Michael
Mann nos tiene acostumbrados a un tipo de cine bien hecho y entretenido basado
en la acción pero sabiendo captar al mismo tiempo a todo tipo de público,
no sólo a los amantes de este género. De esta forma encontramos productos como
‘Heat’ (1995), la que tal vez sea su mejor película, con un impresionante duelo
interpretativo entre Robert De Niro y Al Pacino, que sabe aunar a la perfección
la acción propia del cine policíaco con los dramas personales de los
protagonistas. Mann también es recordado por haber firmado cintas tan populares
como ‘El último mohicano’ (1992), una bella historia de amor entre Daniel
Day-Lewis y Madeleine Stowe con el trasfondo histórico de fondo de la América colonial del siglo
XVIII. Y en la no tan brillante ‘Enemigos públicos’ (2009) el espectáculo
estaba servido igualmente gracias a la química existente entre Johnnie Depp y
Marion Cotillard y a la ensalada de tiroteos y atracos de bancos de los años
30, una muestra más de la “marca Mann”.
A
Michael Mann le gusta el juego del gato y el ratón, del policía y el ladrón, y
dicha fórmula tantas veces usada en su cine la tenemos en cierta manera en su
última película, ‘BlackHat- Amenaza en la red’. Una amenaza informática pone en
peligro la seguridad nacional de EE.UU. y China, por lo que ambas potencias se
ven obligadas a cooperar. Para ello recurren a sus mejores agentes expertos en
informática, los cuales intentarán dar caza a un peligroso hacker con ayuda,
además, de un preso liberado (Chris Hemsworth).
Mann sabe
jugar bien con las cartas que tiene encima de la mesa y construye un thriller
entretenido y bien llevado, si bien no exento de ciertos defectos. La cinta
mantiene el interés en todo momento a pesar de contar con un protagonista
totalmente inexpresivo, el hacker liberado de prisión encarnado por Chris
Hemsworth, y con un guión algo espeso con un sinfín de tecnicismos informáticos
que conseguirán entorpecer el seguimiento de la trama al espectador no experto
en informática. Pero es la forma de resolver la historia lo que desinfla el
producto final, sin olvidar el alargamiento de un metraje al que le sobran 15 o
20 minutos.
Mann ha cogido el gusto por lo digital y lo usa siempre que puede. En esta
ocasión además inserta a diestro y siniestro planos donde la cámara penetra por
el interior de computadoras siguiendo el camino de cables que dan suministro de
Internet, dejando cierta sensación de perplejidad al espectador, ya que parecen
más propios de un film como ‘Matrix’ que de un thriller. No obstante, la cámara
digital de Mann, dejando de lado ahora los planos generados por ordenador, dota
de realismo a las escenas de acción, sin duda lo mejor de la película.
Del
reparto ya hemos dicho que Chris Hemsworth hace lo que puede por dotar de alma
a su personaje, aunque no es menos cierto que el resto del reparto tampoco es
para tirar cohetes. No obstante su protagonista masculino crea una química
interesante con la actriz Tang Wei, en un romance creado para engordar el
elemento comercial de la cinta, que sin embargo genera interés. Lástima que la verosimilitud
de la película quede reducida a cenizas en un clímax final poco conseguido y
abrupto, dejando en evidencia que el film ha ido de más a menos. Sin embargo se
ha conseguido un producto entretenido, si bien no tan brillante como otros
trabajos del cineasta.
EDUARDO
M. MUÑOZ
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