martes, 30 de noviembre de 2010

LAS VAMPIRAS (VAMPIROS LESBOS, 1971) de Jesús Franco


Hay cineastas que sorprenden. Lo digo porque no comprendo cómo un cineasta de renombre y fama internacional que fue director de unidad secundario para el maestro Orson Welles en Campanadas a medianoche es capaz de hacer semejante bodrio. Ya sabréis que me refiero a Jesús (o Jess) Franco.

La película no tiene desperdicio. Es una coproducción hispano alemana y se trata de una versión actualizada de Drácula, pero en versión femenina. El argumento y los personajes están sacados de la obra de Stoker, aunque el propio Jess Franco se empeñara en negarlo. Sólo que aquí Drácula es una bella Condesa (Soledad Miranda), la víctima de la Condesa y que se lo monta con ella es una monumental rubia (Ewa Strömberg), el prototipo de doctor Van Helsing lo hace un tipo parecido a José María Ruiz Mateos, Renfield es una rubia encerrada en un manicomio que sale medio en bolas, el ayudante de la Condesa es clavadito a Enrique Bunbury, y el novio de la víctima que está presa de la Condesa es un actor que más bien parece un cantaor flamenco. Con semejante planteamiento no puede salir nada serio.

La película aporta originalidad, eso no lo niego. No aparece un colmillo en toda la película, ni dientes de ajo, ni crucifijos, ni ataudes, ni estacas. Por si fuera poco, las vampiras toman el sol y hacen top less. Vamos, que más bien parece las vacaciones de unas extranjeras en Benidorm.

Del mito del vampirismo sólo se resalta el erotismo que aparece vagamente reflejado en los films de de vampiros. Sólo que aquí es la premisa argumental de la película, que navega entre el cine erótico y el cine de terror (más hacia el primero, por eso en España la película sufrió mutilaciones de la censura).

Y todo esto, fatalmente rodado. Horrible. Las secuencias están mal montadas. No hay una buena planificación. Hay un uso excesivo del zoom, que se usa en la mayoría de secuencias. Los primeros planos están mal hechos. Los personajes están acartonados totalmente. Hay secuencias que no tienen pies ni cabeza. Hay situaciones absurdas. Los actores están horribles. Y así podríamos estar toda la noche. Por si fuera poco la banda sonora, de Jess Franco, es mitad pop-mitad rock-mitad psicodélica y no ayuda a entrar en la atmósfera (Tarantino usó un tema de esta película para Jackie Brown).

Sin embargo, la película entretiene. No sé cómo pero lo hace. Y las escenas lésbicas y las altas dosis de erotismo hará las delicias de muchos, aunque poniendo a dos tías buenas de protas tampoco tiene tanto mérito. Pero sigo sin comprender cómo un cineasta que ha trabajado con Orson Welles, que tiene buenas películas y que sabe de cine una barbaridad, puede cometer semejantes errores.

Como curiosidad, el guión está firmado por el propio Franco y por el cineasta Jaime Chávarri, que siempre lo ha desmentido (no me extraña). El film le encantará a los más freaks. A todos ellos: No os la perdáis.

EDUARDO M. MUÑOZ 

lunes, 29 de noviembre de 2010

Mi pequeño homenaje al director de cine Don Luis García Berlanga




Los grandes nos descubren una forma distinta de ver y comprender nuestro manido mundo, sus vanos desvaríos, la presencia enigmática de las cosas humanas ante nosotros mismos y la desesperante maraña con que vivimos estas cosas en nuestro pobre corazón. No es fácil expresar las consabidas miserias y los vanos deleites que a los hombres asolan en un momento dado pues tan sólo los artistas inspirados les es dado ese don de transmitir con claridad tan complejas ideas.

Al modo de expresión y a la manera con que nuestros asuntos son tratados y puestos en escena lo llamamos estilo. Tan sólo unos contados han dado en construir un mundo personal, un universo íntimo que lo caracteriza y lo distingue de otros tantos. Imprimen a sus obras su sello indubitable, su impronta inconfundible, su voz, su orientación estética con la que escenifican una trama que erige una cosmovisión o un estado del mundo, una mirada crítica, y un discurso trabado, con el que hilvanan pasiones, sentimientos y emociones que afectan al común de los mortales.

