martes, 6 de septiembre de 2011

LA PIEL QUE HABITO (2011) de Pedro Almodóvar


La piel que habito pertenece, con todo el dolor de nuestro corazón, al grupo de obras imperfectas de su creador. O, para ser más exactos, al grupo de películas fallidas. Almodóvar no logra rubricar un conjunto armonioso, aunque las piezas encajen. Son tantas las ganas por contar y tantas las ganas de mostrar que es capaz de zambullirse en varios géneros, sin respetar los cánones de ninguno de ellos, por cierto, que le puede más el impulso que la razón ordenadora. El problema reside en que son demasiados elementos sin profundizar en ninguno de ellos, y por ende se consigue que el edificio se acabe desmoronando. No logra ser el demiurgo que hilvane su creación, sino que se limita a presentarnos un mundo completamente deshilachado, donde cada parte de su complejo puzzle no logra transmitir sensación coherente de conjunto. Más bien hay muchos elementos que podrían sobrar, o bien haber sido construidos de otra manera. 

El complejo universo macabro, oscuro, amoral y desesperanzado que el escritor Thierry Jonquet alcanza a presentarnos en la asfixiante e inclasificable novela Tarántula es tomado por Almodóvar a su antojo, para realizar una disección de sus elementos más notables y adaptarlos a su visión personal. Y esta es una de las impurezas que esta piel a prueba de fuego, como la que el personaje del cirujano interpretado por Antonio Banderas crea en el film, no es capaz de transpirar.

La premisa era buena, más bien excelente, y sus referencias todo un lujo, que van desde el mejor Hitchcock, el de Vértigo (1958) y La ventana indiscreta (1954), al mítico relato de Frankenstein, con ciertas dosis de ciencia ficción (toda una novedad en su cine, con el tema de la transgénesis), sin olvidar Ojos sin rostro (1960, Georges Franju) y por supuesto el film noir, lo que viene siendo ya marca de la casa desde La mala educación (2004). Pero lo que era virtud en otros de sus films más recientes, la grandísima habilidad demostrada en la miscelánea de géneros, aquí se convierte en defecto. El manchego quiere abarcar tantos temas de una sentada que termina por atragantarse.



La novela de Jonquet es ideal para Almodóvar ya que trata muchos temas que siempre han apasionado al manchego: el deseo, la venganza, el travestismo... Ello demuestra que La piel que habito no es un film tan original como pretenden vendernos. Las temáticas almodovarianas están tan a flor de piel como en cualquiera de sus otras películas. Sólo que aquí el espejismo de la novedad surge por el débil tratamiento con el que son tratadas. Lo que sí es novedoso es su acercamiento a la ciencia ficción, lo que es de agradecer, pero igualmente sirve de pretexto para el elemento melodramático y sólo se queda en premisa, sin ahondar en ello en absoluto.

La piel que habito es un film complejo. No es fácil adaptar el universo visceral, duro y arriesgado de Thierry Jonquet, y más si Almodóvar se resiste a renunciar a su estilo (en esta ocasión improcedente) e introduce elementos cómicos donde en la novela sólo aparece el horror más repugnante y claustrofóbico. Cito como ejemplo las dos violaciones que suceden en el film, sin desvelar ningún elemento de la trama. Con la primera de ellas, Almodóvar introduce un personaje fundamental en la historia pero que pronto liquida de un plumazo. Va disfrazado de tigre y por eso mismo la violación roza lo esperpéntico, de hecho, recuerda a la sufrida por Verónica Forqué en la irregular Kika (P. Almodóvar, 1993). En un disparo termina la secuencia y Almodóvar parece quitarse un peso de encima en su aparatoso guión.

La otra violación, la que forma parte de la segunda venganza de Ledgard (Antonio Banderas) y que pertenece a la esencia más honda de la trama, al grueso de la película, nuestro cineasta no se la toma en serio y destroza la secuencia en redondo. Introduce comedia, su querida comedia, su “marca de la casa” como si estuviera obsesionado por satisfacer a todo tipo de público. Esto ya supone un error mayúsculo que no es capaz de arreglar. Y qué decir de la malograda situación con los consoladores, donde se supone que hay que reírse pese al drama sufrido por la víctima. Un Almodóvar indigno.


Con dicho tono circense, difícil es acercarse al terror, como pretendía su autor. De este género sólo permanece en el film cierta estética, todo hay que decirlo, brillante. Porque lo que sí es cierto es que técnicamente en la película no reside ningún fallo ni en los planos, ni en la fotografía ni en la puesta en escena. Almodóvar demuestra una vez más que domina el arte cinematográfico como el absoluto maestro que es. Los planos al comienzo del film en el laboratorio son espléndidos y recuerdan a las viejas películas de terror de científicos locos. Es lo poco destacable de un film que pretende ser poco menos que una obra maestra y se queda en lo fallido, en lo pseudoartístico. Por si fuera poco una vez las piezas han encajado y el espectador conoce todas las sombras que se cernían sobre la trama, la sensación que permanece es la de: ¿Y ahora qué? En el último tramo de película ya no se sabe bien qué es lo que quiere contarnos Almodóvar, a dónde quiere conducirnos, si es que lo hemos sabido en algún momento, si bien la única sensación que se extrae de sus imágenes simplemente es la tremenda superficialidad con la que está contada la película.

