Sirvan las clásicas ¡Bang, Bang pam, pam!, y las añadidas por mí: ¡pampum, piussh, chiumm, ahhh!, onomatopeyas como adecuada sinopsis de la película. Por si aún no ha quedado claro de qué va, voy a darle a mi pluma un poco más de consistencia y rotundidad para explicarla: es una historia de tiros y más tiros en la que el protagonista, un tal Django, hace que «Terminator» y «Rambo» sean dos nenazas a su lado.
Tarantino es un buen director con un importante pero: siempre hace la misma película. Quiere ser más importante que el propio cine y eso es imposible, además de ridículo. Es como si Cristiano Ronaldo quisiera ser mejor que Messi. Un director, aunque tenga su estilo propio, y de hecho lo debe tener, debe ser flexible, maleable como lo es el junco. Si no, corre el riesgo de repetir y exasperar cual alumno LOGSE.
La historia de Django desencadenado es buena. Los actores no desmerecen. El vestuario es digno. Todo funciona, excepto el director. Quiere imponerse a la película y la estropea. La reiteración en cine nos suele llevar al páramo en el que habita el desasosegante hastío. En literatura ocurre lo mismo. Hay escritores que siempre escriben el mismo libro, aunque con diferente título, llámese Thomas Bernard o llámese Arturo Pérez Reverte (desde que escribió su mejor obra, El club Dumas, se repite continuamente). En pintura también ocurre, pero aquí se puede admitir. Maravillosas son las pinturas de «Caravaggio», que no son más que variaciones de una idea; igual que las «Pinturas negras» de Goya; incluso los oleos de «El Bosco», que pintó siempre el mismo y alargado cuadro, son agradables de ver. Pero, como decía antes, en cine no vale la reiteración. Aburre.
Cambiando de tema, que no de película, André Bretón dotó de nombre a algo tan necesario en la vida como es el surrealismo. No hay vida que se pueda vivir sin que este desvirtuador de cotidianidades se haga presente. Tarantino lo sabe y lo utiliza, aunque con desigual acierto. Este oscilante visitante, al que Descartes llamó «Genio maligno» porque nos podía engañar acerca de lo que percibimos, debe salir a pasear siempre cogido de la mano de la mesura, si no deviene locura, ridículo o, lo que es peor, esperpento. A Tarantino, en un momento puntual de la película, cual arena de playa, se le va de las manos. Es ese instante en el que se decide la suerte de la crítica y uno dice no, no y no. David Lynch en Terciopelo Azul y Corazón Salvaje nos da una lección magistral de cómo utilizarlo. Paul Auster, que también desde hace años escribe siempre el mismo libro, nos los ejemplifica con brillantez en esa buena novela llamada La música del azar.
He dicho antes que la historia es buena. Ahora voy a matizar estas concisas, que no precisas, palabras. Es buena como lo son las relaciones entre alumnos y profesores; cualquier pequeño detalle las tuerce o las desfigura. Le pasa lo mismo que a algunas candidatas a Miss Universo cuando entra en acción la pregunta de cultura general. Suele desvanecerse lo que unos segundos antes presumía ser la mujer perfecta.
Que los tiros, el continuo bang, bang, sean más importante que el natural desenlace estropean el fluir natural de este río anegado de sangre llamado Django desencadenado. La película avanza, entre disparos y actores que se hacen el muerto, a trompicones.
Ya por último indicar que, si bien es de excesivo metraje, no se hace pesada. Las películas de acción hacen que los minutos tengan menos de sesenta segundos, ejemplifican bien la teoría de la relatividad. Este tipo de películas rompen nuestras categorías temporales, o formas puras a priori de la sensibilidad que diría Kant. Y las de tiros aún más. Al fin y al cabo, todos llevamos un John Wayne dentro.
Posdata: Cuando Tarantino interiorice la famosa frase de Groucho «Nunca sería socio de un club donde hubiera gente como yo», y deje de hacer cine para sí, hará una buena película; mientras tanto veremos Tarantino 6, Tarantino 7, Tarantino 8, ...
JOSÉ MANUEL CAMPILLO
7 comentarios:
Pues muchas gracias. Si lee, sabrá porqué agradezco.
En algún archivo de Word dejé mi comentario sobre esta película (para mi blog de cine), y no lo he incluido en la programación de publicaciones porque pensé "todos dicen que Tarantino es un genio, y yo no veo eso por ningún lado. ¿Tendré el CI normal?". El comentario no es positivo, al igual que esta crítica suya. Veo películas correctamente hechas, tremendistas, verdaderas apologías de la violencia, pero sin proposiciones reflexivas relevantes. Ni siquiera son grandes superproducciones que, aunque no tengan profundidad filosófica mayor de 1 cm, son grandes películas, como muchos musicales de Hollywood, por ejemplo. Pero como ya me ha ocurrido con algunas cintas, que no les veo la esencia hasta que las he visionado varias veces, así dejé el comentario, añejando, para ver si algún día me animo a publicarlo porque llego a la conclusión "ajá!, ya entiendo el tarantinismo". Uno de mis profesores, empero, sí entiende a Tarantino (eso creo yo y eso cree él). Su comentario sobre el cine de Quentin está en este enlace, por si gustar leerlo: http://purogamelote.blogspot.com/2012/07/vagando-por-el-desierto-de-lo-real.html.