Como no podía ser de otra manera al director de cine, recientemente fallecido, Don Luis García Berlanga, le asiste esa virtud que muchos ambicionan. Que Berlanga tenga estilo es algo incontestable. Sus películas están atravesadas por un ritmo frenético, trepidante, vertiginoso a veces y este es, a mi juicio, el santo y seña con que firma.

Un ritmo que se cifra en el modo que tienen los actores de moverse, el cambio sucesivo y cortante de los planos, la forma en que el guion se lleva a cabo. Las escenas componen a menudo una tensión de grupos de actuantes que se arreglan en tres o cuatro planos. Cada grupo ejecuta su acción y los actores transitan los niveles de los distintos planos: los que moran al fondo pasan a la palestra, constituyen el centro de atención, para después volverse en busca de otro plano.

Los interlocutores cambian con profusión medida, los personajes son hiperactivos, cuando termina uno, al segundo empieza el otro a hablar, se entrecruzan, se entienden, gesticulan, resuelven al instante. Los diálogos se desenvuelven a gran velocidad, se expresan sin respiro, se interrumpen, se articulan con el juego de segundos diálogos que a su vez se interpretan en segundo o tercer plano; y, de todo este cúmulo de caracteres se desprende, una proverbial agilidad, una agilidad generalizada que se extiende a lo largo de la trama y constituye el vigor narrativo.

El tiempo, el devenir del tiempo y las urgencias del mundo, conforman el sustrato sobre el que se construyen sus películas. En sus manos el hombre, es concebido, como un sujeto llamado por la urgencia y un trajín incesante que lo deshumaniza y no le deja ser en condiciones. 

Mientras la trama avanza el ritmo no decae, no decae nunca, se mantiene vigente como si obedeciera a una obsesión particular del director. Pero la gran contrapartida de este efecto, es que sus films cancelan las atmosferas bajo cuyo paraguas la narración adquiriría un colorido humano, una dimensión más expresiva, una mayor densidad y un tono más enfático. 

Esto conduce a lo difícil de digerir la historia, -la que nos cuenta- con algo de conciencia o concienzudamente, porque, como se ha dicho, las cosas acontecen demasiado deprisa como para dejar lugar a cierta reflexión. La narración, en alguna medida, suele desenvolverse en los umbrales de lo que se puede percibir. Berlanga de esta forma consigue entrometerse en el oculto subconsciente de los espectadores, llega hasta al fondo y deja ahí, en ese abono, plantadas sus semillas, sus ideas.

Por todo lo anterior y en lo que a mí respecta, se trata de una estrella que brilla con luz propia, sarcástico, mordaz y atentatorio como pocos, terriblemente irónico, y no merecedor de nada menos que este humilde homenaje a su carrera, un cumplido homenaje a sus hallazgos, a su moral ilesa y a su hacer meritorio.

Antonio MARTÍN DE LAS MULAS

jueves, 25 de noviembre de 2010

WOODY ALLEN: RETROSPECTIVA


He leído que el cine Doré ha preparado un ciclo dedicado a Woody Allen para el próximo mes de Diciembre. Aprovechando la ocasión repasaré las que, para mí, son las películas imprescindibles de un cineasta irrepetible. No estamos ante una filmografía precisamente manca. Este cineasta lleva haciendo cine desde los años 60 aunque muchos sólo lo conozcan por su última etapa, la de los últimos años. Que, por cierto, obviaré, porque estas películas no están a la altura de lo que ha sido Allen para el cine y la cultura en general del siglo XX. Desconozco las películas que se proyectarán en el ciclo, pero yo os proyectaré las que más me gustan:

* Bananas (1971): De las pertenecientes a su primera etapa, la "cómica", sin duda ésta es la que prefiero. Repleta de gags que hacen que te desternilles una y otra vez, es un brillante ejercicio de comicidad. Para verla un millón de veces y seguir pasándolo en grande.

* La última noche de Boris Grushenko (1975): Es un punto de inflexión en su carrera, ya que sigue siendo un film cómico pero con mayores pretensiones que las anteriores. Parodia obras cumbre de la literatura rusa como Guerra y paz y empieza a introducir conceptos filosóficos y el tema de la muerte, aunque sea en tono de broma, que le acompañarán en el resto de su obra.

