miércoles, 20 de febrero de 2013

Crítica de 'BUSCANDO A ERIC' (2009) de Ken Loach




Buscando a Eric es diferente. Su atmósfera y sus emanaciones carecen por completo de un influjo americano. Aquí lo que se ve concuerda con lo que uno vive cuando sale a la calle o cuando cierra la puerta de su casa. El realismo constituye la primera pretensión del director. Por eso no vemos modelos publicitarios paseándose por las calles de Manchester. Los protagonistas carecen de atractivo especial. Los actores que actúan no son reconocibles. A ninguno de ellos se les ha relacionado con alguna estatuilla. Sus rostros no nos resultan familiares. Son caras desconocidas. Y por tanto comparecen virginales ante la pantalla y ante nuestra memoria de espectadores y no recordamos los anteriores trabajos que hayan podido desarrollar en otras películas o series. Son tan normales y corrientes como lo podemos ser nosotros, tienen defectos, y barrigas, y complejos y fealdades, y miedos. No tienen cualidades especiales, ni personalidades fuertes, ni emanaciones intensas de carga sensual. Ken Loach forja una cinta cuyo discurso se decanta desde el caudal más puro de la verdad, de la compasión y de la humanidad; y sienta sus cimientos sobre el corazón de una urbe británica y bajo el prisma de una ideología de estricto corte social con regustos marxistas. Buscando a Eric es un canto de amor y de amistad hacia los inocentes, hacia los solitarios, hacia los desprotegidos, hacia los divorciados, hacia los oprimidos, hacia los azotados por esta dura vida que nos ha tocado en suerte, hacia quienes anhelan renacer con otro nombre de sus cenizas y su miseria humana. A fuerza de concreción, y a fuerza de realismo, Ken Loach interpela al hombre de nuestro tiempo y lo pone ante el espejo de su cultura. Ken Loach esgrime un discurso sobre el hombre de hoy en día y sus desazones cotidianas, un discurso que abriga un fuerte trasfondo moral en sus entrañas, y un compromiso social, tan agresivo como insobornable.  Como no podía ser menos.

ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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