La primera parte de ‘La Isla’ se
presenta como un interesante relato de ciencia ficción que muestra una sociedad
futura del año 2019, donde los supervivientes de una ola de contaminación
global viven aislados en una
especie de campo de concentración. La única esperanza para estos últimos
supervivientes de la tierra es tener la suerte de ser seleccionados para ir a
la isla, un paradisíaco escenario que no ha sido alcanzado por la contaminación.
Realmente, pese a lo
atractivo de la propuesta, el film en este aspecto no se aleja de otros títulos del género que
mostraban distopías con las consiguientes fugas perpetradas por sus
protagonistas. El visionado de ‘La Isla’ estará dotado para
el espectador más cinéfilo de reminiscencias de grandes títulos,
como la olvidadísima ‘THX 1138’ (1971, George Lucas), ‘Fahrenheit
451’ (1966, François Truffaut) o ‘La
fuga de Logan’ (1976, Michael Anderson). ‘La Isla’ no es más que una
revisión moderna del mito de la fuga del sujeto de una sociedad asfixiante. Eso sí, con
un acertado clímax que logra generar interés por la historia, una buena
fotografía y una excelente ambientación futurista.
Pero en la segunda parte
de la cinta la mano de Michael Bay ('Transformers', 'Armageddon') se empieza a notar con demasiada evidencia,
y se sacrifica el discurso reflexivo de ciencia ficción en
pos de un espectáculo de acción sin duda dirigido al publico aficionado, al mismo tiempo que echa por tierra las expectativas generadas en la primera mitad. La parte más comercial de la cinta empezará entonces, y así Ewan McGregor y Scarlett Johansson se convierten en héroes de acción, en medio de
una frenética persecución con una estética propia del videojuego y el
videoclip. Parece mentira lo bien que se manejan esta pareja de fugitivos en un
mundo que no habían conocido antes.
El giro narrativo que se
produce hacia la mitad de la cinta está insertado con gran habilidad, pero el
espectáculo pirotécnico lo acaba diluyendo. La química entre la pareja
protagonista y el montaje frenético de film de acción no son suficientes para
que los espectadores más reflexivos que esperan extraer conclusiones de los temas derivados de la primera parte del film (por ej., la ética de la clonación) sobrevivan
con todo el interés esperado a la segunda mitad y posterior desenlace (lo que también sucede en sentido inverso, es decir, el espectador ansioso de recibir acción tendrá que esperar por lo menos una hora de metraje para sacar las palomitas). ‘La isla’
está destinada claramente a dos tipos de espectadores: los fans de la ciencia ficción, por un lado, y
los fans de la acción pura y dura, por otro. Otro cineasta quizá hubiera obtenido un
resultado más homogéneo, pero desde luego Michael Bay parece querer contentar a
dos tipos de espectadores tan difíciles de mezclar como el agua y el aceite.
EDUARDO M. MUÑOZ
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