* Annie Hall (1977): Película fundamental en su filmografía. Es una nueva forma de hacer comedia, más profunda, más madura, muy novedosa. Las películas sobre relaciones amorosas nunca volverían a ser las mismas. Hizo escuela y muchos films posteriores le deben mucho, como Cuando Harry encontró a Sally (1989). El vestuario de Diane Keaton creó una moda y se la considera un documento clave para entender una época, la de los 70. Además, es la unica película de Woody Allen que tiene el Óscar a mejor película del año. Ahí es nada.


* Manhattan (1979): Tiene puntos en común con Annie Hall, pero su estudio de personajes es más amplio. Aquí no se centra en una pareja sino en varias, y es todo un homenaje a una ciudad. Filmada en un prodigioso blanco y negro, tiene uno de los arranques más bellos de la historia del cine, con música de George Gershwin incluido. Para muchos, su mejor película. Inolvidable.

* Zelig (1983): Es una rareza dentro de su cine. Es un falso documental sobre la historia de un hombre que nunca existió: "Zelig, el camaleón humano". Destaca sobre todo por los aspectos técnicos, en la que el propio Woody Allen está superpuesto en muchas de las escenas junto a personajes de la talla de Adolf Hitler. La misma técnica fue usada años más tarde para la oscarizada y popular Forrest Gump (1994).

* La rosa púrpura de El Cairo (1985): Una de sus películas más populares. La película es un maravilloso homenaje al cine en el que realidad y ficción se confunden. La protagonista es una mujer desdichada en plena depresión de los años 30 y sólo le consuela ir al cine. Un día descubre, maravillada, que uno de sus héroes favoritos sale de la pantalla para tener un romance con ella.


* Hannah y sus hermanas (1986): Una de mis favoritas. Es muy difícil hablar de esta película en 2 líneas, ya que merecería un artículo, pero diré que tiene un guión impecable y trata los temas favoritos de Allen dentro de unas complejas relaciones entre los miembros de una familia: infidelidad, frustración, el sentido de la vida o la religión. La mejor interpretación es la de Michael Caine, su personaje se enamora perdidamente de su cuñada.

* Delitos y faltas (1989): Película dividida en 2 historias paralelas. La más interesante es la protagonizada por Anjelica Huston y Martin Landau. Este actor interpreta a un oftalmólogo, casado y con una brillante carrera a sus espaldas. Sin embargo, tiene una amante que le amenaza con contarle todo a su mujer si no la abandona para irse con ella. Sin saber qué hacer, desesperado, toma una fatal decisión. Con esta brillante premisa, Allen nos somete a un increíble análisis ético de una situación límite, desde el sentimiento de culpa. Años más tarde, repetería el mismo esquema en Match Point (2005).

* Maridos y mujeres (1992): Es una vuelta al tema en el que más cómodo se ha sentido Woody Allen, a las relaciones de pareja. Pero esta vez de una forma más agresiva, sin pelos en la lengua. Además, la cámara en mano y los planos secuencia dan a la película más realismo que otras películas de Allen. Más que una película, parece un documental sobre las relaciones posmodernas.

* Misterioso asesinato en Manhattan (1993): Tomando como premisa obras maestras como La ventana indiscreta de Hitchcock y La dama de Shanghai de Orson Welles, Allen hace una divertida comedia sobre un matrimonio aburrido que empieza a sospechar que en casa de sus vecinos se ha escrito un crimen.


* Balas sobre Broadway (1994): El film habla del talento artístico y de las dificultades que tienen los autores para estrenar sus obras (en este caso teatrales) sin someterse a las comercialidades del mercado. Todo ello ambientado en los años 20, en un ambiente de gángsters y de corrupción. La película está llena de personajes geniales como el que interpreta Dianne Wiest, que es un homenaje directo a la Norma Desmond de El crepúsculo de los dioses. La ambientación de la época es perfecta y probablemente estemos hablando de la mejor película de Woody Allen de los años 90.

