sábado, 11 de diciembre de 2010

ENTRELOBOS (2.010) de Gerardo Olivares


Entrelobos no cumple con los expectativas que cabría esperar de una película que nos cuenta la historia de un chaval de 7 años, que en la vida real se llama Marcos Rodríguez Pantoja, y cuyo padre, que no alcanza a alimentar las bocas de su familia, le desahucia y le entrega a su señor. Éste le deja al cuidado de un anciano cabrero que vive en los parajes, boscosos y montaraces, del bellísimo valle del Silencio de Sierra Morena. De su mano comprende la vida en armonía con la naturaleza, asimila las técnicas de caza, la medicina autóctona y los usos ganaderos hasta el momento en que la muerte se lo lleva por banda. De este modo el destino le empuja a vivir una vida miserable y neolítica, de mala muerte en suma, en la que él solo, -muchacho todavía-, tiene que componérselas para vivir, para cazar, para curarse, rodeado de hostilidad: la fauna, el monte que se cubre de nieve cuando llega el invierno, los hombres agresivos de los terratenientes.

La película empieza y decepciona. Los niños interpretan sin sentir lo que dicen, sin sentir lo que pasa, y por ello carece de presencia el peligro que quiere convocarse. Los padres de los niños, en especial la actriz Luisa Martín está sobreactuada, en su boca el diálogo no alcanza la emoción precisa que su actuación requiere. El resto del plantel está de cine. Juan Manuel Soto, el cantante, con un minuto apenas y cuatro o cinco frases, nos desvela, con calibre y dicción, el perfil psicológico del terrateniente al que da vida. Iguales alabanzas se merecen Carlos Bardem y Sancho Gracia, actores de reconocida trayectoria, que en esta película bordan sus papeles, y saben conferir, con profesión, relieve y dimensión a sus palabras. No tanto se merece el jovencísimo Juan José Ballesta que con su fugaz presencia, pasa por el film, sin pena ni gloria, igual que un secundario.  Se constatan, no obstante, diversos desajustes, sobretodo al principio, entre el guión de los actores y el guión técnico allí donde los planos y el movimiento de las cámaras no acaban de encajar y resolverse bien. 

El guión mejora a medida que avanza la película. Mejora notablemente. La profunda llaneza con que hablan los actores, los giros andaluces, la manera directa con que se abordan los asuntos, nos dejan sin palabras. La belleza, a partir de la segunda mitad, es incontestable. Hay expresiones dignas de guardar en la memoria, expresiones profundas, sencillas, claras penetrantes. Estas pocas frases y la estupenda labor del director de fotografía de unidad de la naturaleza, Joaquín Gutierrez Acha, hacen de la película un ensayo encomiable.

Aunque es cierto que la trama no se encuentra bien trabada, ni el nudo bien contado, ni mucho menos el desenlace, no lo es menos que la belleza de los parajes ibéricos, los encuadres centrados, y la composición ordenada de los elementos puestos en escena, revelan una estética muy española, que no pasan indiferentes al espectador sensible. Antes al contrario, le emociona y lo vive como algo muy propio de su identidad. Se nos presenta así una fauna de lobos ibéricos, y búhos reales, ciervos y liebres, jabalíes, conejos y águilas reales, halcones y caballos andaluces en un paraje de rocas y musgos, con riachuelos y ríos, con ramajes profusos de jara y carrasca, de romeros y tomillos, de yerbas y arbustos de la zona; un paisaje que pertenece a lo que hoy se denomina el Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro, y que no sólo se ve, sino que también se toca, se huele, se siente y se oye.

Entrelobos no llega a ser una película película, pero tampoco se queda en el género documental. Se encuentra fatalmente a medio camino. En un término intermedio que atesora las carencias de ambos géneros. Ni desenlaza bien ni documenta. Es una película malograda, realizada por un director, Gerardo Olivares, que no ha sabido trazar una trama efectiva y consistente, ni construir una historia verdadera con una idea fresca, que daba para mucho, pero que en sus manos no ha dado para otra cosa que para sacar a la palestra a un sensacional director de fotografía de unidad de la naturaleza, Joaquín Guitierrez Acha, conocido director de documentales y colaborador habitual de National Geographic y la BBC. No tiene otra virtud esta película. Quiera el azar y la academia que el susodicho se alce con el merecido Goya.

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿No es "Entre Lobos", separado? (Pregunto) Lo he mirado en IMDB.
EDU

Antonio Martín de las Mulas dijo...

Lo estuve mirando por activa y por pasiva porque no quería ponerlo mal. Al final me decanté por la expresión unida "Entrelobos". Me basé en la web oficial: www.entrelobos.es: http://www.entrelobos.es/#/unidad-de-naturaleza

En este link hay un artículo y siempre lo ponen así: junto. Aunque lo vi separado en otros sitios, entiendo que, aunque en puridad se trata de un error gramatical, a la hora de la verdad al director le es dado ese facultad de decidir como titular su película. Igual que Biutiful, así, Entrelobos...;)

Anónimo dijo...

Eres un fenómeno. Anda, que la que has liado en Librecinéfilo con el director incluido... jajajajaja
EDU

Anónimo dijo...

Por cierto, eso que cuentas de los niños abandonados a su suerte me recuerda a la picaresca, al Lazarillo. Tendré que verla.
EDU