lunes, 11 de noviembre de 2013

Crítica de 'GRAVITY' (2013) de Alfonso Cuarón


El monumental plano secuencia que da comienzo a Gravity ya evidencia el espectáculo del que vamos a ser partícipes. Una experiencia única, aunque películas sobre el espacio existan muchas, ya que en esta ocasión el cineasta Alfonso Cuarón se empeña en que estemos al lado de los dos astronautas protagonistas de la película experimentando el vértigo, el infinito abismo, la angustia, la soledad y la adrenalina, como consecuencia de que ambos se quedan flotando en el espacio a raíz de un accidente en una rutinaria misión espacial.

Para transmitir dichas sensaciones, Alfonso Cuarón parece iniciar algo así como un nuevo género cinematográfico, en el que el uso de efectos especiales es imprescindible, repito, im-pres-cin-di-ble como elemento narrativo como nunca se había visto en el cine. Deudor estéticamente de Stanley Kubrick y 2001: Una odisea del espacio (1968), film pionero que también explota las posibilidades de la imagen y los efectos especiales a merced de la historia, Cuarón utiliza toda la tecnología de la que es capaz para recrear a la perfección dicha aventura espacial y hacernos partícipes a los espectadores de un viaje espacial sin necesidad de ser astronautas, haciendo que nos enfrentemos cara a cara con el silencio y la inmensidad del negro universo de la misma manera que los protagonistas del film. No soy amigo de la moda del 3D, pero en Gravity reconozco que ofrece una textura a la historia absolutamente necesaria, consiguiendo una nueva utilidad a dicho formato, no sólo la del espectáculo, sino la de dar un soporte veraz al elemento narrativo y conseguir, así, una credibilidad fuera de lo común.


El guión de Gravity está firmado por el propio Cuarón y su hijo Jonás. Y aunque la historia no sea nada fuera de lo común, ni los diálogos tampoco, dicho sea de paso, sin embargo Cuarón erige su figura de maestro sacando partido únicamente de una atmósfera absolutamente magistral, y sólo con eso consigue no aburrirnos nunca con sólo dos personajes, algo muy, pero que muy difícil de hacer. Todo en ello en unos paisajes desoladores a la vez que verdaderamente hermosos, que nos hacen pensar en el pequeñísimo lugar que ocupamos dentro del infinito cosmos.

Hay quien la enmarca dentro de la ciencia ficción, nada más lejos de la realidad, pues estamos ante una historia de supervivencia, una más, pero esta vez en el espacio. Hay guiños obligados a la ciencia ficción, por supuesto, aunque sólo sea por la cinefilia de Cuarón y por la temática de la cinta. De este modo, la heroína Ryan Stone (grata sorpresa, desconocía la faceta de gran actriz de Sandra Bullock) recuerda en su odisea a la sufrida por la Teniente Ripley en Alien: El octavo pasajero (1979, Ridley Scott), sólo que aquélla se enfrenta a un monstruo todavía mayor que el Alien, el universo en sí mismo; y ¿no podría existir, como mínimo, otro homenaje en la escena final en el lago a El planeta de los simios (1968, Franklin Schaffner)? No describiré la escena para no desvelar nada a quien no la haya visto.


Podríamos hablar de Gravity todo lo que queramos, nos podríamos extender por doquier alabando las virtudes de, sin duda, una de las cintas del año, mejor, un acontecimiento dentro de la historia del cine; pero ninguna crítica en positivo le hará la suficiente justicia. Vayan a verla si aún no lo han hecho. Es de esas películas de obligada visión en salas cinematográficas, en casa no creo que sea lo mismo. Explorarán el espacio, se lo aseguro, con los astronautas Kowalsky (George Clooney) y Stone (Bullock), y eso es una experiencia que no todos los días se presenta. Todo ello en 90 minutos de pura adrenalina. Su realidad, más allá de algunos fallos científicos descubiertos por astrofísicos que la han visto (¿en realidad no se dan cuenta que hasta la ciencia necesita ser moldeada para ser traspasada a la gran pantalla?) les dejará sin aliento. Un servidor salió mareado del cine después de la aventura. Se lo prometo. Si eso no es cine con mayúsculas, que baje Dios y lo vea.

EDUARDO M. MUÑOZ

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Justo fui a verla el sábado, me impactó. La historia lacrimógena de Sandra Bullock a mi parecer sobraba. Bravo Cuarón. Hacia tiempo que no me sentía así al salir de una sala de cine.

Javier Simpson dijo...

Desde luego, mejor verla en cine y en 3D; como tú creo que gana en este formato. Tampoco hacía falta tanto diálogo y guión estando donde están los protas y en las circunstancias en las que se encuentran. Algo así con grandes diálogos no tendría demasiado sentido, creo yo. Un saludo. Muy buena crítica, Eduardo.

Maruca dijo...

Me gusta pensar que la palabra que da nombre a la película es justo lo contrario de lo que ésta nos ofrece. Gravity-film es el antónimo de Gravity-palabra. Alfonso Cuarón, al parecer, prefiere lo espectacular-epiléptico a lo espectacular-pausado (y pensar que hay quienes ya comparan esta cinta con 2001: Una odisea del espacio yo pido, cuanto menos, esperar a ver qué tal le sienta a sus efectos especiales el paso de los años). De Gravity me quedo, paradojas del arte, precisamente con su ingravidez. Previsible y muy floja se salva por los efectos especiales, pero para eso que no nos vendan la peli sino sus efectos y listos.
Gracias que la vi por la cara