 
* Poderosa Afrodita (1995): Como si de una tragedia griega se tratara, un coro griego nos relata esta genial historia en la que el hijo adoptivo de un cronista deportivo resulta ser un genio. A partir de ahí, éste se decide ir en busca de la madre. Y cuál es su sorpresa al descubrir que ella no sólo no es una mujer brillante, sino que es una prostituta simplona y medio lela. La prostituta es interpretada por Mira Sorvino, que bordó su interpretación y le valió un Óscar.

* Todos dicen I love you (1996): Se trata de la única incursión en el género del musical de Allen. La película es más que correcta y sale muy bien parada. Es divertida, entretenida, entrañable y llena de secuencias inolvidables, como la del baile final entre el propio Woody y Goldie Hawn a orillas del Sena. El espléndido reparto también ayuda mucho al resultado final. Son los propios actores los que cantan, con excepción de Drew Barrymore, que al parecer no canta muy bien.


* Desmontando a Harry (1997): Esta es, para mí, su última gran película. Está considerada por muchos como su "película resumen" al tener todos los elementos de su cine. Es, además, un claro homenaje a Fresas salvajes de Bergman. Harry acaba de sacar una novela en la que da a conocer, sin tapujos y sin tratar de no ofender a nadie, todos los pormenores de su vida privada. Rechazado por todos, no encuentra a nadie que lo acompañe a un homenaje que le van a dar en su antigua universidad. Así que secuestra a su hijo y se lleva a una prostituta al viaje, en el que también irá un amigo que les abandonará a mitad del recorrido ya que fallece por un ataque al corazón.
El guión es fascinante ya que la personalidad de Harry la vamos conociendo a través de los relatos que ha escrito a lo largo de su vida, a través de sus personajes de ficción. Por ello es una película coral con multitud de estrellas de Hollywood como Demi Moore, Tobey Maguire, Robin Williams, Elizabeth Shue...

EDUARDO M. MUÑOZ 

Hemos visto demasiadas películas americanas y ahora ya sabemos cómo besar a una española.



Nunca he sido un amante fervoroso de la industria del cine, ni un vehemente halagüeño de las grandes estrellas. A mí lo que me gusta, como a todos supongo, son las buenas películas, las que yo considero contra los trasnochados gustos de la masa ignorante, contra los falsos críticos que pagan los periódicos, y contra los eruditos cuyo criterio apuesta por otros intereses que no tienen que ver con el talento, el arte y la belleza. Hay fuerzas invisibles, - empresas, productoras y gobiernos - que convienen en dar las distinciones a los que siempre fueron el ojito derecho de esta industria terrible. Hacerse un sitio sale caro, puede costar un ojo de la cara o puede salir a un precio que sólo esté al alcance de quien no tiene escrúpulos para poner la cabeza de un potro en la cama de algunos directores. Lo escenifica Coppola en uno de sus films, con mucha claridad y cierta brillantez. Pero el mundo es así y son sus reglas. Los intereses económicos se imponen y la estética, al cabo, es un producto moldeado a imagen y semejanza de una legión de sombras, anónima, difusa, e inexcrutable. Las grandes estrellas de Hollywood, los Sex Symbols que vemos todos los días en la televisión, en las revistas, y en las pantallas de los cines, representan el verdadero anzuelo que concita a las masas y a los altos ingresos de taquilla. Basta con irse un día, -domingo por ejemplo- al cine, para caer en la cuenta de lo poco que gusta el cine que se hace en nuestra tierra, cuando hablamos de una constelación que carece de estrellas fulgurantes.Hemos sido invadidos. Amamos lo de fuera. Nuestra memoria ha sido impresionada, y vamos por los cines igual que quien recuerda un antiguo noviazgo y busca a aquella novia, americana, en las demás presentes. Nunca he sido un amante redomado de la industria del cine pero la promoción de un trailer, si se realiza bien, enamora a cualquiera.


ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL PISITO (1958) de Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry


Aunque enmarcada en un contexto muy delimitado en el tiempo como es la España de los años 50, esta película puede extrapolarse a la actualidad sin ningún género de dudas. Durante el visionado se descubre tristemente que los problemas para acceder a una vivienda son, a día de hoy, los mismos que sufre la triste pareja protagonista.

