miércoles, 31 de diciembre de 2014

Crítica de 'FRÍO EN JULIO' (2014) de Jim Mickle




‘Frío en Julio’ es la nueva e interesante película del cineasta Jim Mickle, autor entre otras de la aclamada ‘We Are What We Are’ (2013). Mickle obtuvo gracias a la presente cinta el Premio al Mejor Director en el Festival de Sitges 2014, en la sección Oficial Órbita.

El propio Jim Mickle y Nick Damici firman el guión adaptando la novela ‘Cold in July’ de Joe R. Landsdale, centrada en la historia de Richard Dane (Michael C. Hall), un padre de familia de una localidad de Texas que lleva una vida completamente normal, pero que sin embargo una noche mata en defensa propia a un ladrón que entra en su casa, convirtiéndose en una especie de héroe local. El caso queda totalmente cerrado y la vida de Richard parece volver a la normalidad hasta que entra en escena Russel (Sam Shepard), el padre del ladrón, un viejo delincuente, dispuesto a vengar la muerte de su hijo.


El arranque de la película es soberbio y mantiene al espectador totalmente atrapado en la butaca, gracias a un ágil ritmo, una brillante dirección de actores (soberbio trío protagonista: Michael C. Hall, Sam Shepard y Don Johnson) y una atmósfera envolvente que traslada magistralmente a la gran pantalla el ambiente texano de los años 80. Mickle utiliza con gran agilidad diferentes géneros y los alterna sabiamente a su antojo, utilizando dosis de cine de terror, thriller, ecos de western y elementos de novela negra de autores como Jim Thompson para contar en definitiva una historia de venganza y expiación.

No cabe la menor duda de la maestría de Jim Mickle a la hora de moverse en todos los terrenos citados, pero por si fuera poco demuestra ser un virtuoso de la narración ya que hacia la mitad del metraje introduce un giro copernicano a la historia que consigue atraer aún más la atención del espectador. El final del film es toda una eclosión de violencia con sabor al cine de Quentin Tarantino que hará las delicias de los aficionados al género pulp, pero precisamente ahí es donde el guión falla al forzar el desenlace de la historia, sobre todo en la figura del personaje de Richard, donde no acaba de quedar claro su radical cambio de actitud. Único pero que poner a una espléndida cinta que recupera todo el sabor del cine de los años ochenta de cineastas como John Carpenter y los hermanos Coen, gracias a un cineasta que se mueve como pez en el agua en el terreno del thriller. Muy recomendable.


EDUARDO M. MUÑOZ

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