Además, los actores no desprenden la química que suele ser habitual en su cine. No acabo de ver a Antonio Banderas en el papel de Robert Ledgard. Con tanto chiste me parece que en ocasiones está interpretando el mismo rol que en Átame (P. Almodóvar, 1990) que, por cierto, también trata del secuestro de una mujer, salvando las distancias. Y Elena Anaya en conjunto está correcta, aunque le salva su fotogenia ante la cámara, porque en la secuencia en la que quiere escapar de su prisión y lleva un protector facial se roza de nuevo lo ridículo. Pero sólo hay un culpable con nombre y apellido: Pedro Almodóvar.


Una careta como la de Elena Anaya parece haber tenido puesta Pedro Almodóvar en la creación de esta película, que le ha impedido ver lo que estaba haciendo con claridad. Creación que, como la del doctor Frankenstein, realiza en un collage usando muchos miembros, quedando como resultado un monstruo que resulta ser una de sus peores películas. El tema requería haberse tratado con la dureza que exigía, le pese a quien le pese, porque cuando la película termina (dando las gracias a Dios por ello) uno no sabe si ha visto una comedia o un melodrama durísimo, cuando se supone que se pretendía lo segundo. Y demasiados elementos, cada uno a su aire, cada uno a su antojo. Como si cada miembro del cuerpo de este monstruo quisiera ir por libre, sin un cerebro que ponga orden.

EDUARDO M. MUÑOZ

18 comentarios:

MCarmen Muñoz dijo...

Pero qué bien escribes!!!!!!

Muñoz dijo...

Qué va mujer, tú que me ves con buenos ojos!!

Anónimo dijo...

Discrepo respetuosamente. Estaba en el cine y cuando terminó 4 pives aplaudieron. Yo no aplaudí. No podía. Tenía el vello de punta. Es sublime. Una obra maestra. Antonio.

Muñoz dijo...

Vaya Antonio, respeto tu opinión como no puede ser de otra forma, pero quizás si leyeras la novela "Tarántula" te darías cuenta que ha destrozado el universo creado por Jonquet en dicha novela. El tono cómico en las secuencias de mayor dramatismo no se lo perdonaré nunca.
Eso sí, visualmente es sublime, impecable. Pero por lo demás, una de sus peores películas. Y te lo dice un almodovariano acérrimo.

Anónimo dijo...

"Tarántula" es sólo una fuente de inspiración como otras tantas. La película debe ser vista al margen de "Tarántula". No es una adaptación. No fuiste a visionarla virgen. Tenías un punto de referencia anterior en tu mente. En tu caso la idea de bello era la aproximación al modelo que te forjaste con "Tarántula". Y para ti la película es mejor en tanto en cuanto que reproduzca fielmente tal universo. Pero esto no tiene por que ser así. A mi humilde juicio "La piel que habito" es un producto nuevo y como tal ha de ser valorado. Sin puntos de referencia, sin modelos anteriores, sin términos de comparación de ningún tipo. Y te lo dice alguien que siempre vio en Almodovar a un director que ni fu ni fa, pero que ahora ha quedado absolutamente encantado. Antonio

Muñoz dijo...

¡Comienza el debate! Entiendo lo que dices acerca del modelo anterior al haberme leído el libro. Pero esa no es la cuestión. Hay películas que no son fieles a las novelas y son estupendas. No es esa la cuestión. De hecho, aunque conozca tal o cual novela, siempre veo un film al margen.
Lo que trato de decir es que lo errado de "La piel que habito" reside en el hecho de que Almodovar renuncia a ser Almodóvar, y eso está bien, pero ciertas secuencias y el tono general de la historia requieren sin ninguna duda un tono más serio que Almodóvar e pasa por el forro de los huevos.
Del mismo modo, el guión tiene demasiados elementos y está mal construido. No profundiza en ninguno de ellos. Pongamos por ejemplo el personaje disfrazado de tigre, fundamental, como sabes, en la trama, y que su tratamiento es patético (en la forma y en la duración, que pasa a ser anecdotico).
Aemás, que de original nada. Tiene mogollón de referencias del cine que tanto gusta a los cinéfilos, y de su cine en general. Es Almodóvar en estado puro. Por eso erra. Porque el tono y los personajes deben estar más delimitados. No porque me salga de los cojones a mí, que soy el más listo, pongo una violación con comedia y ya está. Porque soy Almodovar, el más listo de la clase.
De obra maestra nada de nada. Es patética.