Rodolfo y Petrita son novios desde hace doce años. No pueden casarse porque con el sueldo de Rodolfo no pueden comprar un piso. Rodolfo es realquilado de doña Martina, una anciana, y el casero desea que ésta fallezca cuanto antes para derribar el edificio porque necesita el dinero para una operación. Para que los novios acaben con su sufrimiento, algunos aconsejan a Rodolfo que se case con la vieja para que de ésta forma herede el alquiler...

El problema de la vivienda deriva en una serie de consecuencias que, aunque en forma de comedia, se está denunciando en el film. Sobre todo, que el paso de los años y las condiciones económicas hacen que los protagonistas no puedan desarrollarse como personas, ni tampoco como pareja.  

La película, en realidad un drama disfrazado de comedia, está escrita por el gran Rafael Azcona y por Marco Ferreri, basada en una novela del primero. Los actores están estupendos, en especial José Luis López Vázquez, nuestro Jack Lemmon particular.

Aunque me gustan más otras películas de Marco Ferreri como la genial El cochecito, esta es de obligada visión para tomarse en tono de humor una situación que, lamentablemente, se sigue dando. 

EDUARDO M. MUÑOZ 

lunes, 22 de noviembre de 2010

SALIDOS DE CUENTAS (DUE DATE, 2.010) de Todd Phillips


Era domingo y andaba quemao por el cólico que me ha tenido tieso este último finde. Me fui con una amiga al cine del centro comercial Príncipe Pío. Eran las ocho y cuarenta y pillamos la película empezada, unos 5 minutos. Después de todo, aquella sala, aquella proyección, hizo que me olvidara de mis malos momentos. La sala estaba llena y al unísono rompíamos a reír como chavales de 15 años. Con independencia de que la película esté más o menos lograda, a uno le entretiene y no le da la sensación de que, como muchas otras veces, le han dado gato por liebre. El barbas, un tal Zach Galifianakis, lo hace de puta madre. Él sólo, con su talento, representa el centro sobre el que gira toda la película. Ha nacido para la comedia, le sale bien y con su interpretación deja en un segundo plano a un excelente Robert Downey Jr.. No obstante, el director, Todd Phillips, ha hecho una película pensada sólo para que Zach se luzca. Está hecha a medida. Ningún esfuerzo se le pide al barbas que está en su salsa, haciendo lo que mejor sabe hacer, lo que siempre ha hecho, y lo que, probablemente, siempre ha sido. La trama es muy sencilla y la película se reduce a un devenir de escenas que nos mueven a la gracia. Los dos protagonistas se ven avocados a realizar un viaje en coche de unos días, suceden cosas, no se aguantan, cada uno tiene que sobrellevar las rarezas del otro, tienen que adaptarse y, todo este proceso, finalmente, les transforma: acaban comprendido cosas que antes no comprendían. Como sucede en la leyenda griega, Ulises llega a Ítaca después de 20 años igual y diferente.
ANTONIO Martín de las Mulas

LOS LUNES AL SOL (2002) de Fernando León de Aranoa


Vi esta película en su día en el cine y me apetecía revisarla ahora para ver cómo trataba el tema del paro, un tema muy de moda (lamentablemente) en la actual coyuntura de crisis económica que estamos padeciendo. Y el resultado ha sido de desilusión, de un pero no.

Y no es que me haya parecido una mala película, no, no lo es. En lo que se refiere a la psicología de personajes, la película da en el clavo, porque sus personajes son prototipos de situaciones y actitudes que el desempleo deja. Veamos algunos:

- Santa (Javier Bardem): Este personaje no deja de soltar discursos de obrero resentido, por decirlo así, y sueña con tierras idílicas que son opuestas a su realidad más inmediata. Vive en una pensión y es soltero.

- José (Luis Tosar): Está casado y a consecuencia de su situación, que intenta ahogar con la bebida, se ha vuelto malhumorado y gruñón y está descuidando su matrimonio. Su mujer está a punto de abandonarle.

- Lino (José Ángel Egido): Es un hombre que roza probablemente los 50 años y su obsesión es aparentar ser más joven. Su personaje simboliza la dificultad de encontrar empleo a determinadas edades.

- Rico: Es el hombre que aprovecha las oportunidades, que sabe reciclarse. Con el dinero del finiquito, abrió un bar y le va bien.

-Amador: Prejubilado forzosamente y abandonado por su mujer, finalmente toma una drástica situación al no soportar su vida.



