lunes, 9 de junio de 2014

Crítica de 'SER O NO SER' (1941) de Ernest Lubitsch


La gran comedia humana



Polonia año 1939. Un grupo de teatro polaco ensaya Gestapo. Una escena de la obra representa  un despacho de gerifaltes alemanes ,  entra Hitler (Tom Dugan), todos saludan a lo nazi  y el führer contesta “ Heil a mí mismo “.  Esta secuencia extraída de Ser o no ser define el espíritu de la película dirigida por  Lubitsch.  Satirizar sobre temas tan peliagudos como la Segunda Guerra Mundial , la resistencia y el Nazismo es tan peligroso como ingenioso porque  puede provocar en el espectador filias y fobias .   Sin embargo Lubitsch  realiza su trabajo de manera audaz e  inteligente. No es fácil satirizar un episodio tan triste de nuestra historia  y menos  convertirlo en una comedia redonda y plagada de situaciones y diálogos memorables. Ser o no ser no es solo sátira , también es allanar el camino para que fluya la reflexión ; la idea evidente  es caricaturizar a esos presuntos  amos de Europa pero subyacen otros temas  como el antimilitarismo, el autoritarismo o la fe inquebrantable en el líder (impagable  la manera de despachar a los dos  pilotos del avión nazi en el que huye la compañía teatral). A todo lo dicho hay que sumarle  el ánimo por transgredir con tan poco: María Tura (Carole Lombard) aparece enfundada en un vestido de noche y el director de escena de Gestapo le recrimina   “¿ese es un vestido para un campo de concentración?”. Hay frases dentro del guion que pueden herir sensibilidades  pero la creación artística  no está, al menos en teoría, para atender a lo políticamente correcto ni para paliar  las susceptibilidades  más extremas; no se puede contentar a todo el mundo y un claro ejemplo  es lo que le ocurrió a Chaplin y su Gran Dictador (1940), obra que comparte con Ser o no ser el mismo espíritu ácido e irreverente.


En Ser o no ser el discurso ridiculizador  se vertebra alrededor de unos personajes bien construidos y perfilados ; el ególatra  y cornudo Joseph Tora  (Jack Benny) que  protagoniza junto a un soldado polaco (Robert Stack ) una de las secuencias más hilarantes de la película, Carole Lombard , de la que en un principio  Lubitsch no confiaba mucho en su capacidad cómica pero que resulta ser una pieza imprescindible , como Maria Tora , esposa casquivana y primera figura de la compañía teatral, y un plantel de inmejorables secundarios, contribuyen para que Ser o no ser se convierta en una comedia clásica y necesaria en el panorama fílmico. Y es que Ernest Lubitsch además de rodearse de un reparto excelente,  y en continuo estado de gracia, demuestra un gran conocimiento de las técnicas interpretativas como se refleja  en la dirección de actores. No se ajusta únicamente a la mera representación o parodia  sino que les confiere una dimensión, a la que no estamos  acostumbrados   ver todos los días.





Ser o no ser no es solo una comedia irreverente  sobre el totalitarismo, es una pequeña gran joya que su director y su reparto pulen secuencia a secuencia . Y como dice unos de los personajes que observa como las tropas nazis hieren su orgullo con la ocupación de Polonia “desgraciadamente van a protagonizar una comedia representada por ellos mismos" , suerte que tenemos a Lubitsch para contarlo.                                                                                                  

JUAN AVELLÁN

3 comentarios:

Antolín Martínez dijo...

Mejor suerte que El gran dictador corrieron La vida es bella y The producers tratando con humor la II Guerra Mundial. Es un tema muy delicado y, de hecho, a no todos (especialmente a quienes están relacionados con la guerra o tienen familiares que lo están) les gusta que este tema se trate de manera humorística.

Juan Avellán dijo...

No puedo estar más de acuerdo Antolín, pero como bien sabrás la intención de Lubitsch era que se podía hacer comedia sobre cualquier tema, incluso de uno tan delicado . Y por ello no estuvo exento de feroces críticas .

ewica dijo...

Elegancia extraordinaria, de insólitas situaciones que rozan el surrealismo puro y duro
Cien minutos de toque Lubitsch, dicen los expertos. Cuestiones tan vitales como ser o no ser cinéfilo, dependen de ello.
Magnífica comedia ácida con un reparto que lo borda.