar de Gus (James Whitmore). Más tarde vemos como Dix debe dinero a Cobby (Marc Lawrence) que es el que pone en contacto a los miembros de la banda. Aparece Doc (Sam Jaffe) y de casualidad se encuentra con Dix, se entera de que es un pistolero y además le cae bien. Por medio de Gus entra en juego el reventador de cajas fuertes que es Louis  (Anthony Caruso). De fondo y por encima de todos ellos, como al margen, está la figura egregia de Alonzo (Louis Calhern), que parece ser la persona que debe manejar el dinero para la operación aunque en el fondo no sea más que un abogado con problemas de dinero que engaña a su mujer con una joven amante, Angela  (una radiante Marilyn Monroe al comienzo de su carrera). “No me llames Tío Lon”, una frase que parecía estar colocada para intentar sortear la censura de la época. 

                             
Huston ha sido acusado con reiteración de ser un director de películas de perdedores. El fatalismo forma parte del cine de este director que dio un Oscar a su padre por El Tesoro de Sierra Madre (1948) y otro a su hija por El honor de los Prizzi (1985). Quizás Huston no sea más que un romántico fatalista que dibujaba personajes tremendamente soñadores. La secuencia final de Sterlin Hayden muriendo entre los caballos de esa granja es un ejemplo claro de que los duros como Huston también tenían su vena poética.                              
Como en toda película de cine negro la gama de personajes secundarios enriquece aún más la trama. Espléndida aportación de Jean Hagen en el papel de Doll que intenta exprimir a lo largo de toda su actuación algo de ternura en Dix. Grandioso el personaje de Gus, el dueño del bar, amigo de sus amigos y que conoce tanto a Dix como a Louis. Por eso reacciona con ira cuando coge por el cuello al soplón en la escena final en la cárcel. “Qué portento de criatura” dice Louis Calhern sobre una Marilyn que en apenas tres escenas anticipa su gran nivel de actriz solamente ensombrecida por su leyenda en cuanto a  sus comportamientos durante los rodajes. Incluso los detalles están tremendamente cuidados. Por ejemplo, en la rueda de reconocimientos del inicio de la película se dice de uno de los detenidos que no usa corbata porque trató de ahorcarse con ella. Huston, en detalle de gran director, al hacer la panorámica por él le hace atusarse el cuello de la camisa como si aún sintiera la marca del intento en su cuello. Mención especial para Sam Jaffe en su espléndido papel. Su presentación es un ejemplo de maestría por parte de la puesta en escena de Huston. Primero vemos sus fotos en la ficha de la cárcel. Luego llega en un taxi al local de Cobby y Huston no nos lo enseña hasta que avanza por el pasillo girándose para marcar la misma silueta que en las fotos policiales. Y en una escena sin subrayado nos enseña lo más importante de su personalidad. Le vemos mirando en primer termino un almanaque donde aparece una pin-up, de fondo llega a la habitación Dix. Con una sola toma nos va a dar un dato sobre las aficiones de Doc y mete en el asunto del robo a Dix. Apoya la escena del calendario un poco más adelante en una línea de diálogo de Sam Jaffe cuando dice que si sale bien el robo se marchará a Mexico a disfrutar de la compañía de las jóvenes bellezas del lugar.


Estos dos detalles, que parecen olvidados en la mente del espectador, salen a flote a borbotones cuando vemos de qué manera le detienen al final de la película por quedarse a  contemplar en un bar el baile de una teenager. Él es así y no lo puede evitar. Grandioso personaje sin duda.                               
Cualquier crítica al estilo de John Huston podrá ser acallado sin duda por el hecho de que ha sido un director valiente. Forma parte del elenco de cineastas que mejor han adaptado a los grandes escritores. Desde Tennessee Williams a C.S. Forrester, desde Stephen Crane a Kipling, desde Melville a  Malcolm Lowry. Si comienza su carrera con Dashiell Hammet y la termina con Joyce sólo nos queda quitarnos el sombrero.
VALENTÍN RUBIO SUÁREZ

1 comentario:

Eduardo M. Muñoz dijo...

Me encanta esta película. Como bien dices, es una obra cumbre del género negro que tanto influyó en el cine americano y el europeo.
Flamante la dirección de Huston y la descripción de los personajes. No hay nadie como él que refleje tan bien el universo de los perdedores, arrojados en un mar de fatalismo. Otras que me fascinan de él son "Moulin Rouge" y "Moby Dick".
Saludos.