Tenemos por tanto, distintas situaciones, distintos "tipos de parados", y en eso la película acierta. Sin embargo, León de Aranoa insiste machaconamente en mostrarnos a los desempleados en el bar, como si no hicieran otra cosa. Y también abusa del recurso al alcoholismo como quitapenas. Ninguno se esfuerza en cambiar su situación, excepto Lino.

La película acierta en los personajes, pero los tópicos la echan abajo. Y la sensación y el recuerdo que nos deja la película es ese, el inmovilismo de unos tíos que se pasan las noches en el bar, como si un parado estuviera nada más que a verlas venir, esperando que le llamen del INEM. Me parece que la película flojea en esto. Los aciertos quedan enterrados, y eso que los actores están todos magníficos.

Del mismo tema, prefiero películas como "Nubes pasajeras" (1996) de Aki Kaurismäki , que aborda el tema del desempleo en un matrimonio. Pero no entra en topicazos como el del recurso al alcohol y el de pasar los ratos libres en el bar, y sus personajes no dan la sensación de inmovilismo. Kaurismäki  se centra más en el intento constante y frustrante de lo que es la búsqueda de empleo, el intentar reciclarse a toda costa y lo que la vida puede cambiar de día para otro. Y, en mi opinión, lo refleja mejor que León de Aranoa.

EDUARDO M. MUÑOZ 

jueves, 18 de noviembre de 2010

LA MUJER INFIEL (LA FEMME INFIDÈLE, 1969) de Claude Chabrol



El recientemente fallecido Claude Chabrol fue un gran cineasta, además de uno de los creadores de la nouvelle vague. Nos ha dejado un puñado de buenas películas, entre ellas "La mujer infiel".

La premisa del film es muy simple: Un marido empieza a sospechar que su esposa le es infiel, por lo que contrata los servicios de un detective para que la siga y descubra quién es su amante. A partir de ahí, las consecuencias vendrán por sí solas.

Chabrol enfoca la historia, más que desde el romanticismo vulgar y chabacano, desde la psicología de personajes. Nos muestra a un marido celoso, atormentado, pero sobre todo, enamorado de una hermosa mujer, con la que comparte un hijo. Él descubre que sus diez años de matrimonio se desvanecen, que su familia se desintegra, y ahí está el drama de la película. Por otro lado está ella, la esposa. Joven, bella, enamorada de otro. Y todo ello, como lo más normal del mundo. No hay ningún dramatismo ni estereotipo, el marido no es la víctima y la mujer no es la mala por haberse enamorado de otro, simplemente, ha ocurrido así. Quizás por el aburrimiento y la rutina, quizás porque se pasaba mucho tiempo sola, quizás porque su marido no hace ejercicio y está engordando (como plantea la madre de él al comienzo de la película), ella conoce a otro tipo (sin buscarlo) y se enamora de él. No se deducen esquemas morales del film. Cada personaje actúa en base a su circunstancia. Por ello son personajes humanos, reales.

Después, el cine negro, con homenaje a "Psicosis" de Hitchcock incluido. Y todo ello contado desde una asombrosa y maravillosa sencillez. La narración es clara, directa, con importancia a los detalles, a objetos, que sirven de apoyo al guión y, en ocasiones, un plano de un objeto sustituye lo que podría haber sido un nuevo diálogo, una nueva escena. Y es que no hacen falta palabras si está claro lo que se nos está mostrando en la pantalla. Estamos ante un cine de miradas, de objetos, de situaciones, que sólo un maestro de la narrativa puede hacer.

Después de esta película, muchas han intentado imitarla con esquemas y argumentos similares. Pero el arte no se imita, el arte es único.

