miércoles, 18 de diciembre de 2013

Crítica de 'PERDICIÓN' (1944) de Billy Wilder




Hoy les voy a hablar de música. Concretamente del juguetón Mambo. Palabra de origen africano que ha sido traducida como «conversación con los dioses». Una tertulia que en Perdición (Double indemnity) emprendemos cuando aparecen las palabras The End. Es el momento en el que nos subimos a Pegaso para dialogar con ellos sobre la esencia del cine. Bailemos.

1,2,3,4,5,6,7,8........................MAMBO.

1. Un coche a demasiada velocidad. Un hombre herido. La noche. Una confesión en flash-back. Una rubia peligrosa. Un hombre incorruptible. Y engaño... Ecuación que nos da como resultado cine negro de una luminosidad cegadora.

2. Billy Wilder es el director. Basada en un libro de James M. Cain, el escritor de El cartero siempre llama dos veces. Guión firmado por el propio Wilder y Raymond Chandler. Demasiados buenos bailarines para que el espectáculo no sea el adecuado.

3. Música de Miklós Rózsa (La jungla de asfalto, Cinco tumbas al Cairo, Canción inolvidable, El extraño amor de Martha Ivers) que busca el desasosiego con el mismo ímpetu con el que Bárcenas hacía apuntes contables. Y Correa regalos.

4. Excelente fotografía de John F. Seitz, con ribetes del expresionismo de Doctor Mabuse o El Tercer Hombre. Un blanco que se oscurece y un negro que se aclara. 



5. La presencia de Edward G. Robinson, el mejor principal de todos los secundarios. O el mejor secundario de todos los principales. O (que el reduccionismo de los conceptos no nos aleje de la verdad) un actor como la copa de un pino. Un pino de los de antes, claro.

6. Y un Fred MacMurray que es como cualquiera de nosotros. Y esa, a priori, simpleza hace que entremos de lleno en la historia para convertirnos en el vendedor de seguros que se deja seducir por esa femme fatale llamada Barbara Stanwyck.


7. La trama maneja los tiempos cinematográficos con precisión. Muestra la cadencia absorbente de un vals y los giros sorprendentes de un compás tres por cuatro.

8. El primer encuentro en la escalera entre Fred y Barbara y la dignidad con la que MacMurray se despide de Robinson ya valen por toda una película. O más.

Esta es la historia de alguien que, parafraseando la idea del libro de Trueba, no sabe perder. Hay momentos en la vida en los que uno debe aceptar que es lo que es. Aunque ese es sea nada. Es el momento en el que comprendes que no vas a ser el mejor escritor, ni el más guapo, ni el más listo, ni el más generoso. Es el instante en el que uno dice: Ya. No soy más que lo que soy. Es triste, pero es. Es un saber perder que te aleja de los sueños y te reconcilia con la realidad cotidiana. 


Si no sabes perder, lo más normal es que la caída sea brutal. Aunque te puedes levantar. Si sabes perder, estarás siempre en el suelo. ¡Decidan!

Posdata:  Es una de las mejores películas de la historia. Siento que mi reseña no esté a su altura. Pero es que yo soy de los que no saben perder. Y siempre perseguiré el sueño de la escritura, aunque no le rinda el tributo que se merece.  ¡MAMBO!

JOSÉ MANUEL CAMPILLO ORTEGA, autor de Kubrick y la Filosofía.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Yo le maté. Le maté por dinero y por una mujer. Y ni conseguí el dinero ni la mujer"
Miguel, salu2.

Eduardo M. Muñoz dijo...

Una película brillante. Todo en ella es perfección: diálogos, interpretaciones, realización, y así podríamos estar hasta año nuevo y más allá. Una de las grandes películas del maestro y de la historia del cine. Puro cine negro, del mejor.

Antolín Martínez dijo...

Así es, excelente película. Una vez la estaba viendo en TV, prendado, pero no sabía entonces que era de Billy Wilder. Ahora todo encaja, todo se entiende. Feliz añño 2014.