miércoles, 15 de abril de 2015

Crítica de 'E AGORA? LEMBRA-ME' (2013) de Joaquim Pinto



Joaquim Pinto es un cineasta portugués que empezó a dirigir películas en los años 80 (Uma pedra no bolso (1988), Onde bate o sol (1989). Además, ha trabajado en medio centenar de películas como técnico de sonido para directores como Manoel de Oliveira. Su última obra, el documental E Agora? Lembra-Me’, fue ganadora en el Festival de Locarno 2013 de los siguientes premios: FIPRESCI, Premio Especial del Jurado y 2° Premio del Jurado Joven, y también ha cosechado otros muchos galardones en otros festivales de medio mundo. Pinto ha grabado con su cámara un año de terapia contra el SIDA y la hepatitis C, enfermedades que padece desde hace más de veinte años. Pero lo que construye en realidad el cineasta portugués a raíz de su enfermedad es un vídeo-diario en el que sus pensamientos más íntimos serán desvelados, por supuesto la sanidad pública será un motivo de reflexión, pero también otros muchos relacionados con la crisis económica, la vida, el tiempo o la historia del arte y del cine. ‘E Agora? Lembra-Me’ es una puerta abierta a los pensamientos de Joaquim Pinto, por eso resulta un trabajo tremendamente autobiográfico al no utilizar el tratamiento para hacer un documento exclusivo sobre sanidad, sino que parece más bien que el tema le sirve a modo de McGuffin para hablar sobre lo divino y lo humano.


En este viaje de casi tres horas de duración le acompañan su marido Nuno y sus perros en un sinfín de escenas cotidianas, donde Joaquim Pinto parece querer utilizar el cine como medio de inmortalidad y como medio de hacer poesía con la imagen. Su modo intimista de abordar el trabajo puede que afecte en algún momento al ritmo de la película, a ratos desigual, pero lo que está claro es que hay que saber ir más allá de la cotidianidad del relato de Pinto para poder degustar entre líneas la universalidad de los temas que aborda. Por otro lado, originalidad no le falta. Prácticamente no existen ejemplos de un tipo de cine tan íntimo y directo, y al mismo tiempo resulta fascinante la forma en la que consigue trascender su discurso hacia conceptos universales desde una subjetividad tan marcada.

EDUARDO M. MUÑOZ 

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