Arturo no es ningún advenedizo, hizo un doctorado en Londres sobre el cine de Scorsese.
Pero me place que, al menos, ya hay otra persona que discrepa de la mayoría que endiosa a Tarantino, así sin más.
Y sí, es algo pesada. Podría haber durado la hora y media estándar. Supongo que Malditos bastardos es mejor (no la he visto completa aún).
Hay otros detalles. Cuando publiqué una crítica mordaz sobre Kill Bill, alguien admirador de Tarantino me colocó un comentario igualmente agrio. Por otra parte, en varias ocasiones publiqué comentarios no positivos sobre películas, y por algún motivo (algo así como: si no tienes nada positivo que decir, entonces guarda silencio) ya no lo hago; y opto por comentar solo películas de las cuales podría decir cosas buenas. No sé si eso es valedero, o correcto, o...
Fin. Cordiales saludos desde Vzla.
Hey! Muy interesante el blog, estamos de acuerdo con lo de la repeticion en el arte... yo tambien estoy haciendo un blog de cine, con mis andanzas como cineasta underground jeje. Echale un vistazo si quieres :)
persiguiendomydream.blogspot.com.es
Estimado amigo:
Como ya le he dicho en mi blog, estoy totalmente de acuerdo con usted.
Por otro lado, he leído el blog que indicaba y la reflexión es muy interesante, bastante instructiva.
En cine, arte, fútbol se tiende a la creación de ídolos con la misma facilidad con la que Woody Allen hace películas. Tarantino tiene su encanto, pero me da la impresión de que es un encanto ya caduco.
Un saludo.
Bueno yo discrepo respetuosamente del sentido de la crítica, José Manuel.
1º) Porque la película es un Western y por lo tanto pedir de un Western que no tenga tiros es tanto como ir contra la propia naturaleza de ese género. Los Western se han hecho para ver como mueren los acólitos del mal a manos de un hermoso y refulgente Winchester. No se puede criticar un musical por tener música, ni una comedia por hacer gracia.
2º) Es cierto que Tarantino repite los mismos esquemas narrativos de sus anteriores. Pero esto, a mi modo de ver, no es un defecto, es una cuestión de estilo. Tarantino ha creado el suyo. Tanto como Hitchcock, Almodovar, Medem, Loach, y Aronofsky tienen el suyo. Y no creas que es poca cosa esa de hacerse una voz personal. Ya quisieran muchos directores tener una manera personal de hacer cine. Esto, -el estilo- sólo lo consiguen unos pocos.
3º) La historia se halla abrigada por esa sutil inteligencia que predomina en las películas de Tarantino. Y por eso el argumento sorprende por sus giros, a medida que avanza. Las soluciones narrativas a determinados nudos son absolutamente maravillosas.
4º) Django es un intento de renovar el Western, al tiempo que recoge y respeta la tradición del género. La influencia de Centauros del Desierto es notable. Pero muchos de los elementos utilizados son nuevos. Como por ejemplo el hecho de que el protagonista sea negro. Algo muy parecido a aquella protagonista mujer de Kill Bill. Son papeles estrella a los que la tradición cinematográfica no les había dado cabida.
5º) Y eso por no hablar del acompañante Alemán, el dentista que solía resolver buena parte de sus conflictos, no a través de los disparos, sino mediante la palabra, mediante la estrategia, mediante el fingimiento y el juego de las apariencias. Todo el filme gira entorno a esto. No son tiros directos, sin ton ni son, todo se ordena mediante una estrategia finamente pensada, una estrategia mediante la cual cada uno aparenta ser lo que en realidad no es.
Todo esto hace que Django sea una joya única dentro de su género, una estupenda película.
Uff. Tu comentario casi merece una entrada por mi parte, Antonio.
1) Una cosa es que haya tiros, otra que se relama con el detalle. Hay tanta fruición en el disparo que suena a impostado.
2)Repite los mismo esquemas que otros como Hitchcock, es verdad. Pero con una salvedad importante, el estilo de Hitch era hacer una buena película con el misterio como arma. El estilo de Taran. es hacer una apología de la violencia sin necesidad de hacer una buena película.
3)Hay giros y son dignos de destacar, es vedad. Hacen el desenlace más rápido y sorprendente; pero también me da la impresión de que no están bien engarzados. Hay algo que me chirría en la historia.
4)No veo muy bien la relación con "Centauros del desierto". Es una nueva forma de acercarse al western, pero no lo mejora. Añade una nueva perspectiva, pero solo eso.
5)Tanto diálogo en las películas del oeste, como bien decías tú al principio, que son de tiros, no me termina de convencer. Hay algo de falsedad en la necesidad de tanto diálogo.
Creo, como ya digo en mi crítica, que podía haber sido una buena película. La idea está bien y algunos giros también, pero Tarantino no la arma bien. Si se hubiera retirado un poco de la película, esta habría sido mejor.
Por supuesto, tomándonos unas cervezas acercaríamos más nuestros puntos de vista, pero esto aún no lo permite la red.
Un abrazo.
Otro abrazo para ti.
Antonio.
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