EDUARDO M. MUÑOZ 

martes, 16 de noviembre de 2010

CAZA A LA ESPÍA (FAIR GAME, 2.010) de Doug Liman


"Caza al espía" aburre mortalmente. La chica que estaba delante de mi butaca se quedó 20 minutos dormida. Los de al lado estuvieron un rato comiéndose la boca. Otro se piró 15 minutos antes de que la película terminara. Y yo, estaba ya en un plan de contar ovejitas para que esto terminara de una vez por todas.  Quise irme, lo deseé con todas mis fuerzas pero me tuve que tragar los 106 minutos esos sólo porque está feo dejar a los colegas colgados. La película es una especie de telediario largo. El montaje está bien. La narración es, por momentos, liosa. Sean Penn lo hace bien, interpreta a Joseph, un diplomático que tiene movidas con la administración Bush. Naomi Wats está buena, e interpreta a Valerie Plane, la mujer de Joseph, que trabaja para la CIA y su trabajo consiste en evitar la proliferación de armas de destrucción masiva en Iraq. La administración Bush pone en marcha la maquinaria mediática, promueve la creencia de que se están desarrollando programas nucleares en estos enclaves, y de ahí, surge todo el mal rollo, porque Joseph sabe de primera mano, que lo que esta gente dice es falso, que están mintiendo y que están utilizando argumentos falsos para justificar la invasión de Iraq. A partir de ahí, esta gente que no ha leído "El Príncipe" de Maquiavelo (y ahora me refiero a los que han hecho la película) no comprenden la esencia de la ciencia política, y claro, así pasa que empiezan a largarnos el cuento ese de las enmiendas, las libertades, el honor, la verdad y cosas así muy abstractas y muy americanas que estoy cansado de ver en todas estas películas de segunda fila que no soporto más. 


ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

lunes, 15 de noviembre de 2010

EL ESCRITOR (THE GHOST WRITER, 2010) de Roman Polanski


Da gusto el que un director grande, de esos que todavía siguen vivos y que son el cine mismo, nos deleite con una nueva película. The ghost writer no es la mejor película de Polanski, pero es una película fiel a su estilo, muy bien hecha y que te mantiene en la butaca sin pestañear durante 2 horas. Que hoy día ya es decir mucho.

Lo mejor que tiene es el guión, claro, bien estructurado y en el que todas las piezas encajan.  Y es que la trama política siempre ha sido una buena baza para el público. Muy buenos todos los actores, incluso Pierce Brosnan, quién lo diría. Pero las riendas de la película las lleva, sin duda, el personaje que interpreta Ewan McGregor (que ya tenía ganas de verle sin espada láser, por cierto). Su personaje guarda similitud con otros que ha creado Polanski a lo largo de su carrera. Sus rasgos elementales nos recuerdan a otros protagonistas de películas suyas, los cuales se ven inmersos en una pesadilla que surje directamente de su contexto cotidiano, y en ocasiones, tienden a confundir y no saber distinguir la realidad de la quimera (recordemos en este punto El quimérico inquilino o La semilla del diablo).

El thriller que nos ocupa tiene en esencia este planteamiento y, además, está contado desde el punto de vista del protagonista, sello de Polanski. No obstante, este film es de tendencia más realista que los anteriormente citados, y la alucinación que padecía el propio Polanski en El quimérico inquilino es sustituida por el thriller político. Por tanto nos recuerda más a películas como Frenético que a La semilla del diablo, si bien es cierto que comienza con un misterio no resuelto como esta última: Ewan McGregor es un escritor que acepta el encargo de terminar las memorias del Primer Ministro Británico (personaje interpretado por Pierce Brosnan, que nos recuerda a Tony Blair, por cierto), debido a que su antecesor en el cargo ha muerto de forma misteriosa.

Tenemos, por tanto, una película con aires hitchcockianos muy recomendable con la calidad de una firma como la de Polanski, que raramente defrauda. No os la perdáis.

EDUARDO M. MUÑOZ 

sábado, 13 de noviembre de 2010

BERLANGA QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...


Una noticia me ha sorprendido en el día de hoy cuando me disponía a comer. Se trataba ni más ni menos que del fallecimiento del cineasta valenciano Luis García Berlanga. Dios mío, he pensado, qué pocos de los grandes van quedando ya...

Y no es para menos. Estamos hablando, posiblemente, del mejor cineasta español de todos los tiempos. Su visión crítica de la sociedad gustaba, en ocasiones, hasta al mismisimo Franco, seguro que sí, porque si no... ¿Como se explica que una pelicula como "El verdugo" no fuera censurada por el régimen? Porque hasta los dictadores saben ver la calidad, cuando les parece. (El caso de "El gran dictador" y el de Hitler me viene a la memoria también al respecto).

