lunes, 11 de noviembre de 2013

Crítica de 'EL PUENTE' (1976) de Juan Antonio Bardem





En la España de 1967 aparece  una pequeña novela (Solo de Moto) sobre un mecánico macarra que en un puente de agosto decide subirse al carro del sueño español influenciado  por los planes de desarrollo: Torremolinos y sus suecas. El libro, hoy olvidado, de Daniel Suerio se acercaba a la literatura underground americana , desde un punto de vista cañí , con una narrativa contundente, callejera y personal. Como diría Suerio el escritor debía estar a la altura y ser voz de lo que ocurría en las miserables calles del franquismo. El autor trabajó, además de firmar el guión junto a Bardem de El Puente, para Saura y Mario Camus. En otro país pudo haber sido una novela de culto.


Otro gran olvidado , Bardem , construye  su película  a partir  de la idea  de Suerio. Y poco más. Porque aunque El Puente es una película extraña y atípica, de las primeras road movies realizadas en el cine español, pierde la frescura y contundencia del relato inicial.  Fruto de la época , la Transición (¿?), Bardem afronta por primera vez una película bajo cierta libertad, no hay que olvidar que mientras rodaba en Logroño Calle Mayor (1956), era enviado a la Puerta del Sol de Madrid a “declarar”, con la consecuente sorpresa y apoyo de su protagonista , la americana Betsy Blair. A partir de este hecho, acaecido  por  su militancia comunista, Bardem tendría serios problemas con la censura y poco le dejarían  hacer. Por eso muerto el dictador, no es extraño que Bardem rodara su primera película sin Franco con cierto aire panfletario, razón por la que su visionado, en determinadas secuencias, llegue a cansar al espectador, a parte del final que es el peor de los finales posibles; sólo a un empastillado de Marx le puede gustar. La película tendría que acabar con el fin del sueño: la playa vacía y sin suecas. Los flashbacks en la Nacional IV y el rollo sindicalista sobran. Aunque debemos perdonar al director ya que la tentación era muy grande y resultado de una época de ilusiones y aspiraciones vírgenes. Y a saber, ya que Suerio, come dijimos al principio, intervino en el guión.


Juan (Alfredo Landa) un mecánico sin conciencia de clase cuya única preocupación es su entrepierna , eclipsado por las guiris de la autopista , decide pasar el puente de agosto en Torremolinos. Dar rienda suelta a sus bajos instintos y de ese modo tener algo de que hablar el martes en el taller. Pero lo que le espera a lomos de su moto, la Poderosa, es un viaje iniciático a través de las carreteras y los personajes que se dejan la vida en ellas en un país injusto, de grandes diferencias de clase y miserable. A Juan le servirá para tomar conocimiento de la realidad y dar un manotazo a sus quimeras. Como en todo buen relato de iniciación , el protagonista partirá de un estadio para finalmente, debido a las enseñanzas del camino, comenzar en otro; de ser un desclasado, un enemigo , un espectador, a un futuro agente activo.

Después de leer Solo de Moto y ver El Puente te chirria Landa. No es el perfil que más se adecúe al protagonista de la novela, imaginas un Galiardo  o un Sacristán (hasta un Pajares), pero la elección por parte de Bardem, aunque discutible, está estudiada; el landismo. Alfredo Landa llevaba años encasillado en un personaje arquetípico del macho ibérico y terror de las suecas y , vamos, de lo que tuviera falda. Con esta base, ¿quién mejor que el actor para encarnar a un mecánico de provincias en busca de ligues  ocasionales en Torremolinos?.  Con un buen olfato en la dirección de actores Bardem acertó con Landa, aunque se nos antoje demasiado histriónico en los primeros minutos de la película, tal vez muy acostumbrado a un mismo tipo de papel. Según avanza la película , y al igual que el personaje, la interpretación de Landa se vuelve más pausada e introspectiva, en la que el poder de la mirada del actor nos lo dice todo, sobran las líneas de diálogo; abriendo la brecha para un nuevo Alfredo Landa, mal llamado serio, fuera de la comedia y los estereotipos.


El Puente es una obra arriesgada , cosa nada extaña en el cine de Bardem, con planos muy acertados , desoladores ( Landa sobre la Poderosa en un Madrid solitario, la aridez castellana, los señoritos depravados, los desgraciados ,la fingida libertad,..), con secuencias geniales como las del entierro o el inventor .Es una denuncia por lo alienante. Apuesto por las caras de estupefacción de los fans  del landismo, y dejando de lado que se trata de una obra menor del director,  en otro país podría ser un film de culto. Lo único preocupante al acabar es esa sensación de desasosiego , de angustia , de que las cosas no hayan cambiado casi nada. Que la perdida de Bardem, Berlanga o Azcona es doble: física y moral. Hoy no estarían haciendo cine, trabajarían en un supermercado. 

JUAN AVELLÁN

2 comentarios:

Eduardo Muñoz dijo...

Fabulosa, reflexiva y entretenidísima película del gran olvidado Juan Antonio Bardem. ¿¡En el país de Torrente qué nos podemos esperar?!

Mruca dijo...

Sin rodeos, una película comprometida con el cine y con su tiempo, una visión real de la España más profunda que dejaba atrás el franquismo. Bardem demostró ser un pedazo director y sobre todo, comprometido a su época, un director de valores humanos, sobre todo. El puente es la primera película que Bardem hizo después del régimen y sin ningún tipo de censura. Directores como Buñuel, Berlanga y Bardem se comprometieron con su tiempo. Bardem nos invita a un viaje en moto descubriendo lo mejor y lo peor del momento político-social.