Anónimo dijo...

Ojito con la escena del tigre. Yo no lo viví como comedia, ni como una muestra de humor atenuado. Aunque es cierto que Almodovar raya el límite. Zeca huye y se disfraza y va en busca de su madre, ya está. Yo creo que Almodovar no iba buscando la risa (a mí no me salió ni a nadie de la sala), sino más bien el contraste de estéticas, la lectura simbólica y al mismo tiempo la descripción interior del personaje.

Muñoz dijo...

Lo de la descripción simbólica está claro. No es la primera vez que Almodóvar utiliza la figura del tigre. En "Entre tinieblas", una de sus primeras películas, las monjas protagonistas tienen un tigre encerrado en su convento. Esa no es la cuestión, sino lo mal construido que está el personaje en particular,y el resto en general.
La escena que sí se supone que tiene que dar risa es la de la violación de la hija de Banderas, que la destroza por completo. No alcanza el dramatismo requerido. El tono del film es grotesco.
Por otro lado, recuerdo bien tus críticas a "Balada triste de trompeta" cuando decías que las secuencias parecían no tener conexión unas con otras, que no tenían el desarrollo necesario, en lo concerniente a la historia. La misma sensación tengo yo con "La piel que habito". Está demasiado deshilachada.

Anónimo dijo...

El montaje y la estructura es raro. Es cierto. En sus últimas películas viene haciendo cosas de estas. Otra pega es que cuando termina la película da una sensación de: ¿ya?. El desenlace final me pareció simplón y eché de menos algo más de consistencia argumental. Anto

Muñoz dijo...

O sea, que indirectamente ya reconoces que tiene pegas como para no calificarla de obra maestra, ¿no? JEJEJEJEJE

Anónimo dijo...

Bueno, dejémoslo en que se trata de una película excelente... ;)

Álvaro Feijóo dijo...

Vamos, si tú no acabas de gran crítico de cine es porque no te lo propones. Me ha gustado bastante tu crítica y me parece muy buena, y el que diga lo contrario "yerra", palabra de filólogo :)

Muñoz dijo...

Viniendo de ti es todo un honor, Álvaro. Muchas gracias por tu apoyo.

Lara Hoppípolla dijo...

Edu hacía siglos que no entraba en tu blog, qué bueno ha quedado. Me encanta tu crítica, resume prácticamente por entero lo que yo también pienso sobre la película ;)

Manderly dijo...

Para mí ‘La piel que habito’ es una gran película. A muchos nos pasa, que cuando leemos una novela luego queremos ver en pantalla aquello que nosotros ‘habíamos visto’ al leerla, pero en el cine estamos obligados a ver lo que el guionista quiere que veamos. A parte es esto, Almodóvar nunca ha dicho que pretendiera llevar al cine la novela sino que se basa en ella para hacer su propio guión, por lo tanto compararlas, está de más ya que ambas no pretenden ser lo mismo.
En ningún momento me ha parecido una comedia. Para mí es un drama clarísimo!
Es cierto que no es un Almodóvar tan Almodóvar como en otras ocasiones pero ¿es que un director tiene que estar ‘encerrado’ entre unos límites?
Lo que queda claro, como siempre, es que Almodóvar no deja indiferente a nadie.
Un saludo.

E. Muñoz dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Manderly.
Mi problema no es haber leído el libro. Esa no es la cuestión. Hay películas que no son fieles a las novelas y son estupendas. No es esa la cuestión. De hecho, aunque conozca tal o cual novela, siempre veo un film al margen (porque mi pasion por el cine así me obliga).
Por supuesto que un director no tiene que estar encerrado en ningún límite. Mi problema principal con esta película es el
tono general de la historia, que requiere sin ninguna duda un tono más serio que Almodóvar no le da y está de más. Del mismo modo, el guión tiene demasiados elementos y está mal construido. No profundiza en ninguno de ellos, por no hablar de algunos personajes.
Es Almodóvar en estado puro. Por eso falla. Porque el tono y los personajes deben estar más delimitados y, aunque sea quiera ser innovador, en mi opinión hay ciertas reglas que los géneros no deberían traspasar. Pero todo es opinable en esta vida.
Un saludo y me alegro que te haya gustado la película.

Manderly dijo...

E. Muñoz,
siempre es interesante poder conocer los diferentes puntos de vista que se pueden sacar de una misma cosa. cómo cada uno lo ve a su manera, que es diferente al resto.
Estos diferentes puntos de vista nos llevan a amistosos e interesantes debates.
Un saludo.

Muñoz dijo...

En efecto, no hay cosa que me guste más que debatir sobre cine. Gracias otra vez, seguiremos escribiéndonos!! Saludos.