Muchas son las peliculas y los personajes maravillosos que nos ha dejado don Luis. Junto con el guionista Rafael Azcona depuró al máximo las hipocresias de la clase burguesa y expusieron la vida de los pobres miserables y ciudadanos de a pie de una reciente historia de España. Además, realizaron juntos películas que son rarezas de nuestro cine, como la maravillosa "Tamaño natural" (1974), filmada en Francia. La película es una metafora de la soledad en las sociedades modernas. Los protagonistas son un dentista y su muñeca hinchable.



La principal caracteristica de Berlanga es la comedia agridulce, la comedia amarga, por eso esta muy proximo a cineastas como Billy Wilder. Mi favorita es "Placido" (1961), una satira feroz contra la hipocresia de las altas clases sociales. En ella, mediante una iniciativa del Gobierno, varias familias de ricos invitan a pobres a comer en Navidad, donde las cenas se retransmiten por radio y ellos demuestran ser espléndidas personas. Claro, cuando la Nochebuena se acaba, los pobres vuelven a la calle de donde han venido. En medio de todo esto, se encuentra Plácido, dueño de un motocarro que necesita pagar la letra de éste que le vence justo el día de Nochebuena.

Esta genial pelicula, que en algunos aspectos influyó en otro clásico moderno de nuestro cine, "El día de la bestia" (1995), fue nominada al Oscar. Pero no tuvo mucho que hacer porque competia con Bergman y su film "Como en un espejo", ganador de la estatuilla ese año. Pero todos los cinefilos sabemos que fue una injusticia, que ese año un valenciano superó en genialidad al maestro sueco, que era mejor "Placido".


Con estas reflexiones termino mi homenaje a mi director favorito de nuestro cine. Porque sí, existe cine español antes de Amenabar, Almodovar, Coixet y compañia. Ese cine es nuestro cine con mayúsculas, y seguramente a mucha gente le dé igual la muerte de este personaje, e incluso lo citarán de pasada en el telediario, pero a mí se me pone un nudo en la garganta recordando algunos planos secuencia de sus peliculas que ya son parte de la historia del cine... UNIVERSAL.


Siempre he pensado que las peliculas más importantes son aquellas que nos han salvado la vida en alguna ocasión. Las de Berlanga pertenecen a esta categoría. Por todo ello, gracias, don Luis.

EDUARDO M. MUÑOZ 

viernes, 12 de noviembre de 2010

LOS OJOS DE JULIA, OTRO FRACASO MÁS



Ya he visto "Los ojos de Julia" y, sinceramente, no me ha gustado. El montaje de la película no guarda orden ni concierto, está desvencijado. El guión no da la palabra a los actores. Resulta hasta forzado. El guionista habla constantemente a través de los personajes.  La misma idea está presente en varios de ellos a la hora de describir al antagonista. Se expresan de la misma manera, con las mismas palabras, con los mismos conceptos y con el mismo estilo de expresión: refieren, todos ellos, a un hombre que se siente invisible, sin luz, pura sombra y cosas así. El desarrollo narrativo de la trama está mal ejecutado, no está depurado, es torpe, los detalles no están cuidados y resulta grotesco. Lo que falla es la visión de conjunto. Hacer una película no es como hacer un cuadro. Un cuadro lo puedes ver de un golpe y uno va depurando los fallos sobre la marcha. Una película no. El director tiene que dividirla en escenas y luego componerlas en un todo armónico. Todo es más caro, hay que pagar a los actores, a los maquillaje, a los de vestuario, a los de luminotecnia, a los guionistas, a los de producción, a los de realización, ect,..., y es por esta razón, por la que uno no se puede permitir el lujo de cuidar los detalles, de depurar los defectos como si se tratara de echar un poco más de oleo blanco sobre una mancha negra. Si hay defectos y las escenas están cerradas, éstas ya no se pueden corregir y, por lo tanto, hay que cargar con tales defectos a lo largo de toda la película. Un buen director, tiene que hacer alarde de una visión de conjunto formidable, pensar en todos los detalles y tener clara la idea de lo que quiere contar y de cómo quiere contarlo. De lo contrario las cosas no quedan bien, no, no quedan bien. Que se lo pregunten a  Guillem Morales, el director, el responsable.
ANTONIO