El maestro Terrence Malick
ha vuelto después de la colosal El árbol de la vida (2011), y lo
hace para seguir analizando filosóficamente los conceptos fundamentales del
mundo que nos rodea, en esta ocasión el amor. El “estilo Malick” moldea de nuevo una historia a base de soliloquios, hermosos planos que captan toda la fuerza de un paisaje (exterior e interior al
mismo tiempo), y mucha poesía. En definitiva un nuevo producto confeccionado a
base de una narrativa única en el mundo del cine y para nada tradicional.
Como viene siendo habitual en el último Malick, apenas
existe relato en To the wonder. Su maestría consiste en ir esbozando un collage de sentimientos que hablan por
sí solos. Para entender lo que tenemos ante nuestros ojos hay que
dejarse llevar por el corazón, no por la razón. No busquemos una historia
convencional con introducción, nudo y desenlace. Sólo de esta forma atisbaremos y desentrañaremos el
concepto (¿o mejor sentimiento?) que Malick quiere mostrar: el amor, su universalidad, sus altibajos, su nacimiento y muerte.
Pese a su infinita belleza, To the wonder no es una
película redonda, y su mayor flaqueza reside en el hecho de que esta vez la
dirección de actores, brillante a lo largo de toda la filmografía del maestro,
aquí ni de lejos consigue las cotas de excelencia anteriormente alcanzadas.
Sobre todo la mayor parte de la culpa se la lleva Ben Affleck. Su rostro inalterable no transmite ni logra reflejar
emoción alguna, dejando al descubierto que no se encuentra cómodo con la manera
tan particular de dirigir de Malick, quien tanto gusta del uso de la improvisación
durante el rodaje, como es sabido; muy al contrario de Javier
Bardem, que sin necesidad de grandes gesticulaciones su sola presencia y su
mirada lo dicen todo. El resto del reparto aprueba, no sólo el colosal Bardem, sino el reparto
femenino: Rachel McAdams en un breve
pero significativo personaje, y sobre todo Olga
Kurylenko, siendo capaz de reflejar tanto el éxtasis del amor como su ocaso. No
obstante no alcanzan a conseguir la magia y la espontaneidad que debieran, como
sí vimos en el magistral reparto de la anterior película de Malick, El
árbol de la vida (2011).
Sin embargo las comparaciones son odiosas. Cada película de
Malick es única en su género, una experiencia fílmica en sí misma, casi como si
el cine acabara de inventarse en cada uno de sus films. Los mismos críticos que han visto en To
the wonder una insistente manera de incidir temática y formalmente en
lo que ya fue El árbol de la vida, El nuevo mundo (2005) e incluso de
alguna manera La delgada línea roja (1998) (o lo que es lo mismo, que todo
suena a algo ya visto y conocido), son los mismos que argumentan al mismo tiempo que el
personaje de Javier Bardem no aporta nada a la historia (¿no es acaso evidente
que Malick está hablando a través de ese sacerdote tan bergmaniano del amor a
Dios, que busca pero no alcanza?). Y puede ser que lleven parte de razón en
que Malick, en el fondo, siempre habla
metafísicamente de lo mismo, de la esencia del hombre y del mundo que habitamos,
de las grandes cuestiones de la vida. Pero precisamente ahí radica su grandeza.
El sello personal que deja rubricado en su obra lo convierte en autor, consiguiendo eso tan difícil que
no todos los directores de cine poseen y se hace llamar “estilo”. Que no lo
olviden, sobre todo cuando intentan criticar algo que no han comprendido.
EDUARDO M. MUÑOZ
2 comentarios:
Vaya con Terrence Malick. Se tira un montón de años sin sacar ninguna película, y de repente desde la delgada linea roja empieza a hacer películas como churros.
Habrá que verla!
Saludos
Excelente comentario, Eduardo.
El hecho de tener une estilo propio no tiene más merito que el de tener un estilo propio. El mérito es hacer una buena película. Lo del estilo está bien si la película lo está, si no no es más que una pose. Almodovar tiene su estilo y sus películas no son muy brillantes (por lo menos, las últimas). Algunos actores tienen su particular sello, pero no por eso son buenos. Tarantino y Malick tienen su sello, pero no siempre hacen buenas películas.
